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Conversación romana

En Roma aquel poeta me decía:
—No sabes cuánto me entristece verte
escribir prosa efímera en periódicos.

Hay matorrales en el Foro. El viento
unge de polvo el polen.

Ante el gran sol de mármol Roma pasa
del ocre al amarillo,
el sepia, el bronce.

Algo se está quebrando en todas partes.
Se agrieta nuestra edad.
Es el verano
y no se puede caminar por Roma.
Tanta grandeza avasallada. Cargan
los coches contra el hombre y las ciudades.

Centurias y falanges y legiones
proyectiles o féretros,
chatarra,
ruinas que serán ruinas.

Hay hierbas,
adventicias semillas en el mármol.
Y basura en las calles sin memoria:
cartulinas, papeles, hojalata.
Círculo del consumo: la afluencia
se mide en la basura.

Hace calor. Seguimos caminando.
No quiero responder
ni preguntarme
si algo escrito hoy
dejará huellas
más profundas que el polen en las ruinas.

Acaso nuestros versos duren tanto
como el modelo Ford 69
(y muchísimo menos que el Volkswagen).



De: No me preguntes cómo pasa el tiempo (1964-1968)


JOSÉ EMILIO PACHECO




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