| Buscaremos a los dioses |
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Tú que sabes del tibio acento de las plumas y del calor infinito escondido en la nieve trata de penetrar en este vago porvenir de sueños en prodigio de savia o rosa adolescente. Recuerda que aún debajo del laurel está la axila resplandeciente de un cuerpo lejano; y encima del labio hay un sonido ... |
| Cuerpo o sonido |
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Toda a los labios son estrellas en este antiguo amor, en este gastado roce silencioso; y las cabelleras quisieran ser bosques o corazones implorando rostros Todavía hay horizonte en el goce de unos ojos y no escapan lunas ni mareas al golpe sombrío de unas voces. Todavía los cuerpos ... |
| De la resignación |
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Hubo manos que sumergieron fórmulas y quisieron volar como aire o corazón interminable. Hubo instantes en que el mar se creyó sangre y buscó las arterias. ... ... ... ... Por el cielo... un ángel sonreía. De: Primer consejo a los arcángeles del viento Selección: Guido ... |
| En busca del designio |
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Buscad labios perdidos, lejos del eco imaginario que despiertan unas plumas. Buscad corazones que saluden, más allá del parpadeo que nos une a la rosa. Buscad la luz más allá de los designios del alba, en el rostro de unas voces desveladas que subliman las últimas violetas. ... |
| Eres el anochecer |
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Allí donde comienza el silencio, estás tú, toda deseo, toda extensión como hierba o álamo solo que recoge el instante puro de unos sueños en la triste, tan triste presencia de unas manos sin venas, blancas y solitarias como el dolor, blancas y pausadas como el olvido mismo. ... |
| He visto |
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He visto atardecer tu rostro en el desvío de unos labios y al brillo del jazmín. He visto como a pesar de tu aparición sobre los cuerpos, piensas en el fuego y la sangre confundidos. He visto que para tu silencio no bastan soledades ni voces destruidas y que en un llanto sostienes las vigilias ... |
| Huida del cuerpo |
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Recorriendo tus labios busco en cada beso un sonido a flor o vena consumida, amoroso afán de un corazón vacío. En cada brazo que tristemente gime un pájaro silencioso muere en tus dedos; anhelando aéreo, fugitivo esa catarata de cabellos deshechos en ruidos de olvido. ... |
| La muerte está en el olvido |
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Tengo estos huesos hechos a las penas. MIGUEL HERNÁNDEZ Este cuerpo ya sobra en el olvido de un aéreo silencio vibrador donde los años llegan con rumor de arterias aplacadas sin sonido. Esta tristeza devuelve el dolor de unos muslos ausentes y perdidos tal espuma ... |
| Moriré en el sur |
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Háblame de tus venas y la espuma amarillenta de las lágrimas. Háblame del torrente salobre que los dioses desdeñan. Escucha la marcha de la muerte en un silencio hermoso como la delirante soledad de una tormenta. Háblame de la estrella rota en la lluvia y del espejo erguido ... |
| Mujer dormida |
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Estás sola en la playa, bienamada, y tu cuerpo acariciado por los vientos recuerda la espuma sollozante. Estás sola, mas en tu soledad virgíneos te rodean los sueños, y esa arquitectura tentadora del mar nimbando olas tal cuerpos poseídos. Sueñas, mas los sueño, amor mío ... |
| No hay instantes solos |
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La noche comprende esa música total de la boca creciendo en el tiempo. Por eso, nunca estamos solos, corazones ignorados, porque siempre una estrella nace en círculos deslizándose en la geometría de las manos, y la noche nos ubica como la sangre perdida que la pupila no entiende. ... |
| Noche con alas |
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¿Quién se acerca a los designios del labio? ¿Quién desnuda tus manos en un brillar de venas? Y al fin de la noche, ¿qué misterio párpado Vio ocultarse la última estrella tras el límite de tus ojos? De: Primer consejo a los arcángeles del viento Selección: Guido Ferrer |
| Para no amar |
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No quiero ya latidos que condenen justificando tu ausencia revelada, ni menos pechos doloridos que presuman la tristeza de tus manos. No quiero adivinarte las pupilas de sosiego, como luna para amar. Música esculpida en nieve, eres con rumor a flor incalculable. No quiero amor brillar ... |
| Plenitud de la tristeza |
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Tal la tristeza ciega, enhiesta como espada sin origen o muslo victorioso de muchacha. Alta... grácil. Así te tuve. Como difuso deseo, buscando graciosa criatura tu rostro bienamado en la ceniza. Nimbo solitario. Así me encuentro. El sol caía tal alba entre las hojas, ... |
| Preparación para el olvido |
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Qué triste es el sonido que busca las manos sin devolver ecos. Qué poco basta para entregar un labio al esquema de un beso. Y en fin qué solos quedamos cuando un llanto nos sobra y es inútil toda huída. ... |
| Presencia de unas lágrimas |
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Qué presentido sol o luna aparecida dio con el océano de tus lágrimas. No sé si eras una mariposa o el límite de una estrella. Eras tú misma... Ave que truncó su melodía en este cielo esculpido de sueños. Acaso eras una lágrima de nieve o una rosa que se desnuda en el alba. Acaso... ... |
| Primer consejo a los arcángeles del viento |
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Vosotros estáis callados arcángeles del viento. No sentís el temblor de unos muslos ni el clamor de las venas; no os importa el latido de una estrella ni el fin de la espuma. ¿Para qué iluminar las horas si no cantáis a la luna efímera que resbala en el cielo? ... |
| Ritornelo |
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Una lágrima o un beso. Un silencio entrecortado en rumores. Una mano de nieve.Atardecer. Cabellera en sombra. Lento paralelismo de unos labios. Una hoja que resbala en las pupilas.Nada más. De: Primer consejo a los arcángeles del viento Selección: Guido Ferrer |
| Soledad en el olvido |
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Sucede a tu silencio la tristeza; el ciego lamentar de unos labios en el rostro pertinaz y retenido de tu cuerpo eclipsado por el tiempo. Lejano está el resonar de dos alas que infinitas nos dieron el amor; el frágil suspiro adolescente que súbito llega hasta el sollozo. Todo pasa. ... |
| Sueño de unas sombras |
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Tú... en las estrellas. Yo... en el agua. Y así para nosotros la noche entró a los caminos como un buey de sombra. Se aquietaron las voces azules de los astros lejanos, y en un temblor de labios presentí el silencio. .......... ....... ......... Al despertar un jazmín de luz en tus palabras. ... |
| Volumen del olvido |
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Como una lejanía sin respuesta estás presente en todo: en los muslos renegridos de unos árboles, en la tibia ausencia de unas hojas detenidas en el cansancio sin forma del ser perdido habitante mojado de los atardeceres del sur. Todo está en tu aire tembloroso con fragancia ... |
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