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Compromisos antiguos

Tengo algunos antiguos compromisos de los que quisiera
          liberarme ahora recordando.
Por ejemplo  aquel con el niño pobre y no sé si mi amigo
          de Covaleda solo y rubio y ralo de pelo atento ante la
          nieve y nuestra puerta haciéndome envidiar su rueda
          fresca con la llanta de corteza oscura y el corazón
          amarillo hecha del tronco de un pino joven serrado
          limpiamente.
O aquel con el perro que vigiló la muerte de mi padre y
          se quedó luego mucho tiempo terco y gruñendo bajo
          la caricia temblorosa en el mismo lienzo que  sos-
          tuvo la caja mirándome hondo y transparente y
          acuoso mejor que yo le miraba.
O aquel  con el asistente de mi tío a quien daba ver-
          güenza mirar a las criadas y quería compartir
          mi tristeza poniéndose muy serio después.
O aquel con la niña  a quien quise regalar un frasco
          de colonia que cogí vacío no sé dónde y que me
          llenaron en la droguería mientras yo apartaba
          los ojos del suceso y sobraba un poco y yo
          creo que dije no importa y luego no se lo dí a
          ella porque quedaba triste y feo en el estuche
          viejo con tiempo y polvo entre el terciopelo
          rojo que no fui capaz de adecentar.
O aquel con el titiritero de largo cabello nazareno
          de cuya sangre espesa huí asustado y con asco
          porque le salía de la boca.
O aquel  con el muchacho que forcejeó conmigo
          en lo alto de una peña cerca de San Servando
          por evitar que yo colocara  la bandera pirata
          mientras otros le arrengaban desde lejos y se
          dejó vencer yo sé que se dejó en el momento justo.
O aquel con la morena bailarina delgada en la escalera del
          carro de la feria sonriendo apenas cuando yo pasaba
          después de las clases de la tarde y un día
          separando la cortina con los dedos pintados cerca
          de la cama donde dormiría y se alejaba.
O aquel con el librero de viejo que después que otros dos
          se negaron aceptó los libros del curso ya aprobado
          y  me dio unas monedas y mi madre esperaba fuera.
Tengo algunos otros compromisos antiguos de los que no me
          acuerdo y de los que entonces sé que no podré
          nunca liberarme.




De: Compromisos y memoria
Colaboración poema con voz: María Teresa García-Nieto


JOSÉ GARCÍA NIETO




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