EL POETA Y YO
PROCLAMA Y ELEGÍA EN EL BARROCO POSINDUSTRIAL
SAÚL IBARGOYEN, POETA
Tres son las antologías poéticas de Ibargoyen publicadas hasta el momento: la de Hugo García Robles (Alfa;. Montevideo,- 1969); la que el propio autor preparara para la editorial mexicana Axel en 1978; esta última que ha compilado y prologado Hugo Giovanetti Viola. El poeta creyó del caso agregar algunos poemas a la selección de su amigo, confiando en que "esta intromisión personal no afectará su paciente y sustentado trabajo", y no ha elegido mal, por cierto, las unidades a incluir en esta curiosa "coda".
Más allá de señalar reiteraciones o desigualdades, corresponde deplorar que el conjunto no ofrezca los elementos para una mejor ubicación de los textos. No se deja constancia de fechas de composición. Tampoco se indica de qué libro procede tal o cual poema, de modo que la colección aparece como un todo indiviso y es difícil ordenar según asuntos y aproximaciones cronológicas. El auxilio de una mayor determinación habría sido singularmente beneficioso tratándose de los 57 títulos líricos de Ibargoyen, obra extensa y pródiga como no es corriente en un poeta, sin tregua y escindida además entre dos patrias, pues el autor ha vivido alternativamente en Uruguay y México y ha escrito copiosamente, desde El pájaro en el pantano, de 1954, sin ahorrar experiencias en la narrativa, el teatro y el ensayo. El lector no encuentra aquí otra guía que las secciones dispuestas por Giovanetti y destinadas a recoger las huellas de la aventura biográfica: patrias y exilios.
La violencia de ellos -de los exilios interiores, al fin-contribuye a explicar el título, elegido por el propio Ibargoyen y que subraya con fuerza manifiesta la extrañeza y el difícil reconocimiento de sí mismo, la fractura y el conflicto. El poeta y yo habla con elocuencia del diálogo íntimo y los versos atestiguan, a veces, la angustia de la personalidad en los límites inciertos: "El vino te bebe/mientras lo bebes". El afuera proporciona asimismo anclajes problemáticos e Ibargoyen dice, en una fecha que sería mejor conocer con precisión: "¿Dónde está mi patria?/No puedo ya volver:/ está conmigo".
Giovanetti encarece la formación clásica del poeta, atraído a su juicio por la versificación a la italiana de los Siglos de Oro, y especialmente del primer tramo, ya partir de allí por el laboratorio modernista. Es díscutible, o bien corresponde advertir por ejemplo que ninguno de los sonetos incluidos es verdaderamente un soneto, salvo en la disposición de dos cuartetos y dos tercetos. Ibargoyen no mantiene endecasílabos ni alejandrinos y tampoco cuida el consabido sistema de rimas. No hay orden, en general, en Ibargoyen, aunque la catarata enumerativa que a menudo se ha reconocido en sus textos acoge ocasionales principios de estructura: versos que vuelven a oírse, en recurrencias socorridas; anáforas que pautan la serie; pausas más o menos uniformes en un esfuerzo sostenido a pleno aliento -inspiración profunda y un incansable impulso expresivo.
Pero las treguas no amainan el torrente y, ante la sucesión de imágenes, el lector de Ibargoyen recuerda aquel "barroco industrial" -que Jean Gassoü consideraba inseparable de la lírica contemporánea, que en su mismo exceso parece acompañar -contagiada por él- él mundo de los bienes y objetos sin número fabricados por la técnica de la modernidad. Si a poetas más enjundiosos -Lorca, Aleixandre- les cabría con justicia el reproche de Góngorá a Lope de Vega -"Potro es gallardo pero va sin freno"- más todavía a Ibargoyen, algo desmañado y de inseguro gusto, poeta en borrador a veces, como diría Juan Ramón Jiménez.
En la abundancia aparece perdido, de pronto, o impreciso, como ocurre cuando fía demasiado a la consagrada eficacia de las preguntas sin respuesta, cuya silenciosa capacidad de sugestión tiene raíces seculares en el ubi sunt del Medioevo latino. A veces, esta "manera" salva al poeta, como suele suceder en las caudalosas composiciones apocalípticas, nuncios de un "día de Yavé" bíblico y actualísimo, desencadenado por la ambición y el poder: la enumeración es buena para sostener este género de proclama que es a la vez diatriba y elegía. Como ejemplo supremo del desacierto por facilismo y desatino cabe mencionar el poema "Hienas" que, al reflexionar sobre por qué los hombres ríen, versifica módicamente un chiste que todos hemos oído. Esta composición no merece figurar en una antología.
Como queda dicho, no es fácil apuntar a los asuntos centrales en la poesía de Ibargoyen. Se reconoce, junto a los mencionados poemas apocalípticos, otros que corresponden a la anchura galáctica, por así decir, de modo que los versos pueden hablar de un fantástico temponauta, una memoria bioelectrónica o una trigonometría vibracional.
Pasando a cercanías, hay lugar para lo estrictamente personal, aunque en el amor el otro a veces no aparece, opacado acaso por esa fatal herida que hace ya dos del uno: "El poeta y yo". El poeta inventa verbos y puede "or-gasmear" y "amarquerer", pero todavía entonces se pregunta: "¿Todo amor/ todo placer es ausencia?" Con frecuencia se nombra a Valeria, a Flavia, a una "Erótica mía" que es, por momentos, cuerpo, persona y símbolo. Ibargoyen vive lo suyo, aun en el amor, sin olvidar que el individuo se inscribe inevitablemente en : la especie, de modo que lo más íntimo es a la vez lo humano y de todos. Así, los poemas al padre recogen el detalle conmovedor-lo jamás dicho, el recuerdo infantil- y saltan desde la heredad a "los vientos oscuros del mar".
Esta apertura a lo genérico -mejor que lo colectivo-ocurre casi fatalmente éri el mundo de Ibargoyen, de modo que la historia es en él densidad geológica, y ya no la suma de peripecias individuales: la referida catarata de imágenes suele dar cabida a huesos, desechos desguazados, madera carbonizada, estiércol ácido, pieles corroídas, frutas machacadas, visceras destripadas, restos de semen; sudor y orines, escamas y fibras que pudren, gelatinas burbujeantes, hedores, vahos, nieblas y arenas corrompidas, vida toda que se deshace y se pierde en la implacable labor de las eras. La enumeración es casi el remedo del barroco industrial y los bienes, un tejido de lunar regresión a la nada de origen. Desde esta realidad de condenación y basura, el poeta necesita un rescate de trascendencias y certezas, donde amanezcan "las interminables presencias del Señor". Ibargoyen es, a su manera, un poeta religioso aunque, en el Armagedón de petróleo y de sangre, llame al „ maestro Sócrates y convoque a las confianzas de la razón.
(Jorge Albistur, Brecma, 20 de febrero de 2004, Montevideo, Uruguay)
SAÚL IBARGOYEN
El poeta y narrador uruguayo-mexicano presenta el domingo 31 de agosto a las 12:00 hors., en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la antología El Poeta y yo que resume cuarenta años de creación literaria. Entre los más de 50 libros de poesía que ha publicado destacan : Basura y otros poemas, Poeta en México city, La última bandera y El escriba de pie que mereció el Premio Nacional Carlos Pellicer 2002.
El traductor, editor, cocinero, consejero literario y extraordinario; sensible y riguroso maestro formador de poetas es ante todo, como señaló José Saramago al referirse a su novela Toda la tierra, un escritor preocupado por “el hombre real”.
Ibargoyen pertenece a la estirpe de poetas verdaderos, una especie casi en extinción.
Hoy, este hombre que está siempre en camino desprendido del aroma de los eucaliptos y las playas del sur, nos regala en un acto de fe y de sangre una ancha frontera anclada en la raíz del mundo.
La frontera Une y separa esa frontera Uruguay-Brasil; cada día se mueve conmigo entre países, bibliotecas, calles, versos,
sábanas, tortugas, gente. "La dudosa saliva de dios"
Un verso que niega a los dioses la invención y la dación de la palabra. La cocina
Una actividad cotidiana, o sea, sagrada, cuyo resultado quisiera ofrecer a incontables bocas abandonadas.
"El nuevo silencio"
En él ya se engendraron los cánticos que aún no estamos
preparados para escuchar.
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foto: Elena Ayala
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El microcosmos y los bichos
De la bacteria a la ballena: toda pequenez es aparente y los
objetos no tienen tamaño.
La mujer
El principio raigal del humano cosmos; su finalidad en sí. Una especie superior, inalcanzable.
Montevideo
El segundo vientre de la matria primera: un viento verde,
un río como el mar, un niño con su pelota de trapo, una
calle cerca del atardecer, un sol caído entre la sangre.
Los desterrados
No eran dueños de su tierra, pero igual se la quitaron. Queda tierra en otras partes, para la Gran Utopía.
El fútbol
Antes: deporte heroico, arte, pasión, alegre médula de lo popular. Hoy: espectáculo mediático, negocio impuro, catarsis desmadrada.
"La ultima bandera"
Ese título indica que la única bandera posible es la que habremos de tejer con todos los colores y las sustancias del humano mundo.
Un poeta árabe
Desde el antiguo "rawiyya" (recitador) hasta los poetas palestinos de ahora: ¿Cómo no reconocer también en ellos los viejos verbos del origen?
Los hijos
Más que míos, son más hijos de su propia palabra y de su propio tiempo. Pero son mis hijos, envejecen conmigo y a veces son mis ancestros.
Los sobrevivientes
Todos nosotros, los que aún estamos aquí.
La sangre
Respiramos para ella, aunque puede súbitamente olvidarnos.
Los libros sagrados
No están todos los que son. Además, presentan bastantes erratas. Hay que leerlos desde atrás del Verbo, como quien
trata de cantar.
Gilgamesh
El primer poema madre: nació en Iraq, creció en
Mesopotamia, salió al mundo. ¿También los brutales
invasores gringos habrán robado sus tablillas de barro?
La política
Dicen que es ciencia, arte y ética de gobernar y
ser gobernado. Pisoteada y enmugrecida por el
fundamentalismo del dinero y la guerra,
es fuente de decepción, de abdicaciones,
de groseros oportunismos.
Los amigos que no están
¿Cuánto y qué se llevaron de nosotros y del mundo? ¿Cuánto y qué de ellos nos llevaremos?
Pessoa
El mejor ejemplo en poesía de la fragmentación personal organizada como unidad metafórico-metafísica.
Los instrumentos para escribir
Todas las manos reunidas en estas manos; todas las palabras históricamente leídas, escuchadas, cantadas, olvidadas, neoinventadas, soñadas, narradas, compartidas. Y tantos barullos y sonidos y tantos silencios.
El olor del dinero
Trabajé años en un banco, en medio de horribles hedores. El dinero de plástico también apesta.
La cantina
Uno de los santuarios sociales de más insondables experiencias y enseñanzas.
"La hora más impar de la tarde"
Un verso que sugiere muchos tiempos en un solo momento o muchos desiertos en un pedazo de arena.
El tango
Alguien dijo: "El tango está en todo,
todo está en el tango".
La antología
¿El poeta yo? Menos imperfecta
que la obra incompleta: por eso la publicamos.
(Ana Rodríguez Talou, Señas Particulares, El Independiente, México, 30 de agosto de 2003, p. 16)
SOY UN POSEÍDO POR LA VERDAD POÉTICA
"En esta antología podrán encontrar gran diversidad de temas que dependerán del gusto y de los interés del lector, pero lo que seguramente identificarán será a un poseído por la verdad poética", aseguró Saúl Ibargoyen Islas, al referirse a su libro El poeta y yo, en el que se incluyen algunas de sus poesías publicadas de 1956 a 2000, con selección y presentación del escritor uruguayo Hugo Giovanetti Viola.
Esta recopilación fue dividida en cinco secciones, la última llamada Coda fue agregada por Ibargoyen con la finalidad de dejar un espacio de lo que está por hacer; por su parte, Giovanetti basó su clasificación en los momentos de la vida del autor a los que los poemas se refieren y no a la cronología en la que fueron escritos; así establece Primera tierra, Primer exilio, Segunda tierra, Segundo exilio.
Toda mi sabiduría/ puede navegar/ en una gota de lluvia/ y todos mis poemas/ pueden acumularse/ en una sola/ brizna de hierba; así da inicio la etapa en la que además abordará los primeros amores, elementos de la vida cotidiana, a sentimientos profundos y finalmente surge la preparación al exilio que, 10 años antes de que suceda, sabe que vendrá, "es algo que sentí, simplemente lo sabía" dijo Ibargoyen.
De esa manera los versos se enlazan con el Primer exilio, en el que se incluye el poema Palabras del desterrado: Vuelvo a respirarte así completo/ en medio del polvo que muerde todavía/ a la hierba arrasada./ Porque eres el desterrado/ el que pisa por un acto de gracia/ y de sangre/ una ancha frontera cuyo nombre/ no acabarás nunca de aprender... En este mismo momento decisivo de su vida cuestiona al sistema, muestra simpatía por la izquierda, retrata su nuevo entorno y no olvida el amor y la pasión hacia la mujer.
Más tarde con Basura es el nombre/ de la piel que arrastro:/ ven a mirar acércate/ sí realmente/ a todo esto que ahora sucede/ a través de las calles/ largamente ensombrecidas:...; inicia su viaje a la Segunda tierra en la que se distingue una constante interrelación con la naturaleza que lo rodea, pero no sólo describiendo sino analizando cada una de las facultades de diversos animales e incluso de algunas personas.
Esta historia continúa con el Segundo exilio, que esta vez es voluntario en el que por medio de maestros, amores e interesantes reflexiones da vida a múltiples versos dentro de los que asegura que: ese todo y este total/ como una sombre de toda la nada/ son los restos que hoy/ el poeta contempla/ en sus uñas vacías.
"Estoy tan de acuerdo con esta estructura como lo hubiera, estado con otra, porque finalmente se trata de la visión de alguien más que ha leído la obra y que ha descubierto esas etapas en la poesía, creo que el planteamineto es correcto, porque si bien establece un espacio cronológico en etapas los poemas no corresponden a ese espacio, esto responde a la diferencia entre el tiempo vital y el de la poesía, la última tiene un tiempo distinto; quizá para mí hubiera sido imposible realizar un estrucutra definida para separar mi obra, porque cada verso tiene un peso distinto; para mí hay un recuerdo y una imagen en cada uno, yo sólo agrego uno para dejar abierto el espacio para algo nuevo", dijo Ibargoyen.
Es así como se podrá conocer, a través de su obra, algunos de los momentos anímicos más representativos de este periodista, novelista, cuentista, coordinador de talleres culturales y editor de la Revista de la Literatura Mexicana Contemporánea; nacido en Montevideo y ahora también con nacionalidad mexicana. "Todos . estos espacios de vida que están representados en mis poemas podrían ser considerados una autobiografía", comentó Ibargoyen respecto al material literario que fue posible gracias a Ediciones Eón, La Universidad de Nuevo México del Instituto de Estudios Chicanos, la Universidad de Tijuana y la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez; y será presentado el próximo 31 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Finalmente en su poesía no sólo se podrá encontrar lo que él vivió, sino algunos de los sentimientos que hemos experimentado traducidos al lenguaje de las palabras, “porque un exilio no sólo se refiere al espacio geográfico, también podemos estar exiliados de la familia, de la vida de un amor o hasta de la sociedad; así como la añoranza por la tierra natal”, agregó Ibargoyen.
(SHANTAL REYES ARAUJO, “Saúl Ibargoyen Presentará Antología de 1956 a 2000”, Cultura, Excelsior, 1 de agosto de 2003)
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