ROBERTO OBREGÓN | |
En la semilla está la trayectoria del maíz, el ciclo de la cosecha. A los ojos del hombre, es una lágrima. Y en ella, una sonrisa amarga. | |
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Catástrofico es el segundo en que a la vida volvemos, saber que hemos tenido en las manos la palpitación del mundo y, hallándonos otra vez entre los muertos, no recordar en dónde ni por cuánto tiempo. | |
Eres un sarcófago viviente, sepulcro que en la oscuridad abre sus ramos lechosos, agitas tus remos y crujes devorando mi carne y mis huesos. Fuera de ti sólo queda mi rastro y nada que valga la pena. | |
Y es que yo solamente soy una sombra que absorbe la humedad de la puerta. El tallo abriéndose en un pensamiento humedecido en las pisadas del tiempo. Distraído grabador de los frutos del árbol que extravió su trayectoria en el ámbar el encargado de la llave que al abrir tus puertas ... | |
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esta señal de la aurora la traían en su corazónPopl Vuh III, cap. VI No podemos encender la hoguera Mojado está el bosque podridos están los troncos No podemos quebrar los colmillos del frío Arrancar Y recobrar nuestros huesos entumecidos En la humedad en el agua nos ha tocado ... | |
Una gitana pasó junto a mí. Las primeras lluvias de otoño corrieron por las calles igual que muchachas perseguidas. Una giana pasó, pasó y se fue. Sus ojos eran dos yegua negras de sueño, desveladas y tristes por un potro que centelleaba desde la otra orilla del mar. Desapareció como agua ... | |
A decir verdad, la lluvia no habla de ti. Sí que hoy te confundí. Y ya van cuatro entre la multitud. Dejé que cayeran mis ojos al suelo para que las personas adultas al pasar no lastimaran mi amargura. Y al entrarme de regreso en casa encontré tu ausencia diseminada en el ... | |
A Olga Kómonova Aprehender, sí. Primero asimilando los matices y contornos ocultos. Lo húmedo, lo tibio, y sin soy afortunado el rumor de tu sangre abriendo zanja en la vida. Loco de mí. Inocente. Como si teniéndote sería yo el señor de tus trigales y tus bosques de abedul copados de nieve. ... | |
Las palabras, al tocarlas al aire, crecen como las terneras. Con los años maduran y se ahondan y también pueden nacer muertas. Según. La palabra nos revela la consistencia del espíritu. Es una cosa delicadísima, en boca del mentiroso pone al desnudo el hueso de un alma ingrata. ... | |
El escultor no hace más que llamar, con el cincel y a golpe de martillo, a los guerreros que duermen en las espesuras del mármol. | |
El espacio entre los dos resbaló como harina entre los dedos. Ya sólo en el mundo un lugar habitado -tú y yo. Tu cuerpo refugiado en mis manos. Mis ojos disueltos en tu mirada, y la húmeda rama de tu voz palpitando su sombra en el silencio, la última traza de lumbre se extinguió bajo el alero. ... | |
A orillas del camino hay un ojo de agua. En él, entre las hojas, duerme la sombra de una estrella. Así mi patria reposa en el fondo de mis ojos. De: El adiós y el retorno | |
No me niegues que a veces, al despertar, quisieras refugiarte nuevamente debajo de mis manos, quedarte quietecita, apenas respirando, convertida en la misma huella de la noche. | |
Fina es la lámina, casi transparente. La lámina de azúcar que separa tus labios. Por allí se fue mi corazón relamiéndose las heridas. | |
Esto que llevo dentro, es la sombra de un jaguar. Parece incendio agazapado en una llama. Mas no captarás el junco de su salto y se beberá tu sueño. De: El adiós y el retorno |