☰ menú
 



Abdicación

Tómame, oh noche eterna, en tus brazos
y llámame hijo.
                              Yo soy un rey
que voluntariamente abandoné
mi trono de ensueños y cansancios.

Mi espada, pesada en brazos flojos,
a manos viriles y calmas entregué;
y mi cetro y corona—yo los dejé
en la antecámara, hechos pedazos.

Mi cota de malla, tan inútil,
mis espuelas, de un tintineo tan fútil,
las dejé por la fría escalinata.

Desvestí la realeza, cuerpo y alma,
y regresé a la noche antigua y serena
como el paisaje al morir el día.



Traducción: Miguel Ángel Sepúlveda Espinoza

Selección: Guido Ferrer


FERNANDO PESSOA




regresar