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Tras haber holgado con Prócula, Prisciliano medita

                                                       A Fernando y Gonzalo Torrente Ballester




-Llaman a esto pecado los fanáticos.
A esta explosión que lenta se alabea,
a este sentir con cada poro, vibrar en cada vello,
a este ser piel,
a esta dulzura derramada en carne viva,
a este glotón enjambre de alegría,
a estos nervios sabiéndose universo gozoso,
al corazón alardeando de su mejor humor,
al milagroso encaje en la sonrisa,
a la satisfacción ardiendo en ojos,
a la felicidad
llaman pecado.

Pero es Dios quien se ama en nuestros cuerpos
-nuestros cuerpos dispuestos para el éxtasis
por Su sabiduría-
y su goce es el nuestro. Amemos, Prócula.






De: Otros labios me sueñan. Ed. Hiperión, Madrid, 1992



JESÚS MUNÁRRIZ




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