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Laberinto de fortuna

Al muy prepotente don Juan el segundo,
aquel con quien Júpiter tuvo tal zelo
que tanta de parte le fizo del mundo
quanta a sí mesmo se fizo del cielo;
al grand rey d’España, al César novelo,
al que con Fortuna es bien fortunado,
aquel en quien caben virtud o reinado;
a él, la rodilla fincada por suelo,

tus casos fallaces, Fortuna, cantamos,
estados de gente que giras e trocas;
tan grandes discordias, tus firmezas pocas,
y los qu’en tu rueda quexosos fallamos.
Fasta que al tempo de agora vengamos
de fechos pasados cobdicia mi pluma
y de los presentes fazer breve suma,
y dé fin Apolo, pues nos comenzamos.

Tú, Calíope, me sey favorable
dándome alas de don virtuoso,
y por que discurra por donde non oso,
convida mi lengua con algo que fable.
Levante la Fama su voz inefable,
por que los fechos que son al presente
vayan de gente sabidos en gente,
olvido non prive lo que es memorable.

Como no creo que fuessen menores
que los d’Africano los fechos del Cid,
nin que feroces menos en la lid
entrasen los nuestros que los agenores,
las grandes fazañas de nuestros señores,
la mucha constancia de quien los más ama,
yaze en tiniebras, dormida su fama,
dañada d’olvido por falta de auctores. (...)


JUAN DE MENA




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