| Ah, que tú escapes |
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A que tú escapes en el instante en el que ya habías alcanzado tu definición mejor. Ah, mi amiga, que tú no quieras creer las preguntas de esa estrella recién cortada, que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño, cuando en una misma agua ... |
| Consejos del ciclón |
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Cuando el negro come melocotón tiene los ojos azules. ¿En dónde encontrar sentido? El ciclón es un ojo con alas. Cuando el jubón se mancha de hielo frapé la cara se llena de arrugas. ¿En dónde encontrar sentido? Cuando la banderola se alza en sentido contrario a las agujas ... |
| Doble noche (I) |
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La noche no logra terminar, malhumorada permanece, adormeciendo a los gatos y a las hojas. Estar aprisionada entre dos globos de luces y mantener, como una cabellera que se esparce infinitamente, el oscuro capote de su misterio. La noche nos agarra un pie, nos clava en un árbol, ... |
| Doble noche (II) |
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Entré en el cuarto, no me decidí a encender la luz. Estaba un hombre sentado en un taburete, su espalda toda frente a mis ojos. No lo sentí como extraño ni alteraba la colocación de los muebles ni el botón de la luz. Como en una explicación casi inaudible dije: Uno. El otro, ... |
| El coche musical |
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No es el coche con el fuego cubierto, aquí el sonido. Valenzuela ha regado doce orquestas en el Parque Central. Empacho de faroles frigios, quioscos cariciosos de azul franela, mudables lágrimas compostelanas. Saltan de la siesta y alistan la cintura, para volar con las impulsiones... |
| Es el alba, en su rocío... |
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Es el alba, en su rocío la hoja pregunta al tacto si en su carne o cristal frío lo que siente en su contacto. Rueda la hoja al río y en su engaño... |
| Hai Kai en gerundio |
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El toro de Guisando no pregunta cómo ni cuándo, va creciendo y temblando. ¿Cómo? Acariciando el lomo del escarabajo de plomo, oro en el reflejo de oro contra el domo. ¿Cuándo? En el muro raspando, no sé si voy estando o estoy ya entre los aludidos de Menandro. ¿Cómo? ¿Cuándo? ... |
| La madre |
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Vi de nuevo el rostro de mi madre. Era una noche que parecía haber escindido la noche del sueño. La noche avanzaba o se detenía, cuchilla que cercena o soplo huracanado, pero el sueño no caminaba hacia su noche. Sentía que todo pesaba hacia arriba, allí hablabas, ... |
| La mujer y la casa |
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Hervías la leche y seguías las aromosas costumbres del café. Recorrías la casa con una medida sin desperdicios. Cada minucia un sacramento, como una ofrenda al peso de la noche. Todas tus horas están justificadas al pasar del comedor a la sala, donde están los retratos ... |
| Las barbas de un rey |
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¿Las puertas? Las barbas de un rey gótico que preside la caída de una piedra. Atravies la puerta, la nieve en la punta de los dedos escurre como una mirada que extrae granos de arena. ¿Salimos o entramos? Te aprieto las manos y nos quedamos adormecido son saltos y sobresaltos. ... |
| Le digo al amanecer... |
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Le digo al amanecer que venga pasito a paso, con su vestido de raso acabado de coser. El sinsonte vuelve ya a lavarse en el cantío... |
| Los dados de medianoche |
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Buscando la increada forma del logos de la imaginación, las serenas provocaciones del pájaro cuando se detiene y queda suspendido o la pesadumbre del pájaro apoyada en la punta de la rama sin doblegarla, me encontré con los sentidos necesarios para demostrar los axiomas, ... |
| Mi esposa María Luisa |
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En la azotea conversable, con riesgo de tu vida, lees la Biblia. Era toda su casa que ahora tropieza con el humo. Lees la Biblia donde una hoja traspasa el agua y las generaciones. Lees con temblor; recordando los hermanos muertos, el Salmo 23. Tu madre se lo leía al hijo que se va a morir. ... |
| Muerte de Narciso |
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Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo, envolviendo los labios que pasaban entre labios y vuelos desligados. La mano o el labio o el pájaro nevaban. Era el círculo en nieve que se abría. Mano era sin sangre la seda que borraba la perfección que muere de rodillas y en su celo se esconde ... |
| No hay que pasar (I) |
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No hay que pasar puentes de conchas de desprecios de recomenzar la búsqueda de las vihuelas crecidas o por más señas un brazo redoblante a castillo cerrado a traspiés de araña que presagiaban los lotos voy atravesando festones descolgados escamas destrenzadas mandando ... |
| No hay que pasar (II) |
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Mi mano de mármol gris mis olvidos o mi sola alma la navegación a medianoche hasta abrirse las tijeras y destruirse la rosa para dar cinco campanadas destruirse la rosa al pulsar el pájaro sin destruirse ni hundirse si resbalan violines o perros al septentrión o lo que ya cae ... |
| Noche insular: jardines invisibles |
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Más que lebrel, ligero y dividido al esparcir su dulce acometida, los miembros suyos, anillos y fragmentos, ruedan, desobediente son, al tiempo enemistado. Su vago verde gira en la estación más leve del rocío que no revela el cuerpo su oscura caja de cristales. El mundo suave... |
| Oda a Julián del Casal |
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Déjenlo, verdeante, que se vuelva; permitidle que salga de la fiesta a la terraza donde están dormidos. A los dormidos los cuidará quejoso, fijándose cómo se agrupa la mañana helada. La errante chispa de su verde errante, trazará círculos frente a los dormidos de la terraza, ... |
| Paradiso (fragmento) |
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Rodaba ya el primer cuadrante de la medianoche y José Cerní tarareaba y quería pasar más dentro del silencio. La noche caía incesante como si se hubiera apeado de un normando caballo de granja. Cerní se sentía apoyado por el traqueteo de los ómnibus, los dialogantes esquinados, ... |
| Pensamientos en la Habana |
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Porque habito un susurro como un velamen, una tierra donde el hielo es una reminiscencia, el fuego no puede izar un pájaro y quemarlo en una conversación de estilo calmo. Aunque ese estilo no me dicte un sollozo y un brinco tenue me deje vivir malhumorado, ... |
| Primera glorieta de la amistad (fragmento) |
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Se nos fue la vida hipostasiando, haciendo con los dioses un verano. Viene el ictusa la choza cantando el efímero y los dioses de la mano. Queríamos la carne de los dioses, el aliento, el pneuma ya guerrero. Estaba en el malvado mandadero el intelligere del Bosco... |
| Rapsodia para el mulo |
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Con qué seguro paso el mulo en el abismo. Lento es el mulo. Su misión no siente. Su destino frente a la piedra, piedra que sangra creando la abierta risa en las granadas. Su piel rajada, pequeñísimo triunfo ya en lo oscuro, pequeñísimo fango de alas ciegas. La ceguera, el vidrio y el agua... |
| Sonetos a la Virgen |
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I Deípara, paridora de Dios. Suave la giba del engañado para ser tuvo que aislar el trigo del ave, el ave de la flor, no ser del querer. El molino, Deípara, sea el que acabe la malacrianza del ser que es el romper. Retuércese la sombra, nadie alabe la fealdad, giba o millón de su poder. ... |
| Una oscura pradera me convida |
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Una oscura pradera me convida, sus manteles estables y ceñidos, giran en mí, en mi balcón se aduermen. Dominan su extensión, su indefinida cúpula de alabastro se recrea. Sobre las aguas del espejo, breve la voz en mitad de cien caminos, mi memoria prepara su sorpresa: gamo en el cielo, ... |
| Variaciones del árbol |
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La caída del árbol le distingue. Lento, si asciende, su atracción no crece. Sólo el árbol, quedando empieza a destruir su espacio; quemándose,retorna. Ya en los ojos la imagen bien hilada, las ramas vacilan en su incendio. Y los ojos, las piedras, sus hojas abren al nuevo siglo, que en mi sangre cruje. ... |
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