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Otras bestias

Otras bestias
declinan siempre al oro del alba,
al mediodía furioso,
nunca en la noche de augurios persistentes
y toses de rifleros suicidas.
Ostentosas, diurnas, claras bestias
vivientes, se quiebran, pierden pie,
se apagan o se oxidan y oscurecen.
Y alrededor del que las mira,
el que las piensa, caza, colecciona,
también se acorta el campo,
se estrecha el cerco,
van cegándose
luces
como en el corredor de una casona
—los ojos de un leopardo, los mil ojos—
que en altas horas deja morir fuegos,
lámparas de fiesta.


De: Caza mayor


EDUARDO LIZALDE




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