| Cinco haikús de Los haikús del tren |
|
El sol poniente orina óxido y oro. Un estornino. * Asperja rojos el cielo acuchillado. La luz se agrieta. * Bajo los álamos, las sombras amamantan grumos de nieve. * La tarde se hace metacrilato y sueño en el vagón. * Alguien bosteza ruidosamente. Fuera, una amapola. ... |
| La luz oída (fragmento: vs. 1 a 40) |
|
Qué dentro hay un sol. Cómo grana en el ataúd invisible del cuerpo. Cómo arraigadamente brilla, con qué penumbra de asombrado meteoro, con qué óptima quietud. Bosques en vilo esperan, junto al acantilado, que se vacíe el fuego que impregna la noche. ... |
| Poema I de : Diez sonetos. |
|
Regresas como un pájaro de sueño, como un fruto caído del tiempo. Hablas desde el fin de las cosas, despoblada de labios, grávida de labios, sexo en el caz del teléfono, deshielo de besos que habitaron mi garganta. ¿Por qué no permaneces en el ámbar del silencio? ¿Por qué no sigues... |
| Poema II de El barro en la mirada (fragmento: vs. 1 a 48). |
|
¿Estoy muerto? Esta cólera vacía que recorre los túmulos del cuerpo ¿es el florecimiento de las sombras o lodo iluminado que profana, como un frío corcel, la pubertad de los signos? Este oro mutilado que se deslíe irremisiblemente hasta alcanzar la mácula del semen, ... |
| Poema II de La ordenación del miedo. |
|
Caía como los reos, sembrado, quieto en las horas, con los pies enloquecidos. Veía ascuas silenciosas, savias incrédulas, nortes que morían entre sombras de cuerpo pidiendo líneas. Sólo intangibles palomas oyen la sangre que nunca naufraga, el níveo idioma que completa los muñones; ... |
| Poema XI de Unánime fuego |
|
Tu sexo sabe a corzo, igual que tu tristeza. Antes lo oía como un regato indeciso, como un niño que rebulle entre las sábanas. Se acercaba sin haber comulgado, todavía en su colmena, iniciándose en la mirada, con recuerdos improbables, con hábitos apenas míos, ... |
| Poema XIV de El corazón, la nada |
|
Te esperaba en el alambre del día, comiendo latidos, sofocando el grito de los huesos. A veces, sin embargo, cuando las poleas levantaban relámpagos y la noche sabía a almacén, callaba. Recordaba entonces las cosas pequeñas: la luna húmeda que encendía nuestros pasos ... |
| Poema XIX de La montaña hendida |
|
Los cuerpos, esferas, se reúnen. Se unifica la saliva y circula desde la migraña hasta el glande, desde el sudor de la habitaciónhasta la flores más negras. Somos la saliva que gira en los miembros numéricos, la saliva acoplada al vértigo.Tu piel se adentra, se duplica, ... |
| Poema XV de Cuerpo sin mí |
|
Wardle Remite el esplendor que ha estallado como un bulbo doliente. La luz tropieza en los nudos del aire y, en su caída, produce sonidos húmedos, lechosidades secas, que se deslíen en la niebla. El aire se divide en micas que buscan lo que subyace al aire, lo que late en su fondo, ... |
| Poema XX de Las horas y los labios |
|
Ha venido la muerte: era una furgoneta o un gorrión. Un sudor blanco ha encendido la piel donde se resquebrajaban las horas, la barba constelada de silencio, los cuchillos con que inscribía mi desaparición en la corteza del sueño. Le he chupado la lengua a la muerte: es áspera y morada. ... |
| Poesía para... (Letanía a modo de poética) |
|
Poesía para desnudar la palabra. Poesía para que se encienda la piel. Poesía para conjurar el miedo. Poesía para interpretar el caos. Poesía para razonar los sueños. Poesía para hacer exacta la alucinación. Poesía para ver lo invisible. Poesía inútil. Poesía para la belleza. ... |
|