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listado de poemas en audio por primeros versos letra a

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1358 poemas con la letra "a"

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Nunca más de Juan Vicente Piqueras
A la luz de los álamos acude un cuervo y canta. La vida es amarilla, ajena y arde. Sus alas son de lluvia que no llega. Yo sueño que mi voz es un pastor que vio nacer a todas las ovejas, conoce de memoria sus nombres y sus miedos, el cielo y sus anuncios y amenazas. Se sienta en una piedra ...
Donde evoca el poeta un verso de Estellés de Domingo F. Faílde
A la luz de una lámpara, arropados tan sólo por el silencio que, invisible, rodaba entre los muebles, los ojos devoraban las páginas de un libro y ni siquiera el leve murmullo de la lluvia se dejaba escuchar en la estancia. Éramos, solamente, dos cuerpos fatigados, y, más...
La virgen trajinera de Manuel Ponce
A la Madre luciente, la virgen alba, llevo las flores, flores de mi chinampa. ¡Ay, agua dulce! ¡Ay, agua amarga! La superficie mece la frágil gracia de florecillas, flores recién cortadas. ¡Ay, agua dulce! ¡Ay, agua amarga! En mis brazos y ensueños el niño nada por agua...
Ciego en plaza de toros de Enzia Verduchi
A la memoria de Alberto Acuña E. Un paso adelante, y puede morir el hombre;un paso atrás y puede morir el arte. José Alameda Porque la tarde apenas nacía en el reflejo de tus lentes oscuros, la barbilla reposada en las manos y las manos aferradas al báculo. Invidente ante la acción ...
La cita de Paulina Vinderman
a la memoria de Ana Calabrese Íbamos a tomar el vino del atardecer sentadas en el piso, a desplegar el dolor y los amores literarios como un mantel: algunos agujeros y colores seguros. Dos mujeres expulsadas del idioma, de la fiesta, de una terca latitud. Íbamos a dejar que el río nos invada ...
Las araucarias de Julio Iraheta Santos
A la memoria de mi hijo Nemile Tekij Las araucarias saben que sus raíces sujetan la hamaca de tierra donde duerme el soñador Por sus follajes baja el sol con sus guitarras llenas de rock Las araucarias saben que deben mecerlo todo el tiempo hasta que un día despierte ...
Nocturno difunto de Elías Nandino
A la memoria de mi padre En vida nunca pude llevarme con mi padre. Cuando este murió, la muerte, milagrosamente, le dio vida dentro de mi corazón. Desde que despojado de tu cuerpo te escondiste en el aire, yo siento mi existencia más honda en el misterio, como si mis manos, alargadas ...
Crepúsculos de la ciudad (III) de Octavio Paz
A la orilla, de mí ya desprendido, toco la destrucción que en mí se atreve, palpo ceniza y nada, lo que llueve el cielo en su caer oscurecido. anegado en mi sombra-espejo mido la deserción del soplo que me mueve: huyen, fantasma ejército de nieve, tacto y color, perfume y sed, ruido. ...
Bañarse de símbolos de José Mármol
a la playa de las aves. de los peces distantes. de las olas vidriosas y el color de la sal. a la playa de los seres. de los niños. de los perros realengos yo no voy. me quedo en esta playa innombrable del lenguaje. en esta que inmóvil me baña de sonidos. en esta que compone. en esta...
Fiesta en un jardín de Abu-l-Qasim Ben al-Saqqat
A la sombra de aquel día giraban los deseos sobre nosotros como esferas astronómicas de felicidad. Lo pasamos en un jardín al que una nube, armada con el acerado sable del relámpago, escanció la bebida de la madrugada. El rojo vino nos dio como almohadas los macizos de murta, ...
Elegía de la pierna de Julio César Aguilar
A la sombra de su estatura bendice tú la harina de su hueso, ceniza caminante en triste enflaquecido músculo y piel de nardo. Para que vuele, para que no se incendie, sacúdele la rabia que la aniquila. Que en un grito alarido enorme resucite y si no, luego entonces nuevamente ...
A la sombra de una barca... de Rafael Alberti
A la sombra de una barca, fuera de la mar, dormido. Descalzo y el torso al aire. Los hombros, contra la arena. Y contra la arena el sueño, a la sombra de una barca, fuera de la mar, sin remos. De: Marinero en tierra
Río del olvido de Pilar Paz Pasamar
A la sombra del árbol del olvido, a la orilla de Guad-El-Letheo, allí hicimos los hoyos para clavar la tienda y vivir esa tregua que el destino nos daba. Por el cielo, las blancas palomas, por el río, las pausas del agua, de tu mano a la mía un olor transferible, el efluvio del liquen ...
Campo de caza de Alberto Ángel Montoya
A la sombra del bosque de tu oscura melena me acechaban tus ojos como lagos siniestros. El fuego de tus labios orientó mi camino porque perdí la ruta cándida de tus brazos. Mi ruego era un anuncio de huellas bajo el alba. Vislumbré enardecido las cumbres de tus senos, ...
Materia de distintos lais de Francisco Cervantes
A la sombra más pegada del muro Apenas se le nota; No sin insistencia se remueven Los tonos y las líneas cercadoras. Así la suerte del correo insensato. Entre amantes, amigos o enemigos Su propia vida pasa prontamente: No otra ya tendrá. ¿Recibiste y llevaste las frecuentes ...
Miedo de antaño de Vicente Huidobro
A la voz del viajero A la luz de una flor salada y suplicante A la temperatura de las cosas ausentes Se descubre el abrazo caído de los cielos En la naturaleza de un planeta que sólo sabe ondular sus trigos A la voz del fatal luminoso Todo despierta y gira a nuestros pies Su voz anuncia ...
Canción del este de Alvaro Mutis
A la vuelta de la esquina un ángel invisible espera; una vaga niebla, un espectro desvaído te dirá algunas palabras del pasado. Como agua de acequia, el tiempo cava en ti su arduo trabajo de días y semanas, de años sin nombre ni recuerdo. A la vuelta de la esquina te seguirá esprando ...
La Trampa de la Serpiente de Eduardo Morán Núñez
A las cinco de la tarde cuando la señora Úrsula me sirve la merienda. Cuando me desnudo y me jabono el cuerpo y rasuro la sombra de mi barba. Cuando me acuesto solo en mi cama. Al desabrocharme la camisa. Cuando enciendo el cigarrillo y coloco la pantalla de la lámpara...
Romances II de Tirso de Molina
A las niñas de Alcorcón le cantaba Paracuellos, mientras se juntan al bayle debaxo el olmo, estos versos: Fuérame yo por la puente, que lo es, sin encantamiento, en diziembre, de Madrid, y en agosto, de Ríoseco. La que haziéndose ojos toda por ver su amante pigmeo se quexa dél porque ...
Mientras tanto de Alejandro Aura
a las nueve a las ocho a las siete me levanto y es entonces que el día se remonta tanto los pájaros mis hijos el mercado el canto...
Dos mil años después de María Cristina Orantes
A las puertas de un siglo, dos mil años después de los milagros seguimos repitiendo las parábolas y por el mismo camino, seguimos caminando. dos mil años después hemos probado todo: peeling, liposucción, bisturí mágico que retrocede el tiempo sobre la piel y la carroña que por dentro ...
A las tres y veinte... de Octavio Paz
A las tres y veinte como a las nueve y cuarenta y cuatro, desgreñados al alba y pálidos a medianoche, pero siempre puntualmente inesperados, sin trompetas, calzados de silencio, en general de negro, dientes feroces, voces roncas, todos ojos de bocaza, se presentan...
Fe de Alan Mills
A LAUREN MENDINUETA Algunos vieron el fin creyendo encontrar el principio. Pero creyeron. Así se han hecho las cosas siempre. Y los cuerpos quieren creer como saben hacerlo las almas o escarbar la ausencia hasta ver un estallido en el aire. Un hombre desea tocar a una mujer. ...
Escultura de Adriano Corrales
A Leda No, con las manos tiranas de Rodin no sino con las del poeta de Las Elegías o las de Camille (o Clara) la mayor desprotegida Con ellas o las tuyas para aspirar al escriba que logre modelar tu silueta en la noche donde se confunden brazos torsos y sonrisas O tal como el otro ...
La noche que en el Sur lo velaron de Jorge Luis Borges
A Letizia Álvarez de Toledo Por el deceso de alguien -misterio cuyo vacante nombre poseo y cuya reali- dad no abarcamos- hay hasta el alba una casa abierta en el Sur, una ignorada casa que no estoy destinado a rever, pero que me espera esta noche con desvelada luz en las altas horas ...
Por vocación de dado de Oliverio Girondo
A lo fugaz perpetuo y sus hipoteseres a la deriva al vértigo al sublatir al máximo las reverberalíbido al desensueño al alba a los cornubios dime sin titilar por ímpetu de bumerang de encelo de gravitante acólito de tanto móvil tránsfuga cocoterráqueo efímero y otros ripios...
Historia de la noche de Jorge Luis Borges
A lo largo de sus generaciones los hombres erigieron la noche. En el principio era ceguera y sueño y espinas que laceran el pie desnudo y temor de los lobos. Nunca sabremos quién forjó la palabra para el intervalo de sombra que divide los dos crepúsculos; nunca...
A lo lejos... un canto de Romeo Murga
A lo lejos se escucha un canto, vago y tembloroso, lejano, lejano... Una voz de niña, que en él va llorando, vibra cono un dulce timbre puro y claro.Solo y triste marcho por este camino que guardan los álamos. (Las casa que esperan al desesperado se ven al extremo del camino largo).. ...
Noche adentro y no duermo de Hugo Mujica
A lo lejos, en un atardecer en que el otoño es un lugar en mi pecho, comienzan a encenderse las ventanas, mi nostalgia por estar donde bien sé que al llegar volvería a estar afuera. Duelen los ojos de soñar tan a lo lejos la frente de pensar lo impensable de tanta vida...
Un romance retro de Maurice Echeverría
A lo lejos, los espantapájaros distantes se hunden en su gloria. Escuchar la máquina contestadora, descubrir que nadie llamó a tiempo. Haciendo turnos en las filas y los itinerarios, las criaturas se excusan y no saben por qué. Promueven sus sonrisas frías, mientras silban canciones ...
Che de Humberto Costantini
A lo mejor está debajo de la alfombra. A lo mejor nos mira de adentro del ropero. A lo mejor ese color habano es una seña. A lo mejor ese pez colorado es guerrillero. Yo juro haberlo visto de gato en azoteas. Y yo corriendo por los hilos del teléfono. Señor, ¿ha revisado bien adentro...
Federico García Lorca de Luis Rius Azcoita
A lo oscuro corrías de los bosques, huyendo. Se llevaba tu sombra la mañana herida por el fuego, y a tu voz la arrojaban en un pozo profundamente negro. ¿Dónde podías ir tú sin voz ni sombra? ¿Dónde esconder la muerte de tu cuerpo? a lo oscuro corrías de los bosques, huyendo. ...
Cambios de nombre de Nicanor Parra
A los amantes de las bellas letras Hago llegar mis mejores deseos Voy a cambiar de nombre a algunas cosas. Mi posición es ésta: El poeta no cumple su palabra Si no cambia los nombres de las cosas. ¿Con qué razón el sol Ha de seguir llamándose sol? ¡Pido que se llame Micifuz El de las botas...
Las personas creen en la sabiduría de Carmen Ollé
A los cuarenta estoy con un palmo de nariz. Me apena haber leído tanto y no haber consumado el placer. Regenta de mi cuerpo, de esta piel bajo la que fluye el aceite. Nada a mi alrededor, sólo una hija tierna -benignos otoños- Finjo lo que no sé, soy una actriz, mi trabajo es perverso. He amado ...
Ofrenda de Antonio Arráiz
A los grandes muertos, al linaje glorioso, a los que ven más allá de la muerte, ofrendo. Sitting Bull, águila. Moctezuma, príncipe. Netzahualcoyotl, poeta.. Cuauhtemoctzin, tigre. Caupolicán. Manco Capac, a los grandes muertos, a todos ellos a los que no conozco, a los muertos ...
Donde sólo se habla del amor de Juan Bañuelos
A los hombres, a las mujeres que aguardan vivir sin soledad, al espeso camaleón callado como el agua, al aire arisco (es el aire un pájaro atrapado), a los que duermen mientras sostengo mi vigilia, a la mujer sentada en la plaza vendiendo su silencio. En fin, diciendo ciertas cosas ...
El alba inútil de Alberto Ángel Montoya
A los labios del hombre taciturno, la aurora trajo un ebrio recuerdo de olvidados cantares. El alba en las pupilas noctámbulas había sorprendido la angustia de las viejas saudades. En los círculos hondos de las mustias ojeras se azulaba un exceso de veladas sensuales. ...
Los locos de Roque Dalton
A los locos no nos quedan bien los nombres. Los demás seres llevan sus nombres como vestidos nuevos, los balbucean al fundar amigos, los hacen imprimir en tarjetitas blancas que luego van de mano en mano con la alegría de las cosas simples. Y qué alegría muestran los Alfredos, ...
Como otras tantas veces de Yanira Soundy
A los niños y niñas que fueron violados bajo la noche... Esta noche ha entrado la luz casi dormida, atrapando estrellas y violines. Ha venido con su boca helada y rendida, con su alma gris templando mis raíces. Ha venido a tallar el tiempo, con un manojo de violetas, como un sueño ...
Ocho de Ana Rossetti
A los pies de la cama, oí el ruido y a mi grito aterrado se encendieron las luces y el alforzado traje de abombado organdí que desde ayer pendía de la lámpara y el viso de rayón, y la enagua crujiente de batista, y el ingrávido velo ya no estaban. El sedoso papel ...
El sombrerero de Tomás de Iriarte
A los pies de un devoto franciscano se postró un penitente-Diga, hermano: ¿qué oficio tiene? -Padre, sombrerero. -¿Y qué estado?-Soltero. -¿Y cuál es su pecado dominante? -Visitar una moza. -¿Con frecuencia? -Padre mío, bastante. -¿Cada mes?-Mucho más.-¿Cada semana? -Aun todavía más-. ...
Autógrafo de Juan Gustavo Cobo Borda
A los poetas de antes les pedían, generalmente, un acróstico. Sólo que ahora, cuando el rencor es la única palabra que sé pronunciar, ¿con qué enrevesada caligrafía (letra palmer, ¿no?) lograré transmitir el profundo desprecio que hay en mí? Aprieto los dientes, y sigo, exento de todo romanticismo: ...
A los veinte años… de Eduardo Milán
A los veinte años tu sexo olía profundamente, antiguo, tibio, una raíz sin frío, precaria aun viniendo de un pasado tan hondo, mítico de atreverse a atravesar la selva sin ser visto. Voz de ánima en pena que busca un continente, África donde agarrarse, desgarrada. Pero...
Después del accidente de Dulce Chacón
A Lourdes Gutiérrez Despierta, amor, ¿qué es esa palidez? Nunca has dormido así. Despierta, dormir es un incómodo letargo, es un caparazón sin prisay hacia dentroy crea hábito de lugar, inmóvil. Muda es la prisión ... y ayerme dijiste hasta mañana. ¿Por qué tienes afilada la nariz? . ...
Cercano a lo que importa (I) de Angel Campos Pámpano
A Luis Ledo Como una flor sorprendida en medio del desierto se nos revela la sombra audaz de un cuerpo perdido en la enramada, deslumbrada materia que es casi un sollozo, un advenimiento, puro lenguaje en el verde paraíso de los sueños. Su pureza es la del desierto, ...
Palabras de un Amante de María Monvel
a Luisa Ackermann Como yo del amor me entrego a la corriente y sumerjo, en las aguas a que me he abandonado, mi corazón, y estrecho contra mí , locamente, un ser idolatrado. Yo sé que sólo estrecho como una quebradiza forma, que puede helarse de pronto, sombra vana, y que ese corazón ...
Otras noches de Alfonso Costafreda
A Maj-Britt Estas noches de lluvia las oigo en los cristales, estas noches de viento y no puedo moverme. A la puerta del miedo vigila el celador, prisionero infantil, no se desencadene. Otras noches de lluvia profunda en los cristales, otras noches de viento y vuelvo a interrogar. ...
Nocturno de Gerardo Diego
A Manuel Machado Están todas También las que se encienden en las noches de moda Nace del cielo tanto humo que ha oxidado mis ojos Son sensibles al tacto las estrellas No sé escribir a máquina sin ellas Ellas lo saben todo Graduar el mar febril y refrescar mi sangre con su nieve infantil ...
Poema de Juan Gelman
a Mara Entre los adelantos médicos figuran el by-pass para que siga el corazón, el láser para entrar a la vesícula por un agujerito, y muchos otros que empujan al cuerpo contra lo desconocido. Esta semejanza de la vida provoca el llanto de la razón. Nadie estudia los nervios de la estupidez, ...
El puñal de Jorge Luis Borges
A Margarita Bunge En un cajón hay un puñal. Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Me- lián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uru- guay; Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano. Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advier- te que hace mucho ...