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Mujer tatuada

No supe jamás de la carne de sus letras. ni del tono con que un pájaro habitaba sus quejidos. ni del viento recorriendo las murallas de la ciudad perdida en otra ciudad más joven. no supe del nombre que otorgaron a los huesos y palabras surcadores de sus días. ni el lugar impreciso de los dedos. ni la huella dormida en la memoria de algún pie. el color. el sabor increíble de su voz. hubo demasiados repentinos deseos en un breve momento para el cieno devenido. no supe jamás del temblor de su mirada. la dimensión. el talle de sus aguas y sus bosques. no tuve una llama para prender su olvido. yo no tuve jamás que recordar su asomo. porque todo lo húmedo de aquello es mi pensar. porque mi pensamiento unge mi poesía. porque sólo hay recuerdo después de algún olvido. yo no tuve la forma de reunirla en mis palabras. yo no pude su fuego apagar con (d)escribirla.








De "la invención del día"
(Premio Nacional de Poesía "Salomé Ureña"1987)





JOSÉ MÁRMOL




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