| Alexander von Humboldt |
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Sabe la rosa que la espina podrá defenderla vulnerando la piel del que ataca? ¿Sabe la ceiba que lanzando a volar sus semillas en una gasa leve lejos germinarán en suelos más propicios? ¿Dónde termina cada cosa y empieza su designio? Veo entre rayas de luz el trazo delicado... |
| Amenazas |
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Te devoraré— dijo la pantera. —Peor para... |
| Apollinaire canta una canción de fiebre |
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Lou pasa entre la fiesta de las balas de Octubre Y es sólo una coraza de amor lo que la cubre. No morirás, Lou mía, no acabará tu espera En el regazo rojo de esta roja trinchera. Es sólo mi memoria lo que así te convida A negar estas sombras con tu risa y tu vida. Lo que hace... |
| Atenas |
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Hoy buscamos las ruinas de la cárcel de Sócrates en las lindes del Ágora y pensamos en la posibilidad de recuperar esas viejas imágenes con extrañas máquinas para rastrear en los ayeres de la luz. Entretanto, el sol plateaba el Egeo, una mujer tendía la ropa mojada... |
| Canción de los dos mundos |
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En Europa es de día pero es de noche en África. Al norte del mar está el tiempo, pero está al sur la eternidad. Los blancos pueblos industriosos construyendo la gloria del hombre. Las negras lanzas nervadas custodiando la roja luna. Las blancas piedras con forma de ninfas... |
| Cementerio central |
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Sordo a tantos mensajes de la muerte, cruzo por esta calle de flore y de mármoles donde austeros artífices pulen sobre las losas lúgubres variaciones, llorados nombres, fechas para el luto. Aquí acaban preciosos episodios del tiempo que afligidos cortejos escoltan hasta... |
| Ciervos |
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Sobre la luna hay muchos ciervos, pero sólo uno es rojo. Los ciervos blancos querrían destruirlo, porque temen que esa mancha sangrienta... |
| Con quién habla Virginia caminando hacia el agua |
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¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua? Si tú me vieras caminando a esta hora hacia el río me dirías: mujer ¿en dónde está tu hogar? ¿dónde tus hijos? ¿Dónde los sacos de lana, el tambor de bordar, la sartén en el fuego, el té del atardecer, ... |
| De uno que ha llegado a las costas de Chile |
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Venimos de las islas. Muchos días de agua, muchas noches de espuma, muchos cantos de adioses lanzados a las olas, muchos rostros queridos desvaneciéndose debajo del agua. Ya está la tierra bajo nuestros pies. Somos jóvenes, niños, somos mujeres y hombres, borrachos... |
| Del regreso imposible |
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Años de soledad, años de prisa. La pirámide, el ala y el desgaste. Después de aquellos años regresaste, iguales la belleza y la sonrisa. Algo sentí, no sé por qué, desierto, y era por eso, al fin, que había llorado. Algo en tu corazón había cambiado, imperceptible casi, pero cierto. Algo... |
| El amor de los hijos del Águila |
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En la punta de la flecha ya está, invisible, el corazón del pájaro. En la hoja del remo ya está, invisible, el agua. En torno del hocico del venado ya tiemblan, invisibles, las ondas del estanque. ... |
| El día se despide |
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Con ese azul nocturno que llena todo el cielo, con esa bruma de azafrán y de oro sobre las irreales colinas del oeste, el día se despide. Nadie escapa al ocaso vehemente que condena a belleza lo sórdido y lo triste; yo mismo he detenido mi fatiga en esta esquina donde como ríos... |
| El efebo de Marathon |
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De bronce es esta música que hurtó su ritmo al tiempo y surgió, leve, al alba, de una frente amorosa. De bronce, y sobre ella resbalaron los siglos, titilando en miradas, en abrazos, fugándose. De bronce es este cuerpo que exaltó en Dios al hombre y que nos rinde al sueño... |
| El espejo |
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Una región del muro está hechizada. Sólo el ojo lo sabe. Un cristal incansable paso a paso repite las rectas sombras que la tarde desplaza. Terriblemente dócil, no desdeña la vertical sinuosa de una hormiga extraviada y al fondo de sus cámaras también crecen las plantas. ... |
| El geólogo |
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Aquí hubo un mar hace un millón de años. El hombre no lo sabe, más la piedra se acuerda. Pártela: hay un cangrejo en sus entrañas, Todo de piedra ya, forma magnífica Que se negó a ser polvo. Ante el peñasco y el guijarro, piensa Que acaso fueron seres dolorosos, ... |
| El jefe sioux |
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Los seres de la tierra son el aire y el mar y las llanuras incansables, el río tumultuoso que desciende, lleno de ojos y aletas, y las arduas montañas con cumbres coronadas de voces, y ese enardecido señor de luz que murmura en la hoguera. Hemos venido un día para... |
| El loco |
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Fue en el cruce de Broadway con la 41, una noche de otoño, húmeda todavía, eran rojas las calles y eran grises los cielos y en el aire quedaban como restos del día. El neón, los comercios, las pantallas enormes, los rebaños de taxis amarillos y urgentes, el estruendo en el mundo... |
| El mongol |
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Nunca supimos cuándo la desesperante blancura se había convertido en otro imperio. El idioma del lobo era el mismo, y no le repugnó nuestra carne; Pero todo hombre sabe que a través de cada nuevo pinar es Otro el que envía sus rayos. Que son las angustias de la tierra las que determinan... |
| En la isla de Pascua |
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Olvidarías esta isla si no fuera por su atrocidad y su belleza, por el furor de nuestros rituales y la pasión de nuestros cuerpos, por sus estanques de fiebre y sus colinas embrujadas, por esas inmensas cabezas de piedra que miran a las estrellas, por esos ojos de piedra cuyo horario... |
| En las Mesetas del Vaupés |
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Qué son las canoas sino los árboles cansados de estar quietos. Qué son los postes de colores sino los árboles hundiendo sus raíces en el cielo. Qué son los puentes colgantes sino los árboles jugando con el vértigo. Qué son las alegres fogatas sino los árboles contando... |
| Era octubre |
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Pasaban las llanuras con urgencia... es raro que esa tarde aún inquiete, tarde de octubre del 77 en los confines de tu adolescencia. Hablábamos sin fin. El tren. Los caños. Entre tú y yo reía el Dios desnudo. Y algo de pronto en ti se quedó mudo, y nos miramos como... |
| Eróstrato |
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Arriba la colina se prolonga en un sueño, recias salas simétricas que alzó el orgullo al cielo, y en su hondura una piedra monstruosa pide ofrendas, más negra que el abismo, más antigua que el miedo. La piedra es Artemisa. Yo no soy más que un hombre, condenado a saltar... |
| Franz Kafka |
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Padre, le digo, dame tres granos de cebada para despertar al durmiente. Pero mi padre no responde: es un enorme jinete de bronce, alto sobre colinas y sinagogas. Madre, le digo, aparta tanta niebla, muéstrame un rostro dulce, del que broten palabras ingenuas. ... |
| Futuro |
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Inalcanzable y sola una región del alma aun en plenitud del amor o la música, guarda para el futuro rostros... |
| La joven flor platónica |
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Disgregada en las rosas del sueño y del olvido, con espinas de acero que enrojeció la historia, replegada en las íntimas rosas de la memoria, la rosa es una rosa para cada sentido. Leve esfera de pétalos que en frágil fuego asoma, luz que una mano copia con matiz exacto, fresca... |
| La luna del dragón |
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Hablábamos de los dones de la tiniebla. De los amores muertos. Cuando se perfiló sobre el Oeste El oro espeso de la media luna. Mira: es la Luna del Dragónme dijiste. Y los dos la miramos Como si algo terrible pesara sobre el mundo. El hemisferio gris parecía lleno ... |
| Lope de Aguirre |
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Yo vine a la conquista de la selva, y la selva me ha conquistado. Aparto con las manos los enormes ramajes, Miro a solas las encendidas flores con forma de pájaros, La extrema contorsión de la serpiente herida Que las nubes parecen reflejar en el cielo. Nada es piedad... |
| Lucila Godoy |
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Ven y dale otra vez tu calor a mis labios antes que sean cenizas, y contempla conmigo la bóveda del cielo antes de que se arruinen sus cadastros, y miremos la luna blanca y perfecta que un día yacerá en pedazos sobre la llanura, y miremos el sol antes de que se desangre en el atormentado... |
| Nietzsche |
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Está muriendo un Dios en el centro de un ópalo del color del crepúsculo. Está muriendo una hoja de hierba en el pecho de Cristo. Está muriendo una rosa en el aire estancado de la catedral de Maguncia, traspasada en el aire por una quemante aguja del sol. ... |
| Notre Dame de París |
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Siempre llegué al amor por caminos de engaño. Antes de verte, indemne, frente a mí, en los declives de un verano imborrable, piedra sagrada, fuiste un vago sueño de arcos y de luz insinuándose por el cielo inventivo de mi infancia, y al verte real como mis manos, calladamente... |
| Nuestros muertos |
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No están en parte alguna, ya son hierba y estrellas, pero su sombra enturbia las palabras y sólo a veces pasan por la mente, vagan por... |
| Nueve de abril de 1948 |
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Para entender el gesto de su brazo debes haber mirado cómo el niño amazónico calcula el sitio por el canto y dirige hacia el cielo de las hojas la cerbatana mágica. Para entender el modo como decía |
| Oración de Albert Einstein |
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Advierto con profunda perplejidad que el hermoso guijarro que abandono en el aire se precipita recto hacia la tierra. Tal vez para una hormiga que fuera en el guijarro seria más bien la tierra lo que cae, verde planeta que se precipita. Para el soldado inmóvil antes de halar la cuerda ... |
| Pablo Miraña |
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Con el caimo de la orilla del río desvelaré mis ojos esta noche, con esta antorcha alumbraré mi rumbo hacia los estanques oscuros, y comeré castañas de cabeza de tigre y algarrobos, y cada vez que piense en ti, con agua de nebanikeke, escalera de sol y de luna, aliviaré... |
| Teléfono |
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A medianoche, en Nueva York, ella, emergiendo de los mares del sueño, escucha esa palabra cargada de agua azul como otro sueño: Adriático, y sobre un ajedrez de hierro y luna acaso ve las naves. Selección: Eduardo Milán y Ernesto Lumbreras |
| Una carta para Frederique Marmier |
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Frederique, entre cúpulas recordarás que, siempre de noche, en las brumosas cuchillas de los páramos, se saludan los buses, y el viajero contempla desde el vertiginoso corredor de la fonda alborear la llanura inclinada. Con sus nieblas, sobre el mar estas vagas alusiones... |
| Una sonrisa en la oscuridad |
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De noche, cuando vuelvo de los algodonales, cuando a pesar del ardor de los latigazos y la ulceración de las muñecas soy el único rincón de la sombra que se arquea en sonrisas; cuando miro la estrella nerviosa y solitaria y entiendo que hay un lazo que une a mi corazón con la estrella, vuelve... |
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