| Canto |
|
¡Ah, nada, nada es mío! Ni el tono de mi voz, ni mis ausentes manos, ni mis brazos lejanos. Todo lo he recibido. Ah, nada, nada es mío. Soy como los reflejos de un lago tenebroso o el eco de las voces en el fondo de un pozo azul cuando ha llovido. Todo lo he recibido: como el agua o el cristal ... |
| Castigo |
|
Transformará Minerva tus cabellos en serpientes y un día al contemplarte como en un templo oscuro, con destellos, seré de piedra, para amarte. |
| El balcón |
|
En el verano de un balcón, en Francia, mirábamos los cedros extranjeros y un demasiado azul en la distancia lago, lejos de ceibos y jilgueros. Nos gustaba una patria más vacía: no hay aquí una palmera, yo decía, no nos despierta el canto de las aves con las aguas... |
| Enumeración de la patria |
|
Oh, desmedido territorio nuestro, violentísimo y párvulo. Te muestro en un infiel espejo: tus paisanos esplendores, tus campos y veranos sonoros de relinchos quebradizos, tus noches y caminos despoblados y con rebaños de ojos constelados. Entre bandadas de árboles mestizos, entre... |
| Ruego |
|
Quiero otras sombras de oro, otras palmeras con otros vuelos de aves extranjeras, quiero calles distintas, en la nieve, un barro diferente cuando llueve, quiero el férvido olor de otras maderas, quiero el fuego con llamas forasteras, otras canciones, otras asperezas, que no haya conocido ... |
|