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ELISEO DIEGO


listado de poemas

 
Arqueología

Dirán entonces: aquí estuvo la sala, y más allá, donde encontramos los fragmentos de levísimo barro, el sitio del calor y la dicha. Luego vendrá una pausa, mientras el viento alisa los hierbajos inconsolables; pero ni un soplo habrá que les evoque la risa, el buenas tardes,el ...

Artesanos

Pules y pules, ves, el duro verde hasta que al fin brota. Le has querido forma de pétalo.(Más tarde alguien, sagaz, dirá: el hacha tiene forma de pétalo.)A solas pules y pules en la luz de octubre hasta que asoma el alma de la piedra en un hoy sonriente.Lejos está mañana, ...

Bajo los astros

Es así que la casa deshabitada, por la tarde, suena de pronto como el cordaje de un barco. Vibran a solas los cristales vacíos, la penumbra quisiera conmovernos, y el animal pequeño, el de lustrosa piel en los rincones, trémulo huye, como siempre, a los altos...

Casaca de púrpura

No tienes otro amigo. Tú no tienes nada, no tienes más, tú no tienes otro amigo. Sólo un gato. Sus orejas...

Comienza un lunes

La eternidad por fin comienza un lunes y el día siguiente apenas tiene nombre y el otro es el oscuro, al abolido. Y en él se apagan todos los murmullos y aquel rostro qua amábamos se esfuma y en vano es ya la espera, nadie viene. La eternidad ignora las costumbres, le da lo mismo rojo...

Con un gesto

El gato mira con sus ojos de oro, pero no dice nada. El perro, en cambio, aúlla incansable. La muerte acaricia al gato y le concede...

Cristóbal Colón inventa el Nuevo Mundo

Toda la noche, toda, Cristóbal Colón oye pasar los pájaros. Viniendo del abismo, sin fin, a ráfagas, miles y miles de pájaros. Sobre los mástiles, atravesando, acribillando las tinieblas, allá, el ruido de las alas de los pájaros. Viniendo del vacío, del abismo, el ruido, el trueno de la vida...

Daguerrotipo de una desconocida

Esa muchacha que en el daguerrotipo está mirándonos, que no sabemos quién fue ni como se llamaba; esa muchacha tan deliciosamente fresca bajo su blusa de encajes, frágil con el temblor del pájaro que una vez hemos tenido en la mano; el óvalo de cuya cara nos hiere de belleza, las líneas...

De la penumbra

Las excelentes cacatúas pasean por los balcones y se indignan de pronto. La cólera de la cacatúa es repentina y voraz como la llama de un fósforo en el miércoles. No se conoce caducidad semejante. Las más antiguas son razonables y necias. Miran con el ojillo brillante, se contonean...

Donde nunca jamás se lo imaginan

Entonces ya es seguro que estás muerto No volveremos otra vez a verte Jugar con el aliento de los hartos Al escribir como al desgano: Che, Sobre el dineroEntre leyendas Viniste brevemente a nuestro día Para después marcharte entre leyendas. Cruzabas en la sombra, rápido ...

El almacén

El almacén, señores, el ardiente almacén de costados dolorosos, en la esquina del polvo, reluciente de fealdad, a quien deslumbra el foso en que se hunden las sombras, y los cantos; foso del mediodía, ceniciento de sabor, infinito para tantos; el almacén, señores, que yo siento como...

El color rojo

El color rojo de los pueblos, antiguo, fervoroso y tenaz en la memoria del almacén nocturno arde como borroso puño y escritura sagrada y ágil máscara de fiebre, de tal forma que nunca podremos descifrar el angustiado parlamento, el discurso veraz y las noticias seniles de la fiesta...

El espejo

El espejo de óvalo limpio contempla un solo movimiento que hace la rama del álamo, cuando a veces golpea en los cristales. Todo lo demás: el rojo de las cortinas, la mesa y el hombre, hace posible al espejo en su contemplación de la sombra levísima. A veces esto se interrumpe, y sopla...

El general a veces nos decía

El general a veces nos decía extendiendo sus manos transparentes: así fue que lo vimo aquel día en la tranquila lluvia indiferente sobre el negro caballo memorable . Suavizaba la sombra del alero su camisa de nieve irreprochable y el arco duro del perfil severo. ...

El niño en su cuarto

Tienes miedo esta noche: los ladrones están afuera entre las hojas mirando la ventana. ¡El oro del cristal en la sombra! Y los ladrones a través de las hojas numerosas...

El oscuro esplendor

Juega el niño con unas pocas piedras inocentes en el cantero gastado y roto como paño de vieja. Yo pregunto: qué irremediable catástrofe separa sus manos de mi frente de arena, su boca de mis ojos impasibles. Y suplico al menudo señor que sabe conmover la tranquila tristeza de las flores, ...

El primer discurso

En la calzada más bien enorme de Jesús del Monte donde la demasiada luz forma otras paredes con el polvo cansa mi principal costumbre de recordar un nombre, y ya voy figurándome que soy algún portón insomne que fijamente mira el ruido suave de las sombras alrededor...

El sitio en que tan bien se está

EL sitio donde gustamos las costumbres, las distracciones y demoras de la suerte, y el sabor breve por más que sea denso, difícil de cruzarlo como fragancia de madera, el nocturno café, bueno para decir esto es la vida, confúndanse la tarde y el gusto, no pase nada, todo sea lento...

El viejo payaso a su hijo

1 Avanza ya, hijo mío, desde el vano donde los pliegues de la recia púrpura ocultan la impudicia de las máquinas tan útiles, es cierto , el abandono de los grandes telones que han colgado como pájaros muertos en el polvo; avanza desde la sombra y haz tu reverencia como si nunca fueses a volver. ...

Elegía con un poco de amargura

Ésta es otra elegía, pero dedicada a un hombre desagradable, vecino mío, que nunca quiso saludarme. No sé, por tanto, cómo se llamaba. Cara de limón, cara de perro malo, jamás se rebajó a mirarme siquiera. Vivíamos los dos en la misma calle. Un día tras otro nos desencontrábamos. ...

Elegía para un hombre llamado Gonzalo

Esta es una elegía para mi amigo Gonzalo. Que no fue un héroe ni fue un gran músico ni siquiera un novelista famoso. Fue, sencillamente, Gonzalo. Tenía la cara redonda de azoro de tanto sentirse ser Gonzalo. Y tenía unas gafitas montadas...

Elogio de sus cosas, sus vestidos

Me abismo en ti, contemplo las ropas que escogiste cuidadosa para ser tú en el hoy de esta mañana. Tu blusa admiro, tan sencilla y grácil, y alabo tus sandalias populares y el pañuelo que ciñe con su fiesta el cabello soleado. Y ese anillo retorcido y antiguo que va en tu mano...

En el árbol dorado

El fornido judío, pájaro de pico poderoso y negrísimo lustre. La espesura es de una sequedad espléndida, donde hasta la sombra es la justa, bajo los árboles de quemados nombres: cupey, almácigo, espino del aroma. En la parte dorada de los árboles el judío se ensimisma y...

En el medio mismo del día

En medio de una rugiente avalancha de luz está mi padre. La luz arranca destellos, no, de saltos de furiosa nieve a la pequeña escalinata que mi padre diseñó desde un humilde orgullo, y vuelan en astillas de luz los troncos de las palmas. Cómo sus ropas arden en blanquísimas ascuas...

En esta sola, en esta única tarde

El león ha comido, el tigre ha comido, el elefante inmenso como la paz ha comido. El camello ha bebido, la cebra se ha dormido, y el mono viejo tiene su sitio en el asombro. Mira, pero el perro que vino alentando su azoro, no ha...

En la cocina

Enrosca el gato su delicia de sí sobre sí mismo, duerme de su principio a fin, secreto.En tanto esboza la penumbra disidencias de cazuelas y potes, resistentes al imperio del sueño.Cae el mundo por el filo del agua, gruñe para sí el fuego, pero el gato lo ignora:permanece ...

Entre la dicha y la tiniebla

Como quien toca con un dedo la punta fría del agua, mareándose de sólo su transparencia demasiada, me he puesto yo a mirar el no ser infinito que me aguarda. Los soldados de plomo están apenas en su caja y entre la dicha y la tiniebla no queda sino el filo de la lámpara. ...

Es un desconocido

Es un desconocido quien pregunta por la...

Esta mujer

Esta mujer que reclinada junto a la borda inmóvil de su casa soporta con las manos arrugadas el peso dócil de su tedio, sólo escuchando el tiempo que le pasa sin gracia ni remedio. Esta mujer, desde la borda blanca de su balcón, que el patio encierra, mira correr, ansiosa y sorda, ...

Fracaso

El piano al mediodía, solo, de álamo en álamo la música, de resol en penumbra, no se levanta, no remonta, se cae del ala, pía, la música, vuelve otra vez, anhela, sube, sube, de pronto la dicha cruza en una ráfaga, tropieza con la luz, no puede, tiembla, quisiera ser, la ...

Hermanos

El ron de mis mayores me protege contra el terror de ya no ser mañana. Timor mortis conturbat me. Me dice el frágil ido aquí a mi lado que él es mi hermano, y es verdad. Timor mortis conturbat me. Por nuestras venas corre el ron que un día sobre el cofre del muerto se...

Invierno

Vienen noticias del atroz invierno, las traen veloces hojas amarillas, dicen que pasa el frío las orillas de la piedad, soplando del averno. Que el norte salta de la luna el cuerno, que los navíos crujen en astillas y que las desoladas maravillas no tienen fin, o puede que uno...

La casa abandonada

Hacia el final de la escalera te has dado vuelta: en el vacío de abajo el viento solitario hace las veces de trajín, y la penumbra está sucia de olvido. Pero arriba, en el piso de arriba, el cúmulo de inútil sueño aguarda. ¿Vas a entrar en él, a sumergirte? Con la mano puesta en el balaustre, acariciándolo ...

La fiesta

Los viejos liberales han traído sus sombreros de paja pobre y dura, los trajes escarchados y la oscura señal de algunos rostros conmovidos. Aquel negro de bíblica estatura conversa con un viejo decidido, mientras los breves rosas y sonidos de la fiesta despliegan su...

La niña en el bosque

Caperuza del alma, está en lo oscuro el lobo, donde nunca sospecharías, y te mira desde su roca de miseria, su soledad, su enorme hambre. Tú le preguntas: ¿por qué tienes esos ojos redondos? Y él responde, ciego, para mirarte...

La página en blanco

Me da terror este papel en blanco tendido frente a mí como el vacío por el que iré bajando línea a línea descolgándome a pulso pozo adentro sin saber dónde voy ni cómo subo trepando atrás palabra tras palabra que apenas sé qué son sino son sólo fragmentos de mí mismo...

La pirámide y la joven

Esta que tengo entre las manos, con temblor, con orgullo, sonriendo para mí secretamente, es una foto de mi hija Fefé sentada en lo más alto de la augusta pirámide de Teotihuacán, en México. Nada se ve de la pirámide, sólo el frágil perfil de la muchacha, el rojo y el azul...

Lamento por la diosa pequeña

Lívida luna, vas huyendo hacia la parte del silencio, y quién detrás, y quién viene ligero como el tiempo. Quién si no el tiempo, mi señora, quién si no el tiempo, can oscuro, te hace volar entre la noche...

Las guitarras

Los músicos halagan sus cariñosas guitarras. La muerte, de antiguo dril, escucha inmóvil. Los músicos elogian al sol y enumeran con delicia las dulzuras más importantes. La muerte, de antiguo...

Las herramientas todas del hombre

Éstas son todas las herramientas de este mundo. Las herramientas todas que el hombre hizo para afianzarse bien en este mundo. Éstas son las navajas de filo exacto con que se afeita al tiempo. Y éstas tijeras para cortar los paños, para cortar los hipogrifos y las flores...

Mientras como este pan

Mientras como este pan que me aprovecha porque en Cuba se fue al exilio el hambre con su madre avaricia de la mano —pues la doña no escucha otro argumento sino el alto clamor de la metralla— pienso en aquel que fui no sé ni cuándo y en el otro que soy en otra parte comiendo a gusto...

Muchacha de la Madona

Hiere el perfil de la Madona su delicada perfección lastima los ojos insaciables; ella no tiene culpa: es ella, la muchacha, la que borda la luz, la que sonríe junto al pozo del año, frágil, menuda hija del vecino de siempre, sólo ella; pero, ligeramente vuelta, ladeada no más un poco hacia la gloria, ...

Mujer cosiendo

Afuera está el escándalo del sol, y la garganta de la cal desollada que responde bramando de terror: la zarabanda maníaca de la luz -la quema grande. Y adentro, fresca, la penumbra como un baño de paz -agua del bosque de la eterna delicia- la penumbra en que tu aguja salta ...

No es más

Un poema no es más que una conversación en la penumbra del horno viejo, cuando ya todos se han ido, y cruje afuera el hondo bosque; un poema no es más que unas palabras que uno ha querido, y cambian de sitio con el tiempo, y ya no son más que una mancha, una esperanza...

Nostalgia de por la tarde

El que tenía costumbre de poner las manos sobre la mesa blanca junto al pan y el agua, traje rugoso de fervor y alpaca, y aquella su esperanza filial en los domingos, ya no conmueve nunca el suave pensamiento de la fronda con el doblado consejo de su paso...

Oda a la joven luz

En mi país la luz es mucho más que el tiempo, se demora con extraña delicia en los contornos militares de todo, en las reliquias escuetas del diluvio. La luz en mi país resiste a la memoria como el oro al sudor de la codicia, perdura entre sí misma, nos ignora desde su ajeno...

Otoño

Por el otoño adentro el humo vuela llevándose el aroma del verano. Quedan los frutos de su amor lejano en una luz que la nostalgia vela. Húyese el tiempo y al dejarnos hiela su no estar tan extraño, tan humano. Se nos cae la penumbra de la mano, gruñe el silencio como un perro...

Padre e hijo

Tira de tu carrito, hálalo y llévalo contigo adonde aquel sol tan bonito corriendo se te esconde y a la luna la deja que nos ronde. Que nos ronde la luna con su lívida cara de payaso y nos lleve una a una las horas, y de paso nos deje así a los dos a tiempo raso. Ya no eres más un niño...

Pequeña historia de Cuba

Cuando en los pueblos la tarde cae de polvo a púrpura, en Bejucal o en Santa María del Rosario, Calabazar, rincón de soledades, Artemisa del alma o misterioso Guáimaro, la gente se va a los parques. Desde la tierra los ojos lentos suben a la locura del murciélago yendo y ahondando...

Primavera

No es una delicada primavera quien bulle en el jardín haciendo flores, negra de arcilla y manchas de colores y de toda sustancia verdadera. No es una frágil niña pinturera quien le prende a la tierra mil amores y con la nada borda los primores en que se mira la creación...

Pues mira tú: es verdad

Pues mira tú: es verdad, no acaban nunca la mudez y sordera de la muerte ni su infinita indiferencia helada. ¿Qué importa entonces que destroce a un niño con su pico voraz el hambre y corte la menuda conciencia en pleno azoro de no saber por qué la sombra es grande? Cada cosa que hacemos...

Quietud

Casi no roza la palabra siquiera el borde de la luz bajo la sombra de los mangos. Todo está inmóvil ahora, como a salvo del tiempo que se va -sesgado, a oscuras- por el secreto de tus venas.

Riesgos del equilibrista

Allá va el equilibrista, imaginando las venturas y prodigios del aire. No es como nosotros, el equilibrista, sino que más bien su naturalidad comienza donde termina la naturalidad del aire: allí es donde su imaginación inaugura los festejos el otro espacio en que se vive de milagro...

Ruinas del cafetal de los franceses, la Gran Piedra, Sierra Maestra

Campana virginal, la pequeñita de timbre claro, pero no inocente ¿qué te hacemos decir entre la lluvia, campana virginal, vieja terrible, con tu voz pura de revés de infierno? Desde el piso de arriba, el de los amos, mal oliente a humedad, a ruina y nada, ¿qué te hacemos decir, ¡oh! dulce...

Testamento

Habiendo llegado al tiempo en que la penumbra ya no me consuela más y me apocan los presagios pequeños; habiendo llegado a este tiempo; y como las heces del café abren de pronto ahora para mí sus redondas bocas amargas; habiendo llegado a este tiempo; y perdida ya toda esperanza de algún ...

Todas las tardes

Todas las tardes, las benditas, las ilusorias tardes mi padre compra Avance. Testamentos de cenizas, minucias de la caducidad. En el crepúsculo crujen las grandes hojas tontas que solo mi padre maneja con esa desolada sagacidad. La sombra se está...

Tú te inclinas despacio a la tristeza

Tú te inclinas despacio a la tristeza como te inclinas al botón y al hilo. Tus hijos han salido. En el despacho el viento mece unos papeles viejos. Cae la ciega penumbra del suburbio por la estrecha ventana, y va tocando tus cabellos lejanos, tu vestido. Cae la ciega penumbra, se apresura...

Vasija india

Esta vasija, con el asa donde un animalillo asoma su pico ansioso, fue delicia de su dueña. Luego el bronco escándalo extranjero sofocó los murmullos del afán diario. Luego el tiempo —el cauto, el taciturno—, con astucia y paciencia, fue borrando el humo, el vaho de los dedos...

Verano

Ésta es la plenitud, el tiempo entero, el sellado esplendor del mediodía. En ráfagas de luz el sol envía el oro eterno al aire pasajero. Bien dibujando el árbol, bien ligero el trazo de las hojas en el día. Más honda en cambio y más y más umbría la huella del trabajo en el sendero. Las coléricas...

Versiones

La muerte es esa pequeña jarra, con flores pintadas a mano, que hay en todas las casas y que uno jamás se detiene a ver. La muerte es ese pequeño animal que ha cruzado el patio, y del que nos consuela la ilusión, sentida como un soplo, de que es sólo el gato de la casa, el gato de costumbre, el gato ...

Viajes

Un patio de la Víbora donde la sombra crece hasta el silencio en árboles y hierbas y amarguras y llagas del adobe, tiene también palmeras de otro mundo grabadas en el aire quieto. Salir al patio, entrar en el aroma ruinoso de los años, es un poco viajar al otro extremo de la vida ...

Viendo una película del boliviano Sanjinés

Hoy he visto en imagen a mis hermanos del estaño no como en un espejo, sino estrechados a su sangre y al ingenioso corazón de Sanjinés doy gracias por mis lágrimas. Porque hoy he visto con mis ojos algo como el color del hambre cuyo justo sabor terrible da sólo...

Vista de una granja al crepúsculo

Por qué pintaron los grandes holandeses los paisajes en que una granja recuesta su contorno sobre una bruma de oro y una muchacha, de espaldas, da de comer feliz a las gallinas mientras el sol se oculta, no en el horizonte, en la memoria. Jamás hemos de verle a la muchacha el...