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CAROLINA CORONADO


listado de poemas

 
A la mariposa

Bien hayan, mariposa, las bellas alas como el aire leves, que inquieta y vagarosa entre las flores mueves, ostentando tu púrpura preciosa. De blanda primavera bien haya la callada y fiel vecina, la dulce compañera del alba cristalina, perdida entre la flor de la pradera. Ligera y afanosa...

A las poetisas (Invitación)

(1845) ¿Queréis formar un coro, hermosas las del canto peregrino, más dulce, más sonoro que el rumor argentino del agua y de los pájaros el trino? ¿No veis cómo las aves cantan en amigable compañía a unos acentos graves los otros de alegría, uniendo en perfectísima armonía? ...

Ay Transportad mi corazón al cielo

¡Ay! transportad mi corazón al cielo Ángeles peregrinos que habitáis las moradas divinas del Oriente y que mecidos sobre el claro ambiente por los espacios del mortal vagáis. A vosotros un alma enamorada os pide sin cesar en su lamento alas, para cruzar del firmamento la senda ...

Ay! ¡Transportad mi corazón al cielo!

Ay! ¡Transportad mi corazón al cielo! Ángeles peregrinos que habitáis las moradas divinas del Oriente y que mecidos sobre el claro ambiente por los espacios del mortal vagáis. A vosotros un alma enamorada os pide sin cesar en su lamento alas, para cruzar del firmamento...

Bendito seas, Alberto

(1845) Aunque serena y callada a tus suspiros me veas, no indiferente me creas; es que el alma enamorada diciendo está embelesada Alberto, bendito seas. Si a responderte no acierto cuando me vienes hablando, ¿piensas que tu voz no advierto? pues es que estoy murmurando ...

El amor de los amores (I y II)

I ¿Cómo te llamaré para que entiendas que me dirijo a ti ¡dulce amor mío! cuando lleguen al mundo las ofrendas que desde oculta soledad te envío?... A ti, sin nombre para mí en la tierra ¿cómo te llamaré con aquel nombre, tan claro, que no pueda ningún hombre confundirlo, ...

El amor de los amores (III y IV)

Dejaba apenas la inocente cuna cuando una hermosa noche en la pradera los juegos suspendí por ver la luna y en sus rayos te vi, la vez primera. Otra tarde después, cruzando el monte, vi venir la tormenta de repente, y por segunda vez, más vivamente alumbró tu mirada...

El amor de mis amores (V y VI)

Aquí tu barca está sobre la arena: desierta miro la extensión marina: te llamo sin censar con tu bocina y no pareces a calmar mi pena. Aquí estoy en la barca triste y sola aguardando a mi amado noche y día; llega a mis pies la espuma de la ola, y huye otra vez, cual la esperanza mía. ¡Blanca...

El marido verdugo

Teméis de ésa que puebla las montañas Turba de brutos fiera el desenfreno?... ¡Más feroces dañinas alimañas La madre sociedad nutre en su seno! Bullen, de humanas formas revestidos, Torpes vivientes entre humanos seres, Que ceban el placer de sus sentidos En el llanto infeliz...

La luna es una ausencia

Y tú, ¿quién eres de la noche errante aparición que pasas silenciosa, cruzando los espacios ondulante tras los vapores de la nube acuosa? negra la tierra, triste el firmamento, ciegos mis ojos sin tu luz estaban, y suspirando entre el oscuro viento tenebrosos espíritus vagaban. ...

La poetisa en un pueblo

Ya viene, mírala! ¿Quién? —Ésa que saca las copias. —Jesús, qué mujer tan rara. —Tiene los ojos de loca. Diga V., don Marcelino, ¿será verdad que ella sola hace versos sin maestro? —¡Qué locura!, no señora; anoche nos convencimos de que es mentira, en la boda: si tiene esa habilidad...

La rosa blanca

¿Cuál de las hijas del verano ardiente, cándida rosa, iguala a tu hermosura, la suavísima tez y la frescura que brotan de tu faz resplandeciente? La sonrosada luz de alba naciente no muestra al desplegarse más dulzura, ni el ala de los cisnes la blancura que el peregrino cerco ...

Nada resta de ti

(1848) Nada resta de ti...te hundió el abismo... te tragaron los monstruos de los mares. No quedan en los fúnebres lugares ni los huesos siquiera de ti mismo. Fácil de comprender, amante Alberto, es que perdieras en el mar la vida, mas no comprende el alma dolorida ...

No hay nada más triste que el último adiós

Si dos con el alma se amaron en vida y al fin se separan en vida los dos. ¿Sabéis que es tan grande la pena sentida que nada hay más triste que el último adiós? En esa palabra que breve murmuran, en ese gemido que exhalan los dos, ni verse prometen, ni amarse se juran, que en esa...

Oh cuál te adoro

¡Oh cuál te adoro! ¡Oh cuál te adoro! Con la luz del día tu nombre invoco apasionada y triste, y cuando el cielo en sombras se reviste aún te llama exaltada el alma mía. Tú eres el tiempo que mis horas guía, tú eres la idea que a mi mente asiste, porque en ti se concentra cuanto exite, mi pasión, . ...

Rosa blanca

La luz del día se apaga; rosa blanca, sola y muda, entre los álamos vaga de la arboleda desnuda. Y se desliza tan leve que el pájaro, adormecido, toma su andar por ruido de hoja que la brisa mueve. Ni para ver en su ocaso al sol hermoso un instante ha detenido su paso indiferente...

Rosa blanca

La luz del día se apaga; rosa blanca, sola y muda, entre los álamos vaga de la arboleda desnuda. Y se desliza tan leve que el pájaro, adormecido, toma su andar por ruido de hoja que la brisa mueve. Ni para ver en su ocaso al sol hermoso un instante ha detenido su paso indiferente y errante. ...

Siempre tú

La niebla del diciembre quebrantaba del sol los melancólicos fulgores cuando en mi corazón de tus amores el acento primero resonaba. El segundo diciembre se acercaba trayendo para mí nieblas mayores que a merced de los vientos bramadores tu nave en el Atlántico bogaba. ...

Una corona no, dadme una rama *

Una corona, no, dadme una rama de la adelfa del Gévora querido, y mi genio, si hay genio, habrá obtenido un galardón más grato que la fama. No importa al porvenir cómo se llama la que el mundo decís que dio al olvido; de mi patria en el alma está escondido ese nombre, que aún vive, ...