ALVARO MUTIS | |
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Y ahora que sé que nunca visitaré Estambul, me entero que me esperan en la calle de Shidah Kardessi, en el cuarto que está encima de la tienda del oculista. Un golpe de aguas contra las piedras de la fortaleza, me llamará cada día y cada noche hasta cuando todo haya terminado. Me... | |
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Un llanto, un llanto de mujer interminable, sosegado, casi tranquilo. En la noche, un llanto de mujer me ha despertado. Primero un ruido de cerradura, después unos pies que vacilan y luego, de pronto, el llanto. Suspiros intermitentes como caídas de un agua interior, densa, imperiosa, inagotable... | |
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Escucha Escucha Escucha la voz de los hoteles, de los cuartos aún sin arreglar, los diálogos en los oscuros pasillos que adorna una raída alfombra escarlata por donde se apresuran los sirvientes que salen al amanecer como espantados murciélagos. Escucha Escucha Escucha los murmullos en la escalera... | |
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En la sombra de las altas salas de casta piedra, murmura aún la bestia del banquete su rezo interminable. Un quieto polvo reunido por los años, apaga la música de los amargos cobres que anunciaron las últimas palabras. Descansa su débil materia en el perfil de las bestias detenidas... | |
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Cuando le preguntaron cómo era Grecia, habló de una larga fila de casas de salud levantadas a orillas de un mar cuyas aguas emponzoñadas llegaban hasta las angostas playas de agudos guijarros, en olas lentas como el aceite. Cuando le preguntaron cómo era Francia, recordó un breve pasillo... | |
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Nocturno La fiebre atrae el canto de un pájaro andrógino y abre caminos a un placer insaciable que se ramifica y cruza el cuerpo de la tierra. ¡Oh el infructuoso navegar alrededor de las islas donde las mujeres ofrecen al viajero la fresca balanza de sus senos y una extensión de terror en las caderas!... | |
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Tendido en un jergón de la humilde moradadel escriba Fakhr-el-Din, Luis de Francia, noveno de su nombre,ausculta la noche del delta.Los pies descalzos de los centinelaspisan el polvo del desierto que llega con el viento.Insomne, el prisionero ha vigilado paso a paso la invasiónde las sombras... | |
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Van a cerrar el parque. En los estanques nacen de pronto amplias cavernas en donde un tenue palpitar de hojas denuncia los árboles en sombra. Una sangre débil de consistencia, una savia rosácea, se ha vertido sin descanso en ciertos rincones del bosque, sobre ciertos bancos. Van a... | |
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Sabes qué te esperaba tras esos pasos del arpa llamándote de otro tiempo, de otros días? ¿Sabes por qué un rostro, un gesto, visto desde el tren que se detiene al final del viaje, antes de perderte en la ciudad que resbala entre la niebla y la lluvia, vuelven un día a visitarte... | |
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Quién ve a la entrada de la ciudad la sangre vertida por antiguos guerreros? ¿Quién oye el golpe de las armas y el chapoteo nocturno de las bestias? ¿Quién guía la columna de humo y dolor que dejan las batallas al caer la tarde? Ni el más miserable, ni el más vicioso... | |
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Hace tanto la música ha callado. Sólo el tiempo en las paredes, en las leves columnas, en las inscripciones de los versos de Ibn Zamrak que celebran la hermosura del lugar, sólo el tiempo cumple su tarea con leve, sordo roce sin pausa ni destino. Al fondo, ajenos a toda mudanza, el Albaicín... |
OTROS POETAS EN LA VOZ DE ALVARO MUTIS |
De José Asunción Silva
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La luz vaga... opaco el día, la llovizna cae y moja con sus hilos penetrantes la ciudad desierta y fría; por el aire tenebroso ignorada mano arroja un oscuro velo opaco de letal melancolía, y no hay nadie que, en lo íntimo, no se aquiete y se recoja al mirar las nieblas grises de la... |
De José Asunción Silva
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Estrellas que entre lo sombrío, de lo ignorado y de lo inmenso, asemejáis en el vacío, jirones pálidos de incienso, nebulosas que ardéis tan lejos en el infinito que aterra que sólo alcanzan los reflejos de vuestra luz hasta la tierra, astros que en abismos ignotos derramáis... |
De José Asunción Silva
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Juntos los dos reímos cierto día... ¡Ay, y reímos tanto que toda aquella risa bulliciosa se tornó pronto en llanto! Después juntos los dos alguna noche, lloramos mucho, tanto, que quedó como huella de las lágrimas... un misterioso encanto! Nacen hondos suspiros de la orgía entre las... |
De José Asunción Silva
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Oh voces silenciosas de los muertos! Cuando la hora muda y vestida de fúnebres crespones, desfilar haga ante mis turbios ojos sus fantasmas inciertos, sus pálidas visiones... ¡Oh voces silenciosas de los muertos! ... |
De José Asunción Silva
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Las cosas viejas, tristes, desteñidas, sin voz y sin color, saben secretos de las épocas muertas, de las vidas que ya nadie conserva en la memoria, y a veces a los hombres, cuando inquietos las miran y las palpan, con extrañas voces de agonizante dicen, paso, casi al oído, alguna... |