| Amar el día... |
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Amar el día, aborrecer el día, llamar la noche y despreciarla luego, temer el fuego y acercarse al fuego, tener a un tiempo pena y alegría. Estar juntos valor y cobardía, el desprecio cruel y el blando ruego, tener valiente entendimiento ciego, atada la razón, libre osadía. Buscar lugar ... |
| Canción en elogio de Francisco de las Cuevas |
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Quisiera, pluma mía, que de deidad un resplandor tuvieras, para que en este día, a pesar de la invidia, te excedieras; pluma de Homero fueras que tanto el mundo alaba, o aquesta lira maravillosa octava. Dijera de Feniso, Apolo desta edad, milagro nuevo, cuanto miro preciso en su elocuencia ... |
| Claras fuentecillas... |
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Claras fuentecillas, pues murmuráis, murmurad a Narciso que no sabe amar. Murmurad que vive libre y descuidado y que mi cuidado en el agua escribe; si sabe mi pena, que es dulce cadena de mi libertad. Murmurad a Narciso que no sabe amar. Murmurad que tiene el pecho de hielo, |
| Como la madre a quien falta... |
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Como la madre a quien falta el tierno y amado hijo así estoy cuando no os veo, dulcísimo dueño mío. Los ojos de vuestra ausencia son dos caudalosos ríos, y el pensamiento sin vos un confuso laberinto. ¿Adónde estáis, que no os veo, prendas que en el alma estimo, ... |
| De dos penas que ha querido... |
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De dos penas que ha querido dar amor a un desdichado, mayor que ser olvidado es el ser aborrecido: que el que olvida, aquel olvido en amor puede volver, mas quien llega a aborrecer, cuando se venga a acordar será para maltratar, que no para bien querer. El olvido es privación ... |
| En el claro cristal del desengaño... |
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En el claro cristal del desengaño se miraba Jacinta descuidada, contenta de no amar, ni ser amada, viendo su bien en el ajeno daño. Mira de los amantes el engaño, la voluntad, por firme, despreciada, y de haberla tenido escarmentada, huye de amor el proceder extraño. Celio, sol desta edad, ... |
| Romance a la muerte del Doctor Juan Pérez de Montalván |
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Cúbrase de luto el mundo, pues ya del mundo faltó aquel sol que con sus rayos escureció al mismo sol. No madrugue ya el aurora, estése con su Titón, que si á ver el sol salía, ya su sol se escureció. No canten los pajarillos, solo diga le ruiseñor, en sus lamentos, que el fénix al cielo se remontó. ... |
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