DÁMASO ALONSO | |
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Como hoy estaba abandonado de todos, como la vida (ese amarillo pus que fluye del hastío, de la ilusión que lentamente se pudre, de la horrible sombra cárdena donde nuestra húmeda orfandad se condensa) goteaba en mi sueño, medidora del sueño, segundo tras segundo... | |
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Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en que hace cuarenta y cinco años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar a los perros, o fluir... | |
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Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres(según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporoen este nicho en el que hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros... | |
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De qué sima te yergues, sombra negra? ¿Qué buscas? Los oteros, como lagartos verdes, se asoman a los valles que se hunden entre nieblas en la infancia del mundo. Y sestean, abiertos, los rebaños, mientras la luz palpita, siempre recién creada, mientras se comba el tiempo, rubio mastín que duerme a las puertas de Dios... | |
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Todos los días rezo esta oración al levantarme: Oh Dios, no me atormentes más. Dime qué significan estos espantos que me rodean. Cercado estoy de monstruos que mudamente me preguntan, igual, igual, que yo les interrogo a ellos. Que tal vez te preguntan, lo mismo que yo... | |
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Adónde va esa mujer, arrastrándose por la acera, ahora que ya es casi de noche, con la alcuza en la mano? Acercaos: no nos ve. Yo no sé qué es más gris, si el acero frío de sus ojos, si el gris desvaído de ese chal con el que se envuelve el cuello y la cabeza, o si el paisaje desolado de su alma... | |
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Tú le diste esa ardiente simetría de los labios, con brasa de tu hondura, y en dos enormes cauces de negrura, simas de infinitud, luz de tu día; esos bultos de nieve, que bullía al soliviar del lino la tersura, y, prodigios de exacta arquitectura, dos columnas que cantan tu armonía... | |
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He viajado por la mitad del mundo. Desde el avión miraba, insaciable, el mar, la tierra. Sólo veía sangre derramada. Y yo me preguntaba, ¿cómo?, ¿por qué?, y quería descender, palpar aquella manta roja, convencerme de que (quizá) no era sangre (tal vez un meteoro desconocido). Pero... | |
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Desde el caos inicial, una mañana desperté. Los colores rebullían. Mas tiernos monstruos ruidos me decían: mamá , tata , guauguau , Carlitos , Ana . Todovivir , amar , frente a mi gana, como un orden que vínculos prendían. Y hombre fui. ¿Dios? Las cosas me servían... |