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LEOPOLDO LUGONES

 

   A Rubén Darío y otros cómplices

primeros versos

Habéis de saber Que en cuitas de amor, Por una mujer Padezco dolor. Esa mujer es la luna, Que en azar de amable guerra, Va arrastrando por la tierra Mi esperanza y mi fortuna. La novia eterna y lejana A cuya nívea belleza Mi enamorada cabeza Va blanqueando cana a cana. Lunar blancura ...

 

   A ti, única

primeros versos

(Quinteto de la Luna y del mar) PIANO Un poco de cielo y un poco de lago donde pesca estrellas el grácil bambú y al fondo del parque, como íntimo halago, la noche que mira como miras tú. Florece en los lirios de tu poesía la cándida luna que sale del mar, y el flébil delirio de azul melodía, ...

 

   Alma venturosa

primeros versos

Al promediar la tarde de aquel día, cuando iba mi habitual adiós a darte, fue una vaga congoja de dejarte lo que me hizo saber que te quería. Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía... Con tu rubor me iluminó al hablarte, y al separarnos te pusiste aparte del grupo, amedrentada todavía. ...

 

   Amapola

primeros versos

Con su saya de viejos brocateles Iba Clori sabrosa hacia la trilla, Y al verla entre mieses amarillas Inflaban sus riñones los donceles. Evocaba fandangos y rondeles En las medias punzó sus pantorrillas, Y la sangre pintaba en sus mejillas, Como una dehiscencia de claveles. ...

 

   Delectación amorosa

primeros versos

La tarde, con ligera pincelada que iluminó la paz de nuestro asilo, apuntó en su matiz crisoberilo una sutil decoración morada. Surgió enorme la luna en la enramada; las hojas agravaban su sigilo, y una araña en la punta de su hilo, tejía sobre el astro, hipnotizada. Poblóse de murciélagos el combo ...

 

   El amor eterno

primeros versos

Deja caer las rosas y los días una vez más, segura de mi huerto. Aún hay rosas en él, y ellas, por cierto, mejor perfuman cuando son tardías. Al deshojarse en tus melancolías, cuando parezca más desnudo y yero, ha de guardarse bajo su oro muerto las violetas más nobles ...

 

   El pañuelo

primeros versos

A Javier de Viana Poco a poco adquiriendo otra hermosura Aquel cielo infantil de primavera Se puso negro, cual si lo invadiera Una sugestión lánguida y oscura. Tenía algo de parque la espesura Del bosque, y en la pálida ribera, Padecía la tarde cual si fuera Algún fraternal en desventura. ...

 

   Himno a la luna

primeros versos

Luna, quiero cantarte, ¡Oh ilustre anciana de las mitologías! Con todas las fuerzas del arte. Deidad que en los antiguos días Imprimiste en nuestro polvo tu sandalia, No alabaré el litúrgico furor de tus orgías Ni tu erótica didascalia, Para que alumbres sin mayores ironías, ...

 

   La blanca soledad

primeros versos

Bajo la calma del sueño, calma lunar, de luminosa seda, la noche como si fuera el blando cuerpo del silencio, dulcemente en la inmensidad se acuesta. Y desata su cabellera en prodigioso follaje de alamedas. Nada vive sino el ojo del reloj en la torre tétrica, profundizando inútilmente el infinito ...

 

   La muerte de la luna

primeros versos

En el parque confuso Que con lánguidas brisas el cielo sahúma, El ciprés, como un huso, Devana un ovillo de de bruma. El telar de la luna tiende en plata su urdimbre; Abandona la rada un lúgubre corsario, Y después suena un timbre En el vecindario. Sobre el horizonte malva De una mar argentina, ...

 

   Lied de la estrella marina

primeros versos

Cierro los ojos, sereno de hallarte más clara en mi alma, así como el mar en calma mece a la estrella en su seno. Espejo profundo y fiel en que palpita la estrella, diríase que más bella de brillar sólo para él. Insondable desventura que en su amargura creciente se vuelve ...

 

   Los celos del sacerdote

primeros versos

Obsta con densa máscara de seda el cruel carmín de tu inviolada boca, y la gran noche azul de tus pupilas, y el cielo de tu frente luminosa. Destrenza tus cabellos como un duelo sobre tu nuca artística, ¡oh, Theóclea! (tus largas trenzas peinadas por los besos de mi boca). ...

 

   Oceánida

primeros versos

El mar, lleno de urgencias masculinas, bramaba alrededor de tu cintura, y como un brazo colosal, la oscura ribera te amparaba. En tus retinas, y en tus cabellos, y en tu astral blancura, rieló con decadencias opalinas, esa luz de las tardes mortecinas que en el agua pacífica perdura. ...

 

   Paradisíaca

primeros versos

Cabe una rama en flor busqué tu arrimo. La dorada serpiente de mis males Circuló por tus púdicos cendales Con la invasora suavidad de un mimo. Sutil vapor alzábase del limo Sulfurando las tintas otoñales Del poniente, y brillaba en los parrales La transparencia ustoria del racimo. ...