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listado de poemas en audio por primeros versos letra a

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1358 poemas con la letra "a"

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Ojos verdes de Rafael de León
Apoyá en er quisio de la mansebía miraba ensenderse la noche de mayo; pasaban los hombres y yo sonreía hasta que a mi puerta paraste el caballo.
El sueño de Gerardo Diego
Apoya en mí la cabeza, si tienes sueño. Apoya en mí la cabeza, aquí, en mi pecho. Descansa, duérmete, sueña, no tengas miedo, no tengas miedo al mundo, que yo te velo. Levanta hacia mí los ojos, tus ojos lentos, y ciérralos poco a poco conmigo dentro; ciérralos, ...
Tus palabras de Manuel Altolaguirre
Apoyada en mi hombro eres mi ala derecha. Como si desplegaras tus suaves plumas negras, tus palabras a un cielo blanquísimo me elevan. Exaltación. Silencio. Sentado estoy a mi mesa, sangrándome la espalda, doliéndome tu ausencia.
Eros, Thánatos y un reloj de Domingo F. Faílde
Apoyado en el muro, contemplaba unos cuadros antiguos. La lámpara amarilla del crucero iluminaba apenas las borrosas imágenes, acaso exagerando su palor. En su rural tenebra, destacara el pintor la carne lívida de Eros y Thánatos. Al lado de aquel lienzo, ...
Apoyando mi frente calurosa... de Gustavo Adolfo Bécquer
Apoyando mi frente calurosa en el frío cristal de la ventana, en el silencio de la oscura noche de su balcón mis ojos no apartaba. En medio de la sombra misteriosa su vidriera lucía iluminada, dejando que mi vista penetrase en el puro santuario de su estancia. Pálido como el mármol...
Asalto al sol 6 de Heddy Navarro Harris
Apoyo mi pierna desnuda a la quilla de tus botes sonrío leve con el sarcasmo de los muertos Me han crecido las uñas y pesadas despeinan la cortina de mi ojo
Pasión de la tinta de Carlos Trujillo
Aprecio lo que no existe con igual pasión que esta tinta Cada palabra llena un pedazo de vacío cada letra se hace ventana, ojo, camino, inaugurando sentidos que no eran hasta hace dos segundos Me miro escribiendo como si fuera otra persona que mira sentada frente...
La brevedad de las cosas humanas de Luis de Góngora y Argote
Aprended, flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fuí, y sombra mía aun no soy, La aurora ayer me dio cuna, la noche ataúd me dio; sin luz muriera, si no me la prestara la luna. Pues de vosotras ninguna deja de acabar así, aprended, flores, en mí lo que va de ayer a hoy, ...
Reflejado en el fondo de una cuchara de Rodolfo Häsler
Aprendes una lengua erosionada. Tiendes la trampa para resbalar en el lacre, un broche imposible de violentar, soy el que olvida la razón en el límite morado del azar. Reflejarme, proyectarme en el pálpito hueco de la huida, el ansia que maneja el carro de fuego que me arrastra. ...
A un corazón inconstante de María Cristina Orantes
Aprendí a conocer a la inconstancia y a alargar el instante que me daba, fui viviendo a medida que llegaba el tiempo en el reloj: mágica instancia. Tiempo de arena. Tiempo detenido en mi mano alfarera que soñaba aprisionar al viento que flotaba sobre mi piel en beso convertido. Abrí los ojos. ...
A mi corazón inconstante de María Cristina Orantes
Aprendí a conocer a la inconstancia y a alargar el instante que me daba, fui viviendo a medida que llegaba el tiempo en el reloj: mágica instancia. Tiempo de arena. Tiempo detenido en mi mano alfarera que soñaba aprisionar al viento que flotaba sobre mi piel, en beso convertido. Abrí los ojos. ...
Hierba de Eduardo Zambrano
Aprendí de los clásicos a no esperar nada de nadie y todo lo que en el misterio se madura... probarlo. Ya no soy jardín, pero aún hay algo de hierba después de los cuarenta años. Frutos salvajes porque ni el árbol de la vida ni el del conocimiento, volvieron a crecer. ...
El sabor de Humberto Ak´Abal
Aprendí el sabor de la vida como cualquier indio pobre. Los demás sabores me vienen sobrando.
Herencia del fuego de Andrea Luca
Aprendo, desaprendo, me prendo como la chispa sobre la paja.Alumbro y me extingo en la posibilidad de la vela.Devoro y calcino cuando el fuego es mi hambre, también ilumino el íntimo rincón de la alcoba. Soy llama que a sí misma se nombra.Llamada y llamarada en un bosque bajo el trueno. ...
Poema social de Fabián Casas
Aprovechando el sol en este invierno crudo, los obreros de la fábrica, en su hora de descanso, formaron una hilera de cascos amarillos en la vereda de enfrente. Si no fuera por el rubio, que se rasca la cabeza, parecerían una fila de lápices del mismo color.
Apuñados de Brenda Gallegos
Apuñados como escasos frijoles Sintiéndonos los olores Juntándonos desconocidos Sintiéndonos los alientos Esto es a diario Cada mañana, tarde y noche Prestándonos al juego cotidiano nadie protesta, sólo la necesidad ¡Vaya niño, mercado vas! Colaboremos señores, es de cuatro ...
Rasgos (II. Pinar) de Gilberto Owen
Apuntamos aquel cielo que se nos desplomaba, verdinegro. Los que pasaban a lo lejos eran sombras chinescas en la pantalla del crepúsculo nuestras sombras en otros mundos. El cielo verdadero estaba, afuera, preso, y se asomaba entre los troncos, viéndonos con su ojo de luna, huero. ...
Poemas del tamaño de una naranja de Jorge Boccanera
APUNTES Y te recuerdo, madre, como cuando la única luz era tu sombra. RECUERDO Ayer, es una casa que se quedó sin puertas. DEL OFICIO DE LA POESÍA Hay que incendiar a la poesía y cantar luego con las cenizas útiles SOLEDAD Nadie. Como decir: todos...
Apariciones de José Carlos Becerra
Aquel árbol, al atardecer, el aleteo apresurado de un pájaro, el crujido de una rama, la luz sobre la yerba como una obsesión sagrada, la penumbra de un cuarto, la ventana entreabierta, sobre la mesa un rayo del poniente como la mano de una niña inmóvil, nuestras voces y nuestros rumores ...
Aquel bello pariente de los pájaros de César Calvo
Aquel bello pariente de los pájaros que escondía su sombra de la lluvia mientras tú dirigías sobre ardientes cuadernos el vuelo de su mano. El niño que subía por el estambre rojo del verano para contarte ríos de perfume, cabellos rubios y país de nardos. Tu niño preferido -¡si lo vieras!- ...
Evocación de Pilar de Valderrama
Aquel café de barrio, destartalado y frío, testigo silencioso de nuestras confidencias, extremo de rigores, conjunto de inclemencias, que sólo caldeaban tu corazón y el mío. Viejo café de barrio, a donde yo acudía, donde tú me esperabas con el alma impaciente, y cada...
Evocación de Pilar de Valderrama
Aquel café de barrio, destartalado y frío, testigo silencioso de nuestras confidencias, extremo de rigores, conjunto de inclemencias, que sólo caldeaban tu corazón y el mío. Viejo café de barrio, adonde yo acudía, donde tú me esperabas con el alma impaciente, y cada vez, al verme, ...
Rasgos (I. Camino) de Gilberto Owen
Aquel camino, desde la montaña, con la hemorragia larga de su barro, baja, poquito a poco, hasta la botica aldeana. El camino, después ¿o el río? , ya detrás de las casas y ya envuelto en blancas vendas lúcidas. ...
Abuelos (VI) (Voces) de José Antonio Cedrón
Aquel fuego encendido con las últimas hojas del otoño, duró hasta que el carbón extinguió el frío. Tal vez no conocimos otra estación con ella. En las habitaciones de estos años el fuego le regresa el control de las vidas su alimento la nombra, como entonces, nuestras culpas ...
Una prisión (1936) de Jorge Guillén
Aquel hombre no tuvo nunca historia, Pero tenía Historia como todos Los hombres. Cierta crisis...Le apenaba. Recordar. Una vez habló, sereno. Evoco mi prisión, no mis prisiones . Fue muy breve mi paso por la cárcel. Cárcel en horas de mortal peligro. Nos rodeaban sólo fraticidas. ...
Tercer mundo de Saúl Ibargoyen
Aquel hombre sostenido por su rostro de ciego completo sufridamente iluminándose en la carnal oscuridad: ¿le adjudicamos estos versos un cuenco de arroz unas monedas pálidas? Aquella sirvienta o costurera de a sesenta centavos o hembra leprosa pariendo ...
El buen momento de José Hierro
Aquel momento que flota nos toca con su misterio. Tendremos siempre el presente roto por aquel momento. Toca la vida sus palmas y tañe sus instrumentos. Acaso encienda su música sólo para que olvidemos. Pero hay cosas que no mueren y otras que nunca vivieron. Y las hay que llenan ...
Un hombre de Elvio Romero
Aquel muchacho andaba por el húmedo imán de los esteros, pisando las taperas acechantes con mustios pasos y ojos cenicientos, con humildad y tierna vocación de recodos estrelleros. Tuvo una vida simple, sed inmensa de asomarse al idioma de los vientos, de acariciar los belfos...
Cuádruple raíz del principio de razón suficiente de Washington Benavides
aquel mundo espléndido descubierto a los nueve años cuando leído fue un libro cuyos personajes discutían la redacción de sus propias aventuras, escritas por un árabe, nigromante, erudito. 2ª: el pubis de aquella morena adolescente donde apenas asomaba...
Oso en circo de Jorge Guillén
Aquel oso de circo era muy hábil. Ascendía y bajaba puntualmente. Peldaño tras peldaño, su escalera, Caminaba correcto, no pomposo, Erguido bien, andaba en bicicleta Bajo una piel muy limpia, señoril Con un lujo de humano cortesano: Suave, seria parodia -de vencido. ...
Aquellos animales de Saúl Ibargoyen
Aquel perro se burla de nuestros dramáticos ladridos Aquel pájaro no puede traducir lo que silbamos Aquella lombriz desprecia la oscuridad de nuestra ánima Aquel delfín no tolera nuestros desafinados cánticos Aquel tigre no admite nuestras caricias brutales y solas Aquella abeja...
Parábola de David Escobar Galindo
Aquel que dijo:-¡Saquen a la rosa del poema, y condénenla al exilio!-, se fue a dormir después con el auxilio de su fiel inconsciencia victoriosa. La rosa, entonces, se vistió de prosa, y entró de nuevo al secular concilio, de la mano secreta de Virgilio, sin miedo a la intemperie veleidosa. ...
Poema de la sangre de Isabel de los Ángeles Ruano
Aquel que yo parí remonta mi sangre a todas las generaciones hasta Adán. Trae la voz encontrada de la raíz en que germiné y quizás perpetúe mi estirpe hasta cuando el mundo termine. El que parí es resultado de violencias inexplicables. Está tatuado para siempre tatuado de las llamas ...
El perro sin plumas (Discurso del Capibaribe IV) de Joao Cabral de Melo Neto
Aquel río está en la memoria como un perro vivo dentro de un bolsillo. Como un perro vivo bajo las sábanas, bajo la camisa, bajo la piel. Un perro, porque vive es agudo. Lo que vive no se embota. Lo que vive hiere. El hombre, porque vive, choca con lo que vive. Vivir es ir por entre lo que vive. ...
Abrigo de Francisco Urondo
Aquel tapado de armiño, esta situación que vivimos, mi amiga, estos recuerdos que siempre tendremos y esta vida que juntos vamos haciendo. Algún día, y digo por decirlo, tendremos ese tapado de armiño; será un tiempo más justo, forrado en lamé, como el tapado del tango. Un tiempo ...
Abrigo de Francisco Urondo
Aquel tapado de armiño, esta situación que vivimos, mi amiga, estos recuerdos que siempre tendremos y esta vida que juntos vamos haciendo. Algún día, y digo por decirlo, tendremos ese tapado de armiño; será un tiempo más justo, forrado en lamé, como el tapado del tango. Un tiempo...
Por una bufanda perdida de Fayad Jamís
Aquella bufanda color de oro viejo que me había acompañado a vivir durante tres años la miseria la gloria de la luz el amor la soledad de las calles estrechas como ataúdes y todos los instantes que el agua va grabando con líneas verdosas en la frente de las estatuas ...
La flor del llanto de Orfila Bardesio
Aquella flor con la que hablaba sola de niña, ¿no eras Tú?, ¿no era la corola de tu oído? Aquella flor que nada me decía, pero que con seguridad me conocía sin reproche, ¿quién era?, ¿la Reina, la Señora de todo lo creado, la Pudorosa, envuelta en un instante? II La reconozco...
Procesional de Francisco González Léon
Aquella Hermana de la Caridad: aquella Sor Asunción, que bajo la toca lleva una boca de forma de corazón. Corazón que es dilución de una escala cromática: (el color del labio superior es sonrosado, y rojo ultrasanguíneo el inferior). Aquella monja que se parece a una artista de cine, ...
Los flamencos de Alberto Blanco
Aquella larga noche mi sueño me llevó a la alberca de las luces profundas y los flamencos prendidos como rosas eléctricas en el interior de una aguamarina. Y en la soledad de aquel paraje comprendí9472;dentro del sueño 9472; que eran otros pájaros los que soñaban ...
Ahora estoy plena de silencios y de sombras de Cristina Pizarro
Aquella luna roja en la vigilia bebió la sangre de mi entraña. Hubo demonios escondidos en el trigal que sorbieron todas las gotas de mi savia.Sin buscarte, habías venido a mí. Estaba mi boca entreabierta deambulando por los senderos secos y agrios, cuando fui a tu encuentro.Si yo ...
La muchachita pálida de Alfredo Espino
Aquella muchachita pálida que vivía pidiendo una limosna, de mesón en mesón, en el umbral la hallaron al despuntar el día, con las manitas yertas y mudo el corazón. Nadie sabe quien era ni de donde venía su risa era una mueca de la desilusión. Y estaba el sello amargo de la melancolía ...
Setiembre de César Vallejo
Aquella noche de setiembre, fuiste tan buena para mí…hasta dolerme! Yo no sé lo demás; y para eso, no debiste ser buena, no debiste. Aquella noche sollozaste al verme hermético y tirano, enfermo y triste. Yo no sé lo demás… y para eso, yo no sé por qué fui triste…tan...
No intentemos el amor nunca de Luis Cernuda
Aquella noche el mar no tuvo sueño. Cansado de contar, siempre contar a tantas olas, quiso vivir hacia lo lejos, donde supiera alguien de su color amargo. Con una voz insomne decía cosas vagas, barcos entrelazados dulcemente en un fondo de noche, o cuerpos siempre pálidos, ...
Dos mariposas blancas de Julia Otxoa
Aquella noche la abuela trajo dos mariposas blancas y las colocó sobre los ojos del durmiente, más tarde, cuando tras la cabeza de la luna asomó frío el aullido del lobo, los sueños de aquel hombre que dormía bajo las mariposas, nos ayudaron a crecer en la serenidad. ...
Como un brujo que sale a volar por las islas de Floridor Pérez
Aquella noche perdí la cabeza y cada mañana la encuentro en tu almohada Selección: Carlos Trujillo Villanova University (EEUU)
El milagro pequeño de Alejandro Casona
Aquella pobre niña que aún no tenía senos... Y la niña lloraba: Yo quiero tener senos. Señor, haz un milagro: un milagro pequeño. Pero Dios no la oía, allá arriba, tan lejos... Y cogió dos palomas, se las puso en el pecho... Pero las dos palomas levantaron el vuelo. Y cogió dos estrellas, ...
Aquella tarde de Manuel Magallanes Moure
Aquella tarde única se ha quedado en mi alma. Su luz flota en la sombra de mi noche interior. Sólo una fugitiva vislumbre en la ventana, sólo un azul reflejo, nada más que un vapor de luz que se filtraba por las breves junturas, sólo un vaho de cielo, no más que una ilusión de claridad ...
Aquella tarde... de Juan Ramón Jiménez
Aquella tarde, al decirle que me alejaba del pueblo, me miró triste, muy triste, vagamente sonriendo. Me dijo: ¿Por qué te vas? Le dije: Porque el silencio de estos valles me amortaja como si estuviera muerto. ¿Por qué te vas? He sentido que quiere gritar mi pecho, y en estos valles callados ...
Destinación de las gaviotas de Armando Tejada Gómez
Aquella tarde, el mar se parecía, enormemente azul, a lo lejano: al azul que de niño se perdía adentro de los ojos, de mirarlo. No es fácil penetrar un continente con la esperanza atada a los pañuelos. Armado de la propia artesanía y la ausencia alojada en el silencio. Un hombre...