| Asunción del olvido |
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Se cumplirán los ritos: la memoria ejercerá su oficio dignamente derramando su lluvia de crepúsculos en los labios insomnes. Primero será un fuego, un crepitar de vidrios luminosos, un huracán de espuma sediento y fugitivo.Pero las viejas guzlas sonarán dulcemente entre las llamas, ... |
| Donde las manos de la amada, con su destreza, protagonizan una hermosa aventura |
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Hablan, cantan, respiran, amanecen. Vuelan, indagan, dudan, se cobijan. Averiguan, descubren, se apresuran. Amurallan, acechan, se confían. Avanzan, acometen, se detienen. Disimulan, conspiran, se deslizan. Prosiguen, se demoran, permanecen. Acosan, se apoderan, domestican. ... |
| El amor |
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Ella duerme despacio con un lento galope de gacelas reclinado en su frente. Es hermosa como una fruta fresca, como un ágata, como un tallado capitel. Escucho la lejana andadura de sus párpados, el navegar inmóvil de su olvido, su exacta placidez de hierbabuena. Una fragancia leve ... |
| El niño |
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Hay un niño que llega cada día ofreciendo su mínima intemperie sobre el claro mantel del desayuno. Levemente se asoma por la ventana gris de algún periódico, sin lágrimas ni risas en su rostro: sólo pura mirada y un humilde cansancio de terrores derramado en sus labios. ... |
| El Sur |
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No indagues en las brújulas, no busques remotas geografías, tus ojos no penetren el incendio de las constelaciones ni tus manos expriman el hermético sol de los jazmines. El Sur habita aquí, en la callada umbría de estos muros, en la alquimia del aire que juntos cada día respiramos. ... |
| Historia del hombre |
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1 ¿Y qué decir del hombre, cómo cantar su llanto, su tempestad callada que me ahoga? Ese montón oscuro de temblores que lanza desde el frío su mirada de arbusto dueño fue de un imperio de mañanas, dominador de ventisqueros. Nunca pudo ponerse el sol en su oceanía ... |
| Las muchachas y el mar |
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Toman el sol, tumbadas en la arena, bajo una exacta claridad rasgada de vuelos y abandonos, en frutal ofertorio la gloria de sus cuerpos, los sueños navegando por hondas geografías. Confían en el mar: nunca recelan de su aliento cercano, de esa casta apariencia que transmite ... |
| Las palabras |
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Llegan puras, calladas, como dulces insectos, invadiendo mi frente con su zumbido leve, portando entre sus alasesos frágiles fuegos que estallan en mi sangresus cascadas de vida. Me adivinan cansado de caminar el aire, de pulsar el espacioque me conduce a ellas, y entonan ... |
| Las sirenas |
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Vieron llegar la nave: como siempre elevaron sus cánticos pianísimos, sus murmullos de lluvia y arboleda que un céfiro brumoso llevaba lentamente a las sienes morenas de los hombres, allí, donde se oculta el desconsuelo y remotos paisajes se atesoran con el secreto brillo de su azogue... ... |
| Los ángeles del mar |
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Los ángeles del mar, cuando llega la noche, arrastran suavemente a los ahogados hasta playas amigas, y allí limpian sus cuerpos de algas y medusas y peinan sus cabellos con esmero para que no parezcan tan difuntos y sus madres, al verlos, no piensen en la muerte. ... |
| Los Arcángeles |
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Llegaron los arcángeles. Se supo que llegaban por una luz dorada que se esparció en la noche, cuando los sueños labran manantiales en la yerma memoria de las gentes. Podían escucharse sus pisadas de luna entre los árboles, el rumor de sus voces delgadas como espigas, ... |
| Los suicidas |
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Suicidarse en el mar es como desnacerse en el claustro materno, es como retornar a la tibieza de la verdad primera, redescubrir el hálito fugaz que nos perdura, quizás la certidumbre de que también el fin puede ser una forma de empezar. Hay suicidas muy torpes: tienen prisa ... |
| Monólogo con Mozart en tarde de lluvia |
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Quiero decirte, Wolfgang Amadeus, hermoso y fiel amigo, que esta tarde de lluvia me han hablado todos tus violoncelos: comentaban aquellos viejos días de salitre tan ebrios en la ausencia, tan repletos de arena y soledades, tan siempre regresados. Quiero decirte, Wolfgang Amadeus, ... |
| Propuesta |
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Hay que recuperar el tacto de la fiebre y el color de las noches, la antigüedad del bronce y el aroma del llanto, el grito de las águilas y el sabor del silencio, la timidez del aire. Hay que recuperar la humildad de los astros y el sonido del hambre, los caminos sin fecha y la altivez del junco, ... |
| Retrato en amatista |
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Dices muerte, y en tu palabra asoma la cicatriz, el hielo, la plenitud solemne de algún muro que nunca sabrá nadie dónde fue construido, qué jardines oculta, qué regiones ardidas aprisiona. A su conjuro acuden los pájaros más tristes, se posan en tus manos y derraman sus cánticos de luna . ... |
| Tercer ensueño |
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...Y si un día mi mar amaneciera con una nueva isla en su regazo, una isla nacida del oculto lugar donde los dioses reposan su pretérito esplendor, la quietud implacable de su olvido... Y si fuera una isla nacida en alborozo, de benigno perfil y tierno territorio, de playas como lámparas votivas, ... |
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