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Trilce (Poema XLIX)

Murmurando de inquietud, cruzo,
el traje largo de sentir, los lunes
                de la verdad.
Nadie me busca ni me reconoce,
y hasta yo he olvidado
                de quién seré.

Cierta guardarropía, sólo ella, nos sabrá
a todos en las blancas hojas
                de las partidas.
Esa guardarropía, ella sola,
al volver de cada facción,
           de cada candelabro
          ciego de nacimiento.

Tampoco yo descubro a nadie, bajo
este mantillo que iridice los lunes
               de la razón;
y no hago más que sonreír a cada púa
de las verjas, en la loca búsqueda
                 del conocido.

Buena guardarropía, ábreme
              tus blancas hojas;
quiero reconocer siquiera al 1,
quiero el punto de apoyo, quiero
              saber de estar siquiera.

En los bastidores donde nos vestimos,
no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo
                     de par en par.

Y siempre los trajes descolgándose
por sí propios, de perchas
como doctores índices grotescos,
y partiendo sin cuerpos, vacantes,
           hasta el matiz prudente
de un gran caldo de alas con causas
y lindes fritas.
Y hasta el hueso!





De: Trilce


CÉSAR VALLEJO




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