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listado de poemas en audio por primeros versos letra d

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841 poemas con la letra "d"

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Donde habite el olvido (I) de Luis Cernuda
Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista. En esa región donde el amor, ...
Donde habite el olvido de Luis Cernuda
Donde habite el olvido, en los vastos jardines sin aurora; donde yo sólo sea memoria de una piedra sepultada entre ortigas sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje al cuerpo que designa en brazos de los siglos, donde el deseo no exista. En esa región...
Donde la vida y la muerte cruzan sus límites... de Tilo Wenner
Donde la vida y la muerte cruzan sus límites se descuelgan las pieles feroces de un deseo interminable se tropieza con toda rapidez están rotas las medidas eficaces armado de lo hondo a la burbuja del vientre asoma y rompe el vacío de su presencia dejada por la tenaz ausencia ...
Donde la voz parece más del árbol de Manuel del Cabral
Donde la voz parece más del árbol. Donde el hombre es un árbol. Aquí, donde los ojos de los niños... Tal vez aquí no puedo decir nada. Tan cerca estoy de cosas que están siempre desnudas. Puede mi tiempo ahora herir la tarde. Yo vengo de tan lejos y de tantas palabras, vengo de tantas manos ...
El alfanje secreto (X) de Santos Domínguez Ramos
Donde los ballesteros, en la cima secreta y apical de la tarde, Israfil, el que anuncia el final de los días, enciende sus hogueras de sándalo en las torres. Los esclavos de Nubia sueñan en los zaguanes con el álabe frío de las dagas, con ríos de venganzas secretas del ángel de la muerte. ...
Oda a una pelotari de José García Nieto
Donde no se podía llegar, donde el cuarto no podía abrir sus puertas tentadoras, ante el fondo mismo del mar donde los ojos eran más tierra que nunca, más allá de la levísima trama que encarcelaba -Tántalo- la tierra prometida, cuatro sombras, no sombras, cuatro cuerpos sin ella, ...
La vida en juego de Angel González
Donde pongo la vida pongo el fuego de mi pasión volcada y sin salida. Donde tengo el amor, toco la herida. Donde pongo la fe, me pongo en juego. Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego vuelvo a empezar, sin vida, otra partida. Perdida la de ayer, la de hoy perdida, no me doy por vencido, ...
Ciudad de siempre de Dionisio Aymará
Donde pose los ojos o la frente, ciudad mía del aire temperado, allí te encuentro y yendo desolado me vuelvo jubiloso de repente. Hecha de tu materia transparente, la niebla de la infancia ha regresado y embellecido todo: el río, el prado, tus colinas que pasan verdemente. Aparta de mi lado ...
Canción de los amantes de José Angel Buesa
Donde quiera en las noches se abrirá una ventana o una puerta cualquiera de una calle lejana, no importa dónde ni cuándo, puede ser donde quiera: ni menos en otoño, ni más en primavera. Y hoy igual que mañana, mañana igual que ayer, un hombre enloquecido, besará una mujer. Tal vez nadie...
Sobre el sentar-estar-en-el-mundo de Joao Cabral de Melo Neto
Donde quiera que ciertos hombres se sienten sientan poltrona, sea cual sea el asiento. Sientan poltrona: o taza-de-letrina, asiento además de anatómico ecuménico, ejemplo único de concepción universal, donde cabe cualquier hombre y tan contento. * Donde quiera que ciertos hombres ...
Viento de Jesús Munárriz
Dónde su traza, la de aquellas manos que en turquesa bordaban estas rosas, rosas de seda, y mariposas de oro, blancas, grises, marinas? ¿Y aquella piel que luego aquellas manos recorrían, secreta, y que quemaba, dónde quedó? Este viento de invierno levanta...
Cercada por la vida de José Agustín Goytisolo
Dónde tú no estuvieras como en este recinto cercada por la vida en cualquier paradero conocido o distante leería tu nombre. Aquí cuando empezaste a vivir para el mármol cuando se abrió la sombra tu cuerpo desgarrado pusieron una fecha: diecisiete de marzo. ...
Junto al mar de Cé Mendizábal
Donde vivo, querido Gilmar, el rumor marino y la abultada hierba acompañan todo el año. Las mujeres visten ropas tenues y balancean el cuerpo para recordarnos aquello que sobradamente quisiéramos olvidar. Los niños juegan, los animales (esos de que hablabas) miran absortos. ...
Dónde, Comandante de Gabriel Impaglione
Dónde, Comandante, en qué foresta la gota de luz que no se acaba. Su feroz ternura acechando la hondura metálica de la noche más negra. Dónde, Comandante, dónde la raiz que zapa en el recóndito secreto de las sustancias y empuja como un tren como cien mil obreros como cientos de hijos ...
A la amistad de Alberto Lista
Dónde, santa amistad, tu pura llama anima a los mortales? ¿qué dichoso clima ilustra tu rayo generoso, o en cuál región tu fuego se derrama? ¿En qué pueblo el luciente Febo de cuantos dora de la remota aurora hasta do muere el día, oye aclamar tu nombre dulcemente en himnos...
Dondiego sin don de Rafael Alberti
Dondiego no tiene don. Don. Don dondiego de nieve y de fuego. Don, din, don, que no tienes don. Ábrete de noche, ciérrate de día cuida no te corte quien te cortaría, pues no tienes don. Don dondiego, que al sol estás ciego. Don, din, don, que no tienes don. De: Marinero en ...
Poema para los dolores de tu cuerpo de Ricardo Morales Avilés
Doris María, las fieras no van a la selva y la jauría de tantos gritos se agolpa en esos cuerpos donde se descubren cuántas torturas se requieren para alcanzar victorias. No alcanza la calumnia ni el ultraje para desangrar tu cuerpo ni secreto que conspire para roer tanto mediodía...
Canción arboleda de Luis García Montero
Dormía en el refugio de los débiles, una cama revuelta de oscuridades fuertes, cuando bajó su sueño a sespertarlo. Puso entonces los pies en un mundo nevado. El frío de las ropas por el suelo, de los amaneceres y los zapatos viejos. Como los pedregales de la casa ...
Incendio de Gastón Fernando Deligne
Dormida esta la ciudad, bajo los limpios reflejos de una luna sin mancilla en un nacarado cielo. Allá lejos zumba el mar; acá suspira el misterio y en las hebras de la luz flota en su hamaca el silencio. ¡Qué de fantasmas de rosas, en blando revoloteo invaden calladamente los cortinajes del lecho! ...
Cazador de fortuna de Ana María Ardón
Dormida está tu bestia aburrida tu vida amodorrado tu ángel Apagada tu risa tu deseo atontado indiferente Escaso de pulsiones se te pasa la vida A ratos te preguntas con dejo de nostalgia dónde se fue tu juventud y una vocecita chillona en tu interior responde: ascendiendoascendiendo ...
Diosa de Vicente Aleixandre
Dormida sobre el tigre, su leve trenza yace. Mirad el bulto. Alienta sobre la piel hermosa, tranquila, soberana. ¿Quién puede osar, quién solo sus labios hoy pondría sobre la luz dichosa que, humana apenas, sueña? Miradla allí. ¡Cuán sola! ¡Cuán intacta! ¿Tangible? Casi divina, ...
Viajeros de Rafael Alberti
Dormida y rubia, en la roca. Dormida y rubia, llegada ayer tarde de Polonia. El Arcángel de su guarda, San Rafael, la acompaña. No sueñes tú, prima mía, no sueñes, que estás cansada. Las aldeas de Suiza y los pueblos de Alemania pasando van por su frente, bajo una luna nevada. ...
Dormiremos aquí de Hugo Lindo
Dormiremos aquí donde la hormiga acumula su sórdida riqueza. Aquí, donde el verano no se atreve a hincar la azada ni a plantar la flecha. Aquí donde el festón de las raíces se agazapa y enreda. Dormiremos. Donde el agua inefable del invierno se filtra, leve, queda, hasta mojar los párpados ...
Dormirme en la noche de tu pelo... de Pilar Pallarés
Dormirme en la noche de tu pelo en el filo de tu labio desvanecerme ser tan sólo pigmento de tu piel fósforo encendido en la médula de tu hueso desposeerme serte en el músculo que tensa tus muslos en la vena que azulea en tu muñeca Mujeres de carne y verso. . ...
Dormirme en mí, para soñarme otra... de Patricia Medina
Dormirme en mí, para soñarme otra para ya no dormirme con los sueños ajenos para permanecer despierta cuando hordas de sueños incumplidos me hagan su residencia. En mí dormirme y parecer despierta y hacer treguas de vida con la otra la que tiene el control de cada sueño ...
Canto para dormir a un negrito de Emilio Ballagas
Dórmiti mi nengre, dórmiti ningrito. Caimito y merengue, merengue y caimito. Dómiti mi nengre, mi nengre bonito. ¡Diente de merengue, bemba de caimito! Cuando tu sia glandi vá a sé bosiador... Nengre de mi vida, nengre de mi amor... (Mi chiviricoqui, chiviricocó... ...
dos no sirve es malo... de Frida Kahlo
dos no sirve es malo. Luna... pésimo y sol es banal... ¿verdad? superficial...
Ascensión de Alfredo Espino
Dos alas!... ¿Quién tuviera dos alas para el vuelo? Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido. Desde aquí veo el mar, tan azul, tan dormido, que si no fuera un mar, ¡Bien sería otro cielo!... Cumbres, divinas cumbres, excelsos miradores... ¡Que pequeños los hombres! No llegan...
Dos amigos de Bertalicia Peralta
Dos amigos por la vida andanjuntos como hermanosse trenzan por la misma vía van como tiburones jadeantes invencibles reman con sus dos fuerzas contra una corriente que luego de discutida y analizada resulta lamentable a ojos vista hasta que un día uno de ellos ciego cogido por la cola ...
De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios (XXIX) de Francisco Hernández
Dos años después de tu zambullida en el Rin, la niña Clara llegó a visitarte por última vez al manicomio de Endenich. El atardecer rodeaba de angustia su cabello. El aire tenía peso de vapor subterráneo. Creyendo que era la más reciente composición de Brahms le tendiste los brazos ...
Dos Cuerpos de Octavio Paz
Dos cuerpos frente a frente son a veces dos olas y la noche es océano. Dos cuerpos frente a frente son a veces dos piedras y la noche desierto. Dos cuerpos frente a frente son a veces raíces en la noche enlazadas. Dos cuerpos frente a frente ...
Se juntan desnudos de Jorge Gaitán Durán
Dos cuerpos que se juntan desnudos solos en la ciudad donde habitan los astros inventan sin reposo el deseo. No se ven cuando se aman, bellos o atroces arden como dos mundos que una vez cada mil años se cruzan en el cielo. Sólo en la palabra, luna inútil, ...
Dios existe de Marilina Rébora
Dos de la madrugada. En trémula zozobra; los silencios, vivientes; la oscuridad sin borde; cuando la fuerza falta y la tristeza sobra, en soledad infinita para estar más acorde. De improviso resuena el son de un benteveo con tono tan alegre que regocija el alma, y es tal la donosura ...
Dedos de niño de Carlos Marzal
Dos dedos por encima de este mundo, tus dedos niños dos, voy cruzando el presente en salvaguarda. A tu custodia estoy, asido al tiempo. Tiene hoy la luz su perno en donde ajustan el día su volumen, el amor en sus piezas, y la rueca hilandera de los sueños en tu pura dinámica terrestre. ...
Los cuartos de hora de Francisco González Léon
Dos gotas de cristal que rebotaran, y al rebotar sonaran con timbre desigual: tín... tán... tín... tán. Así suenan los cuartos de las horas del reloj parroquial. La noche es una lámina astronómica de mármol, donde van rebotando los cuartos de las horas: tín... tán... tín... tán... Pienso en la ausencia ...
Dos hermanos de Julio Torres Recinos
Dos hermanos tengo, dos hermanos misteriosos que de la mano me llevan como a niño, el amor y la muerte. Dos esfinges en la loma que aparecen y se van que sonriendo muestran su rostro. La esfinge del amor, esa doncella altiva que me sonríe y me deja...
1971 (Dos hombres) de Jorge Luis Borges
Dos hombres caminaron por la luna. Otros después. ¿Qué puede la palabra, qué puede lo que el arte sueña y labra, ante su real y casi irreal fortuna? Ebrios de horror divino y de aventura, esos hijos de Whitman han pisado el páramo lunar, el inviolado orbe que, antes de Adán, pasa y perdura. ...
Los camellos de Guillermo Valencia
Dos lánguidos camellos, de elásticas cervices, de verdes ojos claros y piel sedosa y rubia, los cuellos recogidos, hinchadas las narices, a grandes pasos miden un arenal de Nubia. Alzaron la cabeza para orientarse, y luego el soñoliento avance de sus vellosas piernas bajo el rojizo dombo ...
Tamalitos de Cambray de Claribel Alegría
Dos libras de masa de mestizo media libra de lomo de gachupín cocido y bien picado una cajita de pasas beata dos cucharadas de leche de Malinche una taza de agua bien rabiosa un sofrito con cascos de conquistadores tres cebollas jesuitas una bolsita de oro multinacional dos dientes...
Ópera prima de Víctor Redondo
Dos mujeres bajo la luz conversan cinturón de plata ciñendo nadie habrá entre plata y piel dos mujeres conversan bajo el abanico dorado del aire palabras similares para cinturón y piel nadie como el oscuro bajo la luz conversan y de lo cierto incierta palabra dará testimonio dará una hermana ...
Nido de soles (8) de Juana Rosa Pita
Dos ochos juntos forman infinito magnífico y en pie. Es mi certeza desde que echaba barcas de papel a navegar por la redonda fuente. Con soledad se paga ese saber de fibra íntimoastral. Ecuación intuitiva insuperable apenas figurada entonces. Cómo iba a saber yo de niña que un poeta...
En el palomar de Ricardo Gómez López
Dos palomas observan vitrinas En el paseo peatonal Se escandalizan de los maniquíes Aprietan sus carteras añosas Se miran Suspiran Y se dirigen al Banco del Estado de Chile A cobrar la jubilación. (Incluido en el CD Poemas de Ida y Regreso, Dúo Urbe-Provincia, Leutún, ...
Dos patrias de José Martí
Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche. ¿O son una las dos? No bien retira su majestad el sol, con largos velos y un clavel en la mano, silenciosa Cuba cual viuda triste me aparece. ¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento que en la mano tiembla! Está vacío mi pecho, destrozado ...
Dos piedras de sal de José Saramago
Dos piedras de sal en la pupila: Los puños bien cerrados, apretando Las agudas aristas de cristal; Me viene sangre en el agua, mancha blanda, Navegando en los ojos, mientras el grito Golpea fuerte en los dientes que lo degüellan: Al tiempo que la sonrisa me disfraza El gruñido, la amenaza, ...
Dos rojas lenguas de fuego (Rima XXIV) de Gustavo Adolfo Bécquer
Dos rojas lenguas de fuego que a un mismo tronco enlazadas, se aproximan, y al besarse forman una sola llama; dos notas que del laúd a un tiempo la mano arranca, y en el espacio se encuentran y armoniosas se abrazan; dos olas que vienen juntas a morir sobre una playa, y que al romper se coronan ...
Poeta en mecedora de César Ángeles L.
dos. se nos puede ir. las piezas humanas se mueven con pies milimétricos en un día negro. la microscopía es riesgosa porque te puede trocar en entomólogo de puertas clausuradas y los muchachos y muchachas no traspasarán tu opaco umbral ni virarán sus desnudas pantorrillas ...
Misterios de pasión (Segundo) de Ana Rossetti
Dúctil cuero lustroso, su lengua desenrosca por tu espalda y una orquídea se asienta, teje su laberinto de sangriento guipur, cae al suelo: su severo ajedrez en búcaro lo torna. Así cuarenta veces. Cuarenta veces flores desde sus hombros cuelgan. Firmes hombros tan pálidos ...
Dudo en si cortar la frase... de Eduardo Milán
Dudo en si cortar la frase aquí, sin cortar la flor afuera, por si hay una correspondencia que no llega a ser confluencia visible —para que tú lo veas claro, límpido, esto adquiere su sentido siempre y cuando tú te sirvas de él, de la botella al vaso, de la huella...
Mediodía de Vilma Vargas
Duele el poema. Hay una paloma abriendo el pecho. El sol salta como una llama hasta quedar en el pavimento. No hay regreso. Prisa es la mañana. El perro siguió la cadena de su amo. Hecho polvo un hueso. Se fue la paloma desnuda sin ser mirada. El calor se deshace en un charco ...
Consejos a un joven poeta (2) de Adriano Corrales
Duele menos la mordida del saguate que la del joven poeta codiciando ascender hasta donde nunca llegamos Selección del autor