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Un camarero

Un camarero sin labios
-que ya desde el principio,
al abrir la puerta,
nos encerró en sus ojos de castillo
habitado por ratas-,
acaba de servirnos
una bandeja llena de amorosas lenguas desmigajadas

(Dicen que se llama silencio.)






De Usted
Ediciones Hiperión


ALMUDENA GUZMÁN




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