| A qué apenarse tanto |
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¿A qué apenarse tanto por las pequeñas cosas? Guardemos el pesar para lo irreversible. Si se olvidan los besos y marchitan las rosas, soportemos la vida, con ánimo apacible. Vistámonos con alas de etéreas mariposas, soñemos en lo alto la cumbre inaccesible, ... |
| Bordados de Dios |
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¿Qué quiere decir glauco? Muy simplemente, verde.Y añil, ¿qué significa? Azul; es bien sencillo.¿Y el escarlata, madre? Di, para que me acuerde, como siempre recuerdo que el gualdo es amarillo.Del latín scarlatum deriva el carmesí, o más preciso el rojo, ... |
| Buenos Aires |
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No tendrá Buenos Aires un río de cobalto ni en sus cofres tesoros de vivas esmeraldas, pero el cielo celeste es bandera en lo alto y extensa pampa verde se brinda a sus espaldas. Falto de Budas de oro o faroles de piedra, alminares curiosos o jardines alados, ... |
| Cuentos, cuentos... |
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Hablemos, madre mía, para que estés contenta, del collar de guijarros que enfila la corriente, de la mansa ovejita que el pastor apacienta y del pompón de sueños de la Bella Durmiente. De las hojas de plátano que barrió la tormenta y las briznas de musgo que ondulan bajo el puente, ... |
| Dice la niña |
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Las madres las hicieron miles de Blancanieves, cientos de Cenicientas y alguna Rapunzel; y por eso son lindas y de pisadas leves, y tienen la frescura de la col en la piel. Las madres las hicieron... o rubias o morenas, sus cabellos oscuros alféizar de ventana o con trenzas de oro; ... |
| Dios existe |
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Dos de la madrugada. En trémula zozobra; los silencios, vivientes; la oscuridad sin borde; cuando la fuerza falta y la tristeza sobra, en soledad infinita para estar más acorde. De improviso resuena el son de un benteveo con tono tan alegre que regocija el alma, y es tal la donosura ... |
| El antiguo jardín |
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Quedó abrazada al muro, amante, la glicina, y grávido de frutos de oro, el limonero; la cola de tijera mostró una golondrina y el gorrión revolando, de píos mensajero. Debajo de los árboles era la hierba fina que peinara amoroso, a diario el jardinero; la estrella federal sangraba ... |
| El castillo |
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Un castillo de arena. Lleno el foso de espuma, subterráneos cruzándose en unión con el mar, portal de caracoles, en la cresta una pluma que acaso una gaviota dejara al revolar. Moldes por centinelas en muralla alineados circuyen tal alcázar, diseño en redondel, y a través de los túneles, ... |
| El mensaje perdido |
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Se lo ha llevado el viento, esa mano de olvido, el pequeño mensaje que quedara en la puerta; se fue sobrevolando, como ebrio o perdido, la rumorosa calle, en la tarde desierta. Allá irá, todo alma de amor estremecido, náufrago diminuto con dirección incierta, agonizante espíritu, el que pudo ... |
| El muñeco roto |
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En el entusiasmo del dulce embeleco, nunca imaginara que tal vez un día, con peluca suelta quedara el muñeco, los ojos ausentes, la testa vacía. Sin fondo, un abismo, semejaba el hueco del cráneo desierto, y en esa agonía, a pesar de todo, resonaba el eco del tierno Mamá , ... |
| El niño dormido |
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No levantes la voz: el niño está dormido. Contén el paso, espera, aguarda en cauto acecho; que no se mueva el aire, ni se oiga el menor ruido, para que en tierna paz, te aproximes al lecho. Mírale sonriente al almohadón asido, el oso de su vida apretándole el pecho, en la mano, ... |
| El perdón |
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Hacerme perdonar, en mi humildad pretendo, de aquellos que herir pude, o, también, olvidado, de los que de algún modo, sin querer o queriendo, provoqué con molestias o, tal vez, agraviado. De los que nada tienen y a los que acaso ofendo con lo poco o lo mucho que por Dios ... |
| Hijos |
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Lo sabréis desde ahora -para eso sois mi vida-: cuando un día me vaya, no será que lo quiera, así lo habrá dispuesto, en lugar y medida, el Señor que en lo alto a todos nos espera. No habrá de serme fácil la última partida, aunque habré de esforzarme en parecer entera; pensaré, para el caso, ... |
| Hit et nunc |
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Como San Pablo, digo: -Aquí, Señor, y ahora. No habré de malgastar el tiempo que me diste, tampoco ha de encontrarme nuevamente la aurora con las vacilaciones del medroso o el triste. Ni siquiera con dudas que malogren la hora -en que, tal vez, para algo supremo me elegiste-, dilaciones inútiles, ... |
| Imágenes de Salta |
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Señor de los Milagros Señor de los Milagros, cuya presencia data de por el mil seiscientos en valles calchaquíes; Señor, en Cruz tan negra, contra rayos de plata, con heridas sangrantes que cuajan en rubíes. ¿Dónde quedó tu manto de púrpura escarlata, patrono de maizales ... |
| Incomprensión |
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No comprendes, amor, cuál es mi sentimiento; en vano lo traduzco y en vano te lo explico. A veces me parece que ha llegado el momento de aclarártelo igual que obramos con un chico. No comprendes, amor, que todo lo que siento -y en esto, ya lo sabes, ni dudo ni claudico- ... |
| La hormiga |
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Sin saber que es domingo, ruidoso día de fiesta, va llevando su carga la minúscula hormiga: el trozo de una hoja en perfilada cresta columpiase oscilante sin impedir que siga. Apenas se apresura, que caminar le cuesta, y se esfuerza consciente pues el deber la obliga, , ... |
| La mariposa |
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Al pasar por la calle, cae una mariposa. Revolando insegura se pierde entre la gente, tornadizo vilano o pétalo de rosa, burbuja de jabón, pajarita luciente. Tras ella acude el alma, como ella, temerosa de que tanto ajetreo le cause un accidente, hasta que en tenue aleo ... |
| La nubecita |
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Llévame nubecita a lo alto contigo y cúbreme amorosa con tu cendal de gasa; que tu orla de tul me sirva, leve abrigo, para que no me falte el amor de la casa. Llévame tú que eres, de mis ansias testigo, ceniciento vigía, fino polvo de brasa, incansable viajera detrás de mi postigo; llévame ... |
| La procesión |
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La imagen del Señor va llegando de lejos sobre la muchedumbre la figura resalta; circuida por rayos de argentinos reflejos: se acerca sobre hombres de la intrépida Salta. Detrás, es como un río de vibrantes cortejos, los ojos en la Cruz, que el entusiasmo exalta, ... |
| Los gorriones |
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Dentro todo es silencio y sombra todavía; afuera entre las rejas de los amplios balcones que doran las primeras claridades del día revuelan bulliciosos y a solas los gorriones. Son bandada, y oyéndolos, acaso, se diría que de alegres coloquios fueran conversaciones esas músicas locas ... |
| Mi físico |
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No he sido nunca linda tal vez quise ser altay la piel de mis hombros se acentúa morena (al decir esto, claro, una verdad resalta: que tampoco mi espalda ha de ser de azucena). No tuve grandes ojos, y ahora aún me falta el gracioso caer de ondulada melena; tampoco es mío el rosa ... |
| No le hables de la muerte... |
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No le hables de la muerte, háblale de las flores, de la aurora dorada y el ocaso de fuego, del azul del océano y el arco de colores, de los ríos de plata y el astro sin sosiego. Cuéntale del amante los dichosos amores, del reír de los niños eternamente en juego, del canto del poeta ... |
| Vilano |
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¡Panadero con pan! ¡Panadero sin pan!, alborozados niños exclaman. ¡Y que vuelva!, al tiempo que hacia el aire con infantil afán resoplan el vilano para que se disuelva. Otros, junto a la arcada entre patio y zaguán, constreñida en follaje una fragante selva, ... |
| Yo me pregunto, madre... |
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Yo me pregunto, madre: ¿No se gasta la pila que la sutil luciérnaga para alumbrarse tiene? ¿Y tampoco concluye cuando la araña hila el misterioso ovillo que encubierto mantiene? ¿En qué forma se ensartan anillos las orugas; bolitas coloradas por ojos los conejos; ... |
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