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La victoria de la playa Girón. Boceto para una cantata (fragmentos)

A la memoria de José Álvarez Baragaño


EL PUEBLO ANUNCIA

Donde cayó mi hermano se levanta la patria.
Donde cayó mi hermano se levanta el futuro.

Del puño de mi hermano saldrá un árbol
y en ese árbol cantarán los días
y junto a su tronco crecerán los niños,
los invencibles héroes del futuro.
Del pecho de mi hermano saldrá un río
y en su humedad florecerá la tierra
y en su espejo los pájaros y el cielo
se fundirán en un chorro de luz.
Donde cayó mi hermano se levanta la patria.
Donde cayó mi hermano se levanta el futuro.
De la frente de mi hermano surgirá la aurora
serena, fuerte, roja,
con rumor de mandarria que golpea
y de libro que se abre.
De los ojos de mi hermano brotará la llama
inextinguible de esta vida nueva
que nos arrastra en su carroza ardiente
mientras nos canta su himno inmortal la primavera.


EL PUEBLO AFIRMA: NO HAY MUERTE

No hay muerte sino yerba calcinada.
No hay muerte sino sangre a borbotones.
No hay muerte sino hierros retorcidos.
No hay muerte sino vidas que florecen
en la tremenda primavera.
No hay muerte. Los nenúfares siguen estallando
sobre el silencio de las bombas.
No hay muerte. No hay sino victoria.
El cielo azul está de fiesta. La lluvia va a caer.
Los cadáveres de nuestro enemigos se hundirán más en el fango.
Sus ojos se pudrirán en el fango.
Sus manos se pudrirán en el fango.
El fango de sus vidas y el fango de sus muertes se fundirán
para siempre en el fango de la infamia.
Y en cada nenúfar que se abra brillará nuestra victoria
húmeda de purísimo rocío.
Y en cada nenúfar que se abra se abrirán unos labios
para gritar: ¡Que vivan
los héroes de la patria!
¡Que vivan los hijos de la tierra,
los defensores de la tierra!
¡Que vivan los caídos victoriosos para siempre en la gloria!


TODO EL PUEBLO CANTA

No morirá la patria
en la sangre del pueblo.

No acabará en cenizas
la dulce primavera.

No morirán los árboles
en el himno del viento.

No caerán las montañas
crujiendo, como iglesias.

No, no serán los días
oscuros y desiertos.

No morirá en la rosa
tu piel enamorada.

No habrá ni soledad
ni frío, ni silencio.

No volverán los surcos
a llenarse de olvido.

No saldrán otra vez
de su fosa los perros.

No crecerá en la patria
ni en el cardo ni la ortiga.

No bajarán su puño
de brasa los obreros.

No caerán las banderas
gloriosas en el fango.

No morirán jamás
nuestros hermanos muertos.

No habrá hierro en mis pies
ni sombra en tu mirada.

No volverán las bestias
a cruzar nuestros sueños.

No apagarán su lumbre
las albas de mi tierra.

No se ahogará en el polvo
el canto de mi pecho.

No veré en tu cintura,
Patria, más que mis besos.

No habrá sino esperanza
y alegría y trabajo.

No habrá sino canciones
en la sangre del pueblo.


FAYAD JAMÍS




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