JAVIER SOLOGUREN | |
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![]() | Aún eres tú en medio de una incesante cascada de esmeraldas y de sombras, como una larga palabra de amor, como una pérdida total. Aún eres tú quien me tiene a sus pies como una blanca cadena de relámpagos, como una estatua en el mar, como una rosa deshecha en cortos sueños de nieve... |
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![]() | Allí donde Venecia vierte en sus canales el iris vespertino y Roma empolla la forma blanca y dorada de la edad, Florencia mira con fatigados ojos un horizonte de laureles. Brujas, la recogida, donde el silencio aún es cisne. Perenne colmenar de Salamanca, y clara, derramada dulzura en verso... |
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![]() | Yo sé, Muerte, que siempre tienes la puerta abierta. Y tocaré. Y sentirá la sangre misma su libertad tocar el cielo con relámpagos nuevos. |
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![]() | El Antiguo habla en mí. En mí despierta. Sus ojos son un agua cineraria. Un pálido nenúfar, su sonrisa. El Antiguo creyó saber, y su creencia fue sabiduría. Dobló la cabeza en el amor: Espuma es hoy blanquísima... |
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![]() | Voy de tu mano entre los limpios juncos, entre nubes ligeras, entre espacios de tierna sombra. Voy en tus ojos. Voy de tu mano como quien respira la pausa cálida del viento, como quien pisa en el aire blandos frutos, como quien bebe su risueño aroma. (No he de perder el trino y la corriente que te moja de libres claridades... |
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![]() | Oh, corazón, rey entre sombras, pastor de signos y de dudas, no se comulga en soledad, tu canto vuelva por los hombres. Que en él escuchen el latido, la brisa de tu sangre. Oh, corazón, oh, fuente alada, un alba de vigor y de ternura desde tu lecho se levante, una suave aurora teñida con la verdad de tu sangre. |
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![]() | Te alisas, amor, las alas, tus cálidas plumas. El oro de la tarde está muy quieto; Pero la angustia es mucho cielo, muchas celestes llamas huyendo de tus ojos. Otros países hay de niebla y lejanía, otras comarcas pudriéndose de frutos, otros espacios indecibles, amor... |