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Prólogo, a las puertas del paraíso

—La promesa—

El prólogo de las Vírgenes
se terminó en una noche.

Dios, sin tinta ni papel,
le dio cuerpo cimbreante de voces,
y todos sus caracteres
de fuego tres veces joven
quedaron en la serpiente
y dos malogrados dioses.

Porque podéis, si queréis,
comprender, aguas salobres,
repasad, a los principios,
el cómo, el cuándo y el dónde.



De: Ciclo de Vírgenes


MANUEL PONCE




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