Es mejor un resumen, aun imperfecto, de los trabajos y los días que fueron
ocurriendo con la lentitud de un minuto y la velocidad de los años. Los
estudios, desde la primaria hasta la secundaria y dos exámenes de
preparatoria, los realicé en instituciones de enseñaza pública, gratuita y
obligatoria. Maestros y profesores de muy buen nivel en general, una época
casi dorada en cuanto a lo que un habitante de aquella ciudad, Montevideo,
podía alcanzar en asuntos educativos y culturales (en secundaria había
cuatro años de francés y dos de inglés, y un año de italiano en la prepa).
Los sistemas luego cambiaron, y eso lo aprecié directamente cuando, en los
años 60, fui profesor de literatura hispanoamericana en una institución
oficial en la frontera norte con Brasil (por otra parte, época difícil, de
censura y represión).
A los 16 o 17 años comencé a trabajar en un banco privado, de oscura
historia en las finanzas nacionales; pero había que sobrevivir,
simplemente, y los salarios en ese sector eran bastante atractivos para la
época. Allí laboré mucho tiempo, demasiado, hasta que me jubilaron por
razones de salud (dejo de lado las luchas sindicales, las huelgas, etc.,
aunque mucho ayudaron a mi formación como ciudadano solidario para siempre
de la causa de los trabajadores). También en esos años me inicié en el
periodismo cultural, actividad que aun ahora continúo aunque de manera mucho
menos intensa. En verdad, esa labor periodística se dio en distintos medios
y de forma honoraria -salvo los años 1977-1984 y 1990-1994- en que fui
secretario de redacción y luego subdirector de Plural (segunda época),
hasta que la revista fue eliminada por la dirección de Excelsior en un
gesto irresponsable. Asimismo, colaboré dos años en la Sección Cultural
de dicho periódico, que dirigía Edmundo Valadés. Fui fundador y partícipe de
varias revistas y proyectos editoriales, tanto en Uruguay como en México:
Aquí Poesía, con Rubén Yacovski (1962-1974); Archipiélago, publicación
mexicana cuyo director es Carlos Véjar (desde 1992); coordinador editorial
de El Entrevero, publicación cuyo objetivo es ayudar a la difusión de los
lazos culturales entre México, Uruguay y Sudamérica; Ediciones Libros para
Todos, que dirigió Jorge Freccero, y la revista Programa que tomé a mi
cargo al regreso del exilio (1987-1990), etc.
También he sido traductor, ocasional nada más, pues si apenas conozco el
idioma español cómo puedo permitir atreverme con otras lenguas; las más
cercanas, el portugués, el francés y el italiano. Novelas, cuentos, poemas
sobre todo y ensayos los pasé al español en versiones temblorosas e imperfectas que, sin embargo, me ayudaron a conocer mejor la lengua madre.
He dedicado muchos años a coordinar talleres de poesía, a partir de 1976
a la fecha, sobre todo en México (tanto en el Distrito Federal como en provincia), pero asimismo en otros países. En la actualidad, me ocupo del tercer semestre de Poesía en la Escuela de Escritores de la Sogem y soy asesor literario de Ediciones Eón, casa que publica la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea en acuerdo
especial con la Universidad de Texas en El Paso, EU. He sido jurado en
numerosos premios literarios y periodísticos en Cuba, Costa Rica, Panamá,
Uruguay, México, Nicaragua, entre los que destacan: el Premio de Poesía Casa de las Américas, La Habana; el Premio Nacional de Poesía "Ricardo Miró", Panamá; el Premio de la Universidad Centroamericana de Novela, Costa Rica; en varios premios de cuento y poesía en Tijuana, B.C., San Miguel de Allende,Gto. y la Universidad Autónoma Benito Juárez, Oaxaca. Tuve ocasión de viajar por unos 30 países en cumplimiento de diversas actividades culturales y literarias: festivales de poesía invitado a varios festivales de poesía: Medellín, Colombia; El Salvador, San Salvador; Quetzaltenango, Guatemala; Mundo Latino, Morelia, Michoacán; Trois-Rivières, Canadá; Buenos Aires, Argentina; San José, Costa Rica, y he asistido a congresos de literatura mexicana y chicana en la Universidad de Texas en El Paso, Texas, EU; de literatura uruguaya en Piriapolis y Montevideo, Uruguay; de literatura cubana en La Habana y Santiago de Cuba, etcétera. He asistido a ferias nacionales e internacionales de libros en Santo Domingo, República Dominicana, el la Habana, Cuba y en Montevideo, Uruguay, y a foros, ciclos de conferencias y recitales, etc., además de viajes realizados por mero espíritu de paciente correcaminos. En verdad, soy un caminador, aunque esté en un avión o en un barco o en un sillón leyendo quién sabe que obra de quién sabe quién.
Finalmente, debo recordar que fui presidente de la Asociación de
Escritores del Uruguay (ASESUR), en dos periodos, creo que de 1986 a 1989;
fue una época de asperezas y hostilidades generadas por un grupo de poetas y
redactores de prosas diversas, en verdad bastante mediocres, que desde las
filas del Partido Comunista (del que yo era militante desde 1968) atacaron a
dicha asociación con ánimo de destruirla. (Como salí del país de regreso a
México en 1990, lo que sucedió luego no forma parte de mi historia personal,
afortunadamente.) Eso me obligó a renunciar al partido, en carta que
publicaron hasta los periódicos de derecha. Rememoro, sí, que en 1972 se
había constituido la Sociedad de Escritores del Uruguay (SEU), de la que fui
secretario. La dictadura en Uruguay (1973-1985) acabaría con ella.
Otro finalmente: jugué futbol y basquetball durante muchos años, cuando la
salud y mi enfermedad alcohólica lo permitían; eso fue relevante en cuanto a
compartir experiencias colectivas sin otro interés que el deporte por sí
mismo. Por supuesto, fui fundador de varios equipos en ambas ramas, y hasta
participé en torneos oficiales en mis épocas juveniles. Y mi pasión: el
futbol, más que nada, no se atenúa con los años. Lo que lamento es que el
neoliberalismo lo ha convertido en mera mercancía, hasta a jugadores y
técnicos. Si las camisetas parecen vitrinas de publicidad...
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