☰ menú
 


ELÍAS LETELIER


listado de poemas

 
Abandono

Asisto al despojo del día con su luto de marfil herido, a la ausencia del que no volvió de la guerra, que sin decir su nombre quedó clavado en la monarquía del silencio. Sin ser carpintero ni ir más lejos, hago todo lo que pertenece al martillo: me voy de golpe en golpe cantando por el tajo abierto ...

Caminando solo

Amo la compostura ordenada del viento, su crespa uña de enredadera llega hasta mí y trae algunos olores de fuego al atardecer. Rodando bajo el árbol del silicio, entre la duda del cuarzo lechoso y la arrogancia laureada del ópalo, murmuro por las calles versos de Emily Dickinson, ...

Cómo te llamas?

Incógnito, pasa el reloj golpeando su itinerario, en una marcha rumbo al olvido: se parece a tus manos que laboran, a tus pies circunscritos a un agujero, a tus ojos que no tienen derecho a soñar. ¡Yo insisto en quedarme! Y mientras la piedra con su granulometría y tenaz monopolio ...

El ejecutado

Latió el metal y luego cayó muerto: cedió su voluntad al ejercicio del crimen y se marchó como el óxido, sangrando por los andamios de la tierra. Su grácil sombra quedó enterrada, como un cuchillo roto sobre una callada loma verde, en el lozano ábaco del bosque. ...

El muelle

Y en el universo, la curva del tiempo es mucho más grande que una manzana, se parece a una línea recta que el hombre no quiere entender. Allí, antes que existieran tus ojos, Dios, la Coca - Cola y el teléfono, el universo tenía sentido: era una lámpara, una manzana, una fábrica de ladrillos; ...

La hoja

La hoja, sin saber que está muerta, cambia la curvatura de su periferia y declina con el rigor de los cristales del agua, en el universo de cuanto nace. En su memoria de caída, su orfandad precipita el derrumbe de su calavera; se torna cieno y sume el néctar de su proceso en el poro ...

La marcha

Entre los rostros del bosque está la muerte con sus transmisores portátiles, hace gárgaras, vive saltando y reza, sacudiendo el misterio nocturno de la noche. Se parece a tus ojos cuando están cerrados, a tu boca dormida que murmura, a mi ausencia, tan junto a ti, ...

No me gustan estos versos

Cuando voy por las calles de los EE.UU. y veo a los niños, les extiendo mis manos, los abrazo, si puedo, y luego, triste me voy. Algún día, cuando estén más grandes los enviarán a mi país y allí, a mis hijos dejarán muertos. Tal vez, me disparen a mí, mientras, en otro lugar lea este poema. ...