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JULIO HERRERA Y REISSIG


listado de poemas

 
Amazona

Sobre el arnés de plata y pedrería en un trono de vértigo y marea, te erguiste, zodiacal Pentesilea, símbolo de la Eterna Geometría... Zigzagueó el rayo de tu fusta impía, y humeando en nimbos de ópalo, chispea sulfúrico el bridón, sangra y bravea y escupe rosas en la faz del día... ...

Amor sádico

Ya no te amaba, sin dejar por eso de amar la sombra de tu amor distante. Ya no te amaba, y sin embargo el beso de la repulsa nos unió un instante... Agrio placer y bárbaro embeleso crispó mi faz, me demudó el semblante. Ya no te amaba, y me turbé, no obstante, como una virgen en un bosque ...

Anima clemens

Palomas lilas entre los alcores, gemían tus nostalgias inspiradas; y en las ciénagas, de astro ensangrentadas, corearon su maitín roncos tenores. En los castillos y en los miradores, encendía el ocaso cuentos de hadas; y aparecía, al son de agrias tonadas, el gesto oscuro de los leñadores. ...

Avernus

Tú que has entrado en mi imperio como feroz dentellada, demonia trasnasolada con romas garras de imperio, ¡infiérname en el cauterio voraz de tus ojos vagos y en tus senos que son lagos de ágata en cuyos sigilos vigilan los cocodrilos réprobos de tus halagos! Consustanciados en fiebre, amo, ...

Berceuse blanca

I Adorad a la Virgen en su amable santuario, junto al lecho en que velan devociones azules: una forma imprecisa bate el sordo incensario, y es el humo de encajes, la cortina y los tules. ¡Cómo va y viene el rítmico plenamar de su seno! Es la luna que ondea en un lago que expira. ...

Color de sueño

Anoche vino a mí, de terciopelo; sangraba fuego de su herida abierta; era su palidez de pobre muerta y sus náufragos ojos sin consuelo... Sobre su mustia frente descubierta languidecía un fúnebre asfodelo. Y un perro aullaba, en la amplitud de hielo, al doble cuerno de una luna incierta... ...

Consagración

Surgió tu blanca majestad de raso, toda sueño y fulgor, en la espesura; y era en vez de mi mano -atenta al caso mi alma quien oprimía tu cintura... De procaces sulfatos, una impura fragancia conspiraba a nuestro paso, en tanto que propicio a tu aventura llenóse de amapolas el ocaso. Pálida ...

Decoración heráldica

Soñé que te encontrabas junto al muro glacial donde termina la existencia, paseando tu magnífica opulencia de doloroso terciopelo oscuro. Tu pie, decoro del marfil más puro, hería, con satánica inclemencia, las pobres almas, llenas de paciencia, que aún se brindaban a tu amor perjuro. ...

El banco del suplicio

A punto de dormirte bajo el ledo suspiro del arcángel que te guía, hirióme el corazón tu analogía con una ingrata que olvidar no puedo. Reclinada en el banco del viñedo, junto al tilo de exánime apatía, al iluso terror de que eras mía me arrodillé con tembloroso miedo. Partido por antiguo ...

El camino de las lágrimas

Citándonos, después de oscura ausencia, tu alma se derretía en largo lloro, a causa de quién sabe qué tesoro perdido para siempre en tu existencia. Junto a los surtidores, la presencia semidormida de la tarde de oro, decíate lo mucho que te adoro y cómo era de sorda mi dolencia. ...

El enojo

Todo fue así: Sahumábase de lilas y de heliotropo el viento en tu ventana; la noche sonreía a tus pupilas, como si fuera su mejor hermana... Mi labio trémulo y tu rostro grana tomaban apariencias intranquilas, fingiendo tú mirar por la persiana, y yo, soñar al son de las esquilas. ¡Vibró el chasquido ...

El sauce

A mitad de mi fausto galanteo, su paraguas de sedas cautelosas la noche desplegó, y un lagrimeo de estrellas, hizo hablar todas las cosas... Erraban las Walkirias vaporosas de la bruma, y en cósmico mareo parecían bajar las nebulosas al cercano redil del pastoreo... En un abrazo de postrero ...

El suspiro

Quimérico a mi vera concertaba tu busto albar su delgadez de ondina, con mística quietud de ave marina en una acuñación escandinava... Era mi pena de tu dicha esclava; y en una loca nervazón divina, el tropel de una justa bizantina en nuestro corazón tamborilaba... Strauss soñó desde el atril ...

Et noctem quietam concedt dominus...

Canta la noche salvaje sus ventriloquias de Congo, en un gangoso diptongo de guturación salvaje... La luna muda su viaje de astrólogo girasol, y olímpico caracol, proverbial de los oráculos hunde en el mar sus tentáculos, hipnotizado del sol. Sueña Rodenbach su ambigua quimera azul, ...

Expiación

Errando en la heredad yerma y desnuda, donde añoramos horas tan distintas, bajo el ciprés, nos remordió una aguda crisis de cosas para siempre extintas... Vistió la tarde soñadoras tintas, a modo de romántica viuda; ¡y al grito de un -piano entre las quintas, rompimos a llorar, ebrios de duda! ...

La estrella del destino

La tumba, que ensañáse con mi suerte, me vio acercar a vacilante paso, como un ebrio de horrores, que al acaso gustase la ilusión de sustraerte. En una larga extenuación inerte, pude medir la infinidad del caso, mientras que se pintaba en el ocaso la dulce primavera de tu muerte. ...

La fuga

Temblábamos al par... En el austero desorden que realzaba tu hermosura, acentuó tu peinado su negrura inquietante de pájaro agorero... ¡Nadie en tus ojos vio el enigma, empero calló hasta el mar en su presencia oscura! Inaccesible y ebria de aventura, entre mis brazos te besó el lucero. ...

La gota amarga

Soñaban con la Escocia de tus ojos verdes, los grandes lagos amarillos; y engarzó un nimbo de esplendores rojos la sangre de la tarde en tus anillos. En la bíblica paz de los rastrojos gorjearon los ingenuos caramillos, un cántico de arpegios tan sencillos que hablaban de romeros y de hinojos. ...

La iglesia

En un beato silencio el recinto vegeta. Las vírgenes de cera duermen en su decoro de terciopelo lindo y de esmalte incoloro y San Gabriel se hastía de soplar la trompeta. Sedienta, abre su boca de mármol la pileta. Una vieja estornuda desde el altar del coro... Y una legión de átomos ...

La noche

La noche en la montaña mira con ojos viudos de cierva sin amparo que vela ante su cría; y como si asumieran un don de profecía en un sueño inspirado hablan los campos rudos. Rayan el panorama, como espectros agudos, tres álamos en éxtasis... ...

La novicia

Surgiste, emperatriz de los altares, esposa de tu dulce Nazareno, con tu atavío vaporoso, lleno de piedras, brazaletes y collares. Celoso de tus júbilos albares, el ataúd te recogió en su seno, y hubo en tu místico perfil un pleno desmayo de crepúsculos lunares. Al contemplar tu cabellera muerta, ...

La reconciliación

Alucinando los silencios míos, al asombro de un cielo de extrañeza; la flébil devoción de tu cabeza aletargó los últimos desvíos. Con violetas antiguas, los tardíos perdones de tus ojos mi aspereza mitigaron. Y entonces la tristeza se alegró como un llanto de rocíos. Una profética efluxión de miedos, ...

La sombra dolorosa

Gemían los rebaños. Los caminos llenábanse de lúgubres cortejos; una congoja de holocaustos viejos ahogaba los silencios campesinos. Bajo el misterio de los velos finos, evocabas los símbolos perplejos, hierática, perdiéndote a lo lejos con tus húmedos ojos mortecinos. Mientras ...

La última carta

Con la quietud de un sincope furtivo, desangróse la tarde en la vertiente, cual si la hiriera repentinamente un aneurisma determinativo... Hurló en el bosque un pájaro cautivo de la fascinación de una serpiente; y una cabra enigmática, en la fuente, describió como un signo negativo. En su vuelo ...

La violeta

Y una violeta llenó el alma de la tarde. Morían llenos de clamor los sotos, y érase en aquel rincón exiguo, un misterioso malestar ambiguo de dichas y de ayes muy remotos. ¡Oh, cartas!..., en el cenador contiguo las dalias recordaron nuestros votos cual si se condolieran de los rotos ...

Las arañas del augurio

Yo sé que sus pupilas sugieren los misterios de un bosque alucinado por una luna exótica; yo sé que entre sus sedas late una fuga erótica que sueña en irreales y lácteos hemisferios. Para mis penas fueran divina magia hipnótica sus labios, incensarios de místicos sahumerios; ...

Las campanas solariegas

La muerte del pastor Balada eglógica I Se lo dijo a la fontana el llanto de una aldeana; ya el carrizal no lo duda, que oyó gemir al Poeta. Todo, todo lo trasuda: el sauce y la mejorana... Es bien cierto: ¡Pobre nieta!... Lo cuenta en su lengua ruda la Soledad rusticana; lo deplora la campana ...

Luna de miel

Huyó, bajo sus velos soñadores, la tarde. Y en los torvos carrizales zumbaba con dulzuras patriarcales el cuerno de los últimos pastores. Entre columnas, ánforas y flores y cúpulas de vivas catedrales, gemí en tu casta desnudez rituales artísticos de eróticos fervores. Luego de aquella voluptuosa ...

Neurastenia

Huraño, el bosque muge su rezongo, y los ecos, llevando algún reproche, hacen rodar su carrasqueño coche y hablan la lengua de un extraño Congo. Con la expresión estúpida de un hongo clavado en la ignorancia de la noche, muere la Luna. El humo hace un fantoche de pies de sátiro ...

Rendición

Evidenciaban en moderna gracia tu fina adolescencia de capullo, el corpiño y la falda con orgullo ceñidos a tu esbelta aristocracia. Henchíase tu alma de la audacia de la Naturaleza y del murmullo erótico del mar, y era un arrullo el vago encanto de tu idiosincracia... Lució la tarde, ufana de tu moño, ...

Sepelio

Mirándote en lectura sugerente, llegué al epílogo de mis quimeras; tus ojos de palomas mensajeras volvían de los astros, dulcemente... Tenía que decirte las postreras palabras, y callé espantosamente; tenía que llorar mis primaveras, y sonreí, feroz... indiferente... La luna, que también calla ...

Solo verde-amarillo para flauta, llave de U

(Andante)Úrsula punza la boyuna yunta; la lujuria perfuma con su fruta la púbera frescura de la ruta por donde ondula la venusa junta. (Piano) Recién la hirsuta barba rubia apunta al dios Agricultura. La impoluta (Pianissimo)uña fecunda del amor, debuta (Crescendo) ...