| Besarte no es amor |
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Besarte no es amor, es irte oliendo igual que huele el macho a su collera; es saberte paloma mensajera al gavilán las alas abatiendo. Besarte no es amor, es ir pidiendo besana donde hundir mi sementera; es ser igual que el toro en la pradera huyendo de la hembra y embistiendo. Igual... |
| Contigo a las orillas del Atlántico |
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Amor, contigo sólo y con la ola en risa nueva y prisa apresurada. Que tu boca me aloca, desbocada, con bocados de mar y caracola. Amor, ¿estoy contigo a solas, o la luna cambia mi sombra desvelada? ¿O es tu boca la poca, la tasada punzada que me toca y que me inmola? ¡Oh, cuánto... |
| En un lago asustado se confía |
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En un lago asustado se confía la exacta cuadratura de tu nieve y, ya un espejo rosa, roza leve la leve forma de tu geografía. Por saber tu jersey topografía asoma en dos colinas lo más breve; lo más punzante, donde no se atreve un alfiler a ser fotografía. Y debajo, ciñendo tu... |
| La mancha de carmín |
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Por ser tu boca tanta, tan segura, y abril tan loco y poco recatado, yo llegué hasta tu labio desbocado en busca de tu boca y su aventura. Y te probé la miel, y su dulzura dejó mi labio rojo tan manchado, que mi pañuelo luce hoy un bordado envidia de la aguja y la costura. Por ser... |
| Música de saxo para dejar entre las flores de Bowling Green |
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Recuerdo a Miss Gilmore, preludio de la nieve, ébano solitario, violeta lastimada, con un pájaro loco bullendo entre las manos y en las tersas caderas un surtidor de agua. Recuerdo sus cabellos, sus ojos infinitos con un rumor de lumbres y selvas africanas, y una cinta de flores... |
| Perversificaciones (fragmentos) |
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Cuando llegaste al ascensor se puso color de tu cabello el aire todo. Todo era rubio como tú y bellísimo. Tus piernas paseaban en los ojos de cuantos iban ascendiendo al cielo y a la planta tercera. Y yo, que estaba tras ti, tan indefenso, contemplando la luz de tus caderas no usuales, cuando... |
| Por no hacerle la guerra a la costumbre |
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Por no hacerle la guerra a la costumbre, allí, en el probador. Allí tus pechos, tan blancos, tan franceses, tan derechos, tan altos como el álamo y la cumbre. Buscando habitaciones en la lumbre, sitios para la nieve, tibios lechos, el mar se hizo cascada en tus estrechos, ronda... |
| Quien puso en ti su mano |
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Quien puso en ti su mano tuvo ardiendo la carne y perfumó su corazón. Desde entonces mi piel se ha acostumbrado a dormir en una sola habitación. Después de tanto tiempo de visita los dedos aprendieron la lección. Las brasas de por fuera son por dentro distintas al tocarlas... |
| Trasmundo. 24 de noviembre. |
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Mirarme hoy es ponerse más triste que una calle a la que el viento hubiese dejado sin visillos. Es ser como una alcoba sin camas habitables, como un tejado roto que asustara los nidos. Me miras y te afliges y quieres acercarle la memoria a mis ojos de nuestro tiempo vivo. ... |
| Tú, que tienes tiempo |
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Tú, que tienes el tiempo sobre la mano y lloras y piensas de mi vida que un astro es apagado, me ofreces una carne de sueños y de esporas y una larga abundancia desde el lecho habitado. No encuentro otro homenaje más hermoso que verte. Mirarte es entenderle su inocencia... |
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