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La almohada

En ceniza de amores enfundada
y en ausencias de vida numerosa;
con esa misma suavidad sinuosa
de otro doble frescor, mi buena almohada,

tú me quedas al menos. Eres nada
y eres todo por último. La cosa
consubstancial del sueño. Sigilosa
barca del alma, en alma transformada.

Odio y traición azotan el asilo
de mis muros y silban en el filo
de aire. Acaso, todo lo desdeño,

porque te tengo a ti, porque soy dueño
del solo bien que hace esperar tranquilo
el otro cabezal y el otro sueño.



De: La calle de la vida y de la muerte


ENRIQUE LARRETA




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