| A Florinda en invierno |
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Al hombre mozo que te habló de amores dijiste ayer, Florinda, que volviera, porque en las manos te sobraban flores para reirte de la Primavera. Llegó el Otoño; cama y cobertores te dio en su deshojar la enredadera y vino el hombre que te habló de amores y nuevamente le dijiste: Espera. ... |
| A un año de tu luz |
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A un año de tu luz, e iluminado hasta el final de su latir, por ella, desanda el viaje el corazón cansado. De tu voz, de tu mano y de tu huella retorna a la niñez, donde palpita sangres de luz tu corazón de estrella. Vamos los dos a la esperada cita y parece saltar de mi costado, ... |
| Ayer vino la paloma |
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Ayer vino la paloma que viene todos los días, ayer se paró en la reja y comió de mi comida, ayer vino hasta mis hierros, ayer me escuchó tranquila y digo en el romancillo las cosas que le decía: -Paloma, vuelve a los cielos y mira hacia los tejados; cuando veas una casa grande, ... |
| Cuántas estrellas tiene el cielo |
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¿Cuántas estrellas tiene el cielo? La última noche que pasamos juntos, lo preguntó: ¿Cuántas estrellas tiene el cielo? Trescientas cincuenta mil. ¿A que no? ¿A que si? Cállate. Esta noche no quiero que preguntes esas cosas. Esta noche, si quieres preguntar cuantas estrellas tiene el cielo, ... |
| De un amor que pasó |
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De un amor que pasó, como un paisaje visto del tren, cuando se va de viaje; de un romance de un mes, en un cobijo del llano, una mujer me dejó un hijo. Ella murió, y abrieron una fosa, y allí metieron el residuo humano, y una cúpula azul sobre una losa fue el mausoleo: el cielo sobre el llano. ... |
| El dulce mal |
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Vuelvo los ojos a mi propia historia. Sueños, más sueños y más sueños... gloria, más gloria... odio... un ruiseñor huyendo... y asómbrame no ver en toda ella ni un rasgo, ni un esbozo, ni una huella del dulce mal con que me estoy muriendo. Torno a mirar hacia el camino andado... ... |
| El dulce mal |
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Vuelvo los ojos a mi propia historia. Sueños, más sueños y más sueños... gloria, más gloria... odio... un ruiseñor huyendo... y asómbrame no ver en toda ella ni un rasgo, ni un esbozo, ni una huella del dulce mal con que me estoy muriendo. Torno a mirar hacia el camino andado... Mi marcha... |
| La órbita del agua |
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Vamos a embarcar, amigos, para el viaje de la gota del agua. Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro. Para nosotros no es sino un punto, una semilla de luz, una semilla de agua, la mitad de lágrimas de una sonrisa, pero le cabe el cielo y sería el naufragio de una hormiga. ... |
| La renuncia |
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He renunciado a ti. No era posible. Fueron vapores de la fantasía; son ficciones que a veces dan a lo inaccesible una proximidad de lejanía. Yo me quedé mirando cómo el río se iba poniendo encinta de la estrella... hundí mis manos locas hacia ella y supe que la estrella estaba... |
| La renuncia |
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He renunciado a ti. No era posible Fueron vapores de la fantasía; son ficciones que a veces dan a lo inaccesible una proximidad de lejanía. Yo me quedé mirando cómo el río se iba poniendo encinta de la estrella... hundí mis manos locas hacia ella y supe que la estrella estaba arriba... He renunciado ... |
| Las uvas del tiempo |
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Madre: esta noche se nos muere un año. En esta ciudad grande, todos están de fiesta; zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!; claro, como todos tienen su madre cerca... ¡Yo estoy tan solo, madre, tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera; estoy con tu recuerdo, ... |
| Los hijos infinitos |
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Cuando se tiene un hijo, se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera, se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga y al del coche que empuja la institutriz inglesa y al niño gringo que carga la criolla y al niño blanco que carga la negra y al niño indio que carga la india y al niño negro que carga. ... |
| Luna de abril |
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Luna de abril, descotada, con aguazal circunscrito, desnuda, con desnudez pura de pecho con niño. Luna llena, ubre de vaca, con lucero becerrillo; ¡qué puro se pone el pecho cuando se le cuelga el niño! Esta noche yo no siento ni sombra de odio por nadie ni pena de verme preso, ... |
| Miedo |
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La sombra de una duda sobre mí se levanta cuando llega el arrullo de tu voz a mi oído; miedo de conocerte; pero en el miedo hay tanta pasión, que me parece que ya te he conocido. Yo adiviné el misterio cantor de tu garganta. ¿Será que lo he soñado? Tal vez lo he presentido: ... |
| Murió de nuevo un día... |
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Murió de nuevo un día... yo la amaba, mas sin remedio se murió ese día... -¡Vuelve, Rabino, vuelve!... - yo clamaba - pero el Rabino rubio no volvía. Pasó la niña veinte siglos muerta, murió Cafarnaún de Palestina y el alma mía, inútil y desierta, lloraba de inmortal sobre las ruinas. ... |
| Píntame angelitos negros |
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¡Ah mundo! La negra Juana, ¡la mano se le pasó! Se le murió su negrito, sí, señor. ¡Ay compadrito del alma!, tan sano que estaba el negro! Yo no el acataba el pliegue, yo no le miraba el hueso; como yo me enflaquecía, lo medía con mi cuerpo, se me iba poniendo flaco, como yo me iba poniendo. ... |
| Píntame angelitos negros |
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Ah mundo! La negra Juana, ¡la mano se le pasó! Se le murió su negrito, sí, señor. ¡Ay compadrito del alma!, tan sano que estaba el negro! Yo no el acataba el pliegue, yo no le miraba el hueso; como yo me enflaquecía, lo medía con mi cuerpo, se me iba poniendo flaco, como yo... |
| Primera estación |
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Ya rindió una jornada la fiebre de mis brazos y aún están los leones de mi numen erguidos: los músculos alertas para nuevos zarpazos y firmes los pulmones para nuevos rugidos. Selección: Guido Ferrer |
| Silencio |
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Cuando tú te quedes muda, cuando yo me quede ciego, nos quedarán las manos y el silencio. Cuando tú te pongas vieja, cuando yo me ponga viejo, nos quedarán los labios y el silencio. Cuando tú te quedes muerta, cuando yo me quede muerto, tendrán que enterrarnos juntos y en silencio; ... |
| Soneto de la rima pobre |
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Me das tu pan en tu mano amasado, me das tu pan en tu fogón cocido, me das tu pan en tu piedra molido, me das tu pan en tu pilón pilado. Me das tu rancho en tu palma arropado, me das tu lecho en tu rincón sumido, me das tu sorbo, a tu sed exprimido, me das tu traje, en tu sudor sudado. ... |
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