| Canto de dolor y muerte a las viudas de Lota |
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Llora Chileno, llora de suelo a los ríos, porque nuevamente han vuelto los gritos a las calles. Hay sangre negra que se comió el mar, hay picotas que se quedaron liquidadas en la batalla, a las palas les cayó una guillotina de oscuridad y espanto. Fueron veinte, ... |
| Con cien pesos en las manos |
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Otra vez la lágrima, de pie a cabeza me recorre la nostalgia, de las rosas doradas de nuestros ojos. Mis queridos compañeros, les pido que junten cien pesos en cada mano y levantemos dos cervezas, así un brindis de espuma y calor, desfilará como primavera entre los sueños. ... |
| Cuando el mar te regrese |
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A Cecilia Cuando el océano respire hondo sobre tu alma, y la luna recoja el tesoro que dejaron tus ojos sobre la tierra, Ay! subirás las escaleras con tus libros bajo el brazo y entrarás a una biblioteca a conversar con la sabiduría, volverás a ser tú la misma muchacha del cabello caído, ... |
| Cuando llama la poesía... |
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Cuando llama la poesía, cuando el grito desesperado del verso clama por mi sangre, sólo los muertos resucitan y me esperan pues de ellos es parte mi alma, es parte del soldado que aquí todos los días trabaja. Cuando llama la poesía, los muertos reciben mis besos porque también a ellos pertenezco. ... |
| De Rokha al abordaje |
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Desde la mutilada memoria del verso, desde un mal gesto o un alarido, la ira canta, canta y canta. Sabes, Pablo, yo milito en ti, por que desde tanta tumba donde no tienes flores, desde tanta ceniza de la propia vida, desde esa celda que te dio el aplauso te haces grande, gigante, ... |
| Domingo de visitas |
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Adelante señores, tomen asiento, aunque no me crean les tengo un enorme respeto. Hace tanto que los espero y, sin embargo, ahora que aquí los tengo me viene a tiritar la vozNosotros también te conocemos hace mucho - dijeron los muertos que me visitaban- ... |
| El hábil muchacho de la camiseta roja |
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Todos querían ver a este muchacho del cual el balón se enamoró muchas veces y eran tardes enteras en la carretera del césped, volando como un huracán despierto en los cielos, derribando el liviano peso de los débiles, era la acrobacia de reír, reír, nunca olvidando... |
| El otro |
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Me propongo muy fielmente amar al otro; al otro yo que no es más que este insistente fantasma. Tal vez allí se aloja el solo muerto que cargo, la sola lluvia que desvanece mis huesos. Pero no podemos, somos tan distintos. Aquél me enrostra cada vez que puede mis debilidades, ... |
| El pez inquieto |
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Me han llamado el mal nacido de todas las madres, el ateo que corre por fuera de las iglesias, uno de los más canallas en el corazón limpio y claro de mis damas, el estiércol vivo que danza por las calles, la melodía salvaje de las flores, el patrón de la soledad y la amargura, ... |
| Epitafio para un vivo |
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Espero poder colocar una flor sobre el cemento de mi propia tumba, una raza de estrellas colmadas de manos. Espero una almohada feliz en el nicho de la eternidad, un paso silencioso por entre mi heridas. Sépase que fui honesto con los grillos, consecuente con los sueños de los pájaros, ... |
| Fotografía instantánea |
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Tengo tal vez diez años, una barriga inapropiada y vergonzosa para la edad, sueños irrepetibles, magníficamente diminutos. Allí me abraza la abuela, inmensa y calurosa. Y ya la respiro y se me vienen esos árboles encima, porque hace años que contemplo esta fotografía incansable, ... |
| He aquí todo lo que soy y seré por siempre... |
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He aquí todo lo que soy y seré por siempre: No me creerás si te digo que soy un ladrón; amigo, tengo tanto regalos como una ronda de niños, un trozo de levadura para envolver el alimento. Sucede que mi nombre ha sido escrito para tomar por asalto todos los lugares donde crece la flor. ... |
| La crucifixión |
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Ya en la cruz los tres condenados ingresaban a sus últimos suspiros. El obrero que estaba a la izquierda del poeta, que agonizaba en su propia cruz, le decía: Acuérdate de mí y canta, cuando estés en el infierno, la saliva de la injusticia con la que nos besaron cada día . ... |
| La pantera de barro |
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Eres una pantera de barro fresco, ansiosa de carnes rojas, hambrienta de vapores. Morena mía, me has rasguñado tantas veces los deseos que contigo la noche se prolonga como un verano, una estación de sudores que se hacen ríos, y allí nadamos y te tomo de las piernas, ... |
| Los cinco niños del mar |
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Las encías de cinco niños están sonando en el mar, los castillos de arena en la orilla y las camisitas blancas que flamean cantando. Pequeños dientes sonríen con la espuma y la gaviota, corren sobre las olas como un barquito de papel que navega en el viento y en la boca del pan. ... |
| Mujer de fuego |
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Les contaré que existe una mujer que me persigue en cientos de llamas. Me busca segundo por segundo debajo de su cama, en el jabón que corre por su cuerpo, detrás de cada puerta o encima de la luna. Morena, yo soy libre como una ola, tengo un corazón repartido entre muchas, ... |
| Nos amamos en una bicicleta |
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Ayer tú y yo, en un solo beso para la vida, en el amor que nos conoció a los quince años y yo pedaleando para un nunca llegar tarde a tu corazón. Fuimos nosotros los que inventamos el beso en una bicicleta, la edad de las miradas con un cuaderno en la mano. Fuimos nosotros, ... |
| Otro |
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Otro, otro cigarrillo para esta cruda noche de tumbas; otro cigarrillo, para subir por el humo tembloroso. La vida no tiene vuelta, entre estas paredes que dijeron, entre estos muebles que hablaron, como tantos platos y su silencio. La guitarra se me cae y cae, y el mundial infierno ... |
| Promesas de un desorientado poeta |
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Prometo ir a misa todos los Domingos, no lanzar eructos cuando almorcemos, no reírme de mamá ni de papá, usar la corbata hasta el tope, peinarme cada diez minutos buscando el orden. Prometo ser un abogado, honesto y eficaz, no orinar en la calle, pues es bestial. ... |
| Recados para la mujer de los inviernos |
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Aquí, hoy, en la desesperación de los inviernos, me recuesto a tu lado, mi mujer de secretos y llamas. Quiero sembrar en tu pecho los besos del tiempo y en los veranos venideros recoger el trigo en este lecho. Ya sé que deseas que tu nombre lo pronuncien las gentes, ... |
| Recital de mis arañas |
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Estoy condenado a destripar el corazón de las arañas, a poner los dedos dentro de la caldera de una flor. Estoy arrestado en las prisiones de una lágrima con cuchillos. mastico el cuesco amargo de un día oscuro y paseo en la niebla sucia que destapa a los caballos en los campos. ... |
| Rojos tus cabellos |
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Bajo tus cabellos rojos como sangre de dioses quiero ahogar este último aliento para que seas océano y tragedia y mis dedos se pierdan como un niño muerto en la soledad nocturna de las arenas. Bajo tus cabellos rojos como sangre de dioses el paladar de la hermosura saborea mi cuerpo, ... |
| Silencia XIV (La náufraga) |
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Vas a ser mi náufraga porque destrozaré tu barca, te destrozaré chocando contra las rocas, te ahogaré por debajo de la luna. No dejaré siquiera una balsa para que respires un segundo. Respiro, y yo soy el mar que ahora te invade. Vas a morir despacio en esta noche de torbellinos, ... |
| Soy poeta |
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Soy poeta, ave de rapiña de todos los sentimientos, fruta fresca de los árboles nuevos corazón enterrado en la tierra, el escolar preferido de la vida, el golpe a la puerta cerrada con el pan y cena de todos los años. Soy una noche tan larga como la muerte, una guitarra sonora y sencilla, ... |
| Tu vestido verde |
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De tu vestido verde sacaría todos eso botones y te sostendría el cuerpo a cambio sólo de besos. Porque nadie sabe de tus dientes que son pétalos escogidos ni que por las calles vienes dando orgullo a cada avenida. Para mí nada más que mirarte siempre a lo lejos, pero pensando en bailar ... |
| Una mujer llamada Sola |
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Mujer, te han recibido los muertos porque siempre fuiste de ellos: Te reciben con sus banderas al tope, te hacen una guarida en sus almas, y al fin aparecen, ahí están, vienen marchando, los desaparecidos de ayer, los de hoy, y te llevan en andas y repiten Sola, porque tu... |
| Viejos cracks |
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Cuando el tiempo se detuvo definitivamente sobre las piernas de los que fueron muchachos, sobre las cabezas de los que fueron ídolos, sobre la habilidad que hoy es terca, no les quedó más a estos hombres fieles que juntarse semana a semana en la cancha de tierra, ... |
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