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ALFREDO FRESSIA


listado de poemas

 
Calle Rondeau (Primera parte)

Fue cuando descendía por la calle Rondeau, ocupo mi cuerpo como si él fuera un arcano. Supe que entre el exilio y la sinuosa ceremonia del exilio huye el poema, resbala Rondeau abajo y yo lo sigo, lo acecho hasta llegar al mar como a un destino. Le hice tantas...

Calle Rondeau (Segunda parte)

Calle Rondeau (Segunda parte) Yo sabía que alguien me acechaba, alguien me observa frente al mar porque soy y seré sin para qué, soy más allá de la gracia de un Dios y de las obras, como los corales que no existen en la bahía de Montevideo, o como yo mismo que tampoco...

Domingo por la tarde

Domingo por la tarde, ya es la hora de contemplar la ausencia de mi rostro siete días postergado. Nadie impedirá un domingo por la tarde que desarme lentamente mi mentón si la mueca de angustia ha sido en el silencio que abandona el secreto de los huesos y sólo fue sudor...

El miedo, padre

Padre, yo me espanto de estar preso en mi cuerpo, el condenado umbral, perfecto, este retorno, padre, eternamente en viaje y muerto, por las cuatro estaciones y la suerte echada de los hombres, los hijos obedientes de la especie, padre, los muertos venideros. ¿Quién es...

Hora de sal

Esta es la hora amarilla de los lobos. Esta es la hora de los huesos incendiados como columnas huecas al pie de su derrumbe. (Hay dos mil pistas de sabuesos hasta las uñas profanadas de todas las estatuas) Esta es la hora compuesta en que el actor sudado grita su penúltimo...

No soy nadie… (fragmento)

No soy nadie. Estoy tendido en la cama, finjo leer mientras Alfredo escribe frente a la computadora. Hace casi dos horas que está escribiendo. Se ha ido encorvando con los años y, para ver mejor, o por ansiedad frente al texto, aproxima la cabeza a la pantalla. Hace pensar en un insecto...

Paréntesis

Cuando nací el sexo fue un destino. No se puede elegir ser poeta. De las mujeres nunca amé a ninguna sin duda porque las amé en bloque. Fue un amor largo y sin alegría. Ellas también me amaron sin deseo y sin gozo. Las miré con la nostalgia de una vida más...

Última cena

Uno de estos días se me escapaban cuervos de los bolsillos y un huevo en el alma como un malentendido, como el alma, me obstruía el esófago. Victimario de los cuervos, antes huevo, y alma, ellos me anulaban como a un muerto. Escribo la sombra del alma...