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Lázaro no nacido (I)



                        I

Ahora sé que se puede
morir de madre sin salir de ella.

Vivir viendo las nubes pasar por la ventana
velada de tus ojos, madre, he vuelto
cada vez que tu voz me lo ha pedido
-tu voz en mí, se entiende, tu voz mía-
a tus brazos tendidos
hacia mí que soy nadie.

Vuelvo a una casa donde no he vivido.
Huyo de lo que fuimos
a la velocidad con que la vida
nos olvida.
               Yo quise que creyeras
que regresaba a ti para acabar
de nacer, para ser. Y no era así:
yo deseaba sólo refugiarme
en tu melancolía alimenticia.

Ahora sé que se puede
morir de madre sin salir de ella.

No de madre real (que ya bastante
tiene ella con la vida
que le ha tocado en suerte, con su hijo
siempre lejos y dentro, siempre ciego
y encinta de sí mismo) sino de madre en mí,
de la madre imposible que me habita
y que no me permite no volver,
nacer de mí, salir, ser quien me espera.






De: Aldea


JUAN VICENTE PIQUERAS




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