| El horno |
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Combando el cielo en olorosa tierra alza su nido el laborioso hornero, que convierte las pajas en lucero, y en miel, el barro que su pico aferra. Por eso el hombre que en su ser encierra todo el saber del universo entero, con gran acierto lo imitó al hornero, y horneó en el horno, el trigo de la sierra. ... |
| El lago |
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Sobre el terso cristal de malaquita que aprisiona el soberbio panorama, el carcaj de la aurora se derrama y el bridón de los Andes se encabrita. Su ala de nieve la leyenda agita, muerde las islas una roja llama, y de la ola el sonoro pentagrama el hachazo del viento decapita. Sofrena el sol su cuadriga ... |
| El médico de la aldea |
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Como el dulce Rabí de Galilea, con la sonrisa iluminó la infancia, y derramó de su alma la fragancia sobre la humilde gente de la aldea. Su espíritu en el Héspero aletea, su corazón palpita en nuestra estancia, y su mano a través de la distancia la plata de la luna espolvorea. San Vicente de Paúl ... |
| El río |
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Rastreando emerge del cristal de cromo, un yacaré con ojos de esmeralda, y serpentea entre la hierba gualda, bajo el fogoso luminar de plomo. Relampaguea en su quebrado lomo el polvo de oro que la orilla escalda, y un chiriguano de tostada espalda, asecha al saurio, con feroz aplomo. ... |
| El valle |
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Embozado en su poncho de alborada, la lluvia de oro el sembrador apura, y el cielo escarcha la pupila oscura del buey que yergue su cerviz lunada. Bajo el radiante luminar caldeada, de agua clara, la tierra se satura, y la mano del viento en la llanura, riza de sol la glauca marejada. Cuaja el otoño ... |
| La casa solariega |
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Mordiendo la granítica quebrada se yergue la casona solariega, alba de sol, con la pupila ciega, y su techumbre de ala ensangrentada. Con rumores de espuma la cascada sus vetustas murallas enjalbega, y en luminoso tornasol despliega su cola el pavo real de la cañada. Su arquitectura colonial evoca ... |
| La leyenda de El Dorado |
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Bajo el ardiente luminar del trópico, como el hidalgo Caballero Andante, jinete en ilusorio rocinante, sueña don Ñuflo con un país utópico. En la pupila azul de un lago hipnótico, ve una ciudad de mármol relumbrante, almenas de ónix, fuentes de brillante, y aves canoras de plumaje exótico. ... |
| La montaña |
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Flagela el rayo la erizada cumbre, el huracán en sus aristas choca, y arranca airado con la mano loca su helada barba de encrespado alumbre. Rueda irisado de bermeja lumbre el turbión que en cascada se disloca, y hunde a combazos la ventruda roca, para que el oro en su oquedad relumbre. ... |
| La selva |
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Con salvaje lujuria de pantera se enardece la selva en el estío, y el huracán con ímpetu bravío destrenza su olorosa cabellera. Blonda cascada de hojas reverbera sobre el ramaje trémulo y sombrío, que troncha el rayo en rudo desafío, incendiando el plumón de su cimera. Se retuerce la jungla ... |
| La vicuña |
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Esbelta y ágil la gentil vicuña rauda atraviesa por la hirsuta loma, y en su nervioso remo de paloma, las graníticas rocas apezuña. El sol de gemas, en su disco acuña, la testa erguida que al abismo asoma, y en sus pupilas de obsidiana doma la catarata que el alfanje empuña. Su grácil cuello ... |
| Romance del héroe |
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Oh, General don Esteban honor y prez de la Historia, canción de huayño serrano que en los charangos retoña. Tu nombre llegó a nosotros cuajado en sangre de coplas y floreció en la garganta silvestre de las palomas. Fue en esta tierra morena donde las quenas sollozan y el sol que dora las mieses ... |
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