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palabra virtual

José Emilio Pacheco    
    Editora del fonograma:    
    Voz Viva de México. UNAM    
por José Emilio Pacheco    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

De algún tiempo a esta parte


What can I hold you with?
Borges, “Two English Poemas”


I

Aquí  está  el sol con  su único ojo, la  boca  escupe fuego  que no se hastía  de calcinar  la eternidad. Aquí  está como un rey  derrotado que mira desde el trono la dispersión de sus vasallos.
       Algunas  veces, el pobre sol, el heraldo del  día que  te afrenta y vulnera, se posaba en su  cuerpo, decorando de luz todo lo que  fue amado.
       Hoy se limita a entrar por la  ventana y te avisa que ya  han  dado las siete y tienes por  delante la expiación  de tu condena: los papeles que  sobrenadan en la oficina, las  sonrisas que los otros te escupen, la esperanza,  el recuerdo —y la palabra: tu enemiga, tu muerte, tus raíces.


II

El día  en que cumpliste nueve años levantaste en  la playa un castillo de arena. Sus  fosos comunicaban con el mar;  sus patios  hospedaron la reverberación del sol; sus  almenas eran incrustaciones de coral y reflejos.
       Una legión de extraños se congregó para  admirar  tu obra. Veías sus panzas comidas por el vello, las piernas de las mujeres, mordidas por cruentas noches y deseos.
       Saciado de escuchar que tu castillo era perfecto, volviste a casa, lleno de vanidad. Han pasado doce años desde entonces, y a menu¬do regresas a la playa, intentas encontrar restos de aquel castillo.
       Acusan al flujo y al reflujo de su demolición. Pero no son culpables las  mareas:   tú sabes que alguien lo abolió a patadas —y que algún día el mar volverá a edificarlo.


III

En el último día  del mundo —cuando ya no haya infierno, tiempo ni mañana — dirás  su  nombre  incontaminado de cenizas, de perdones y miedo. Su nombre alto y purísimo, como ese roto instante que la trajo a tu lado.


IV

Suena el mar. La antigua lámpara del alba incendia el pecho de las oscuras islas.  El gran buque zozobra, anegado de soledad. Y en la escollera  herida  por las horas, de pie, como un minuto abierto, se demora la noche.
       Los  seres de la  playa tejieron laberintos en el ojo del náufrago, próximo a ser oleaje, fiel rebaño del tiempo, alga, litoral verde, muchacha destruida que danza y brilla cuando el sol la visita.


V

De algún tiempo a esta parte, las cosas  tienen para ti el sabor acre de  lo que muere y de lo que comienza. Áspero triunfo de tu misma derrota, viviste  cada día  con la coraza de la irrealidad. El año enfermo te  dejó en rehenes algunas fechas  que te cercan y humillan, algunas  horas que no  volverán pero  que viven su confusión en la memoria.
       Comenzaste  a morir y a  darte cuenta de que el misterio no va a  extenuarse nunca. El despertar es un bosque de hallazgos, un milagro que recupera lo perdido y que destruye lo ganado.  Y el día futuro, una  miseria que te encuentra solo, inventando y puliendo tus palabras.
       Caminas  y  prosigues y atraviesas tu  historia. Mírate  extraño y solo, de algún tiempo a esta parte.


De: Los elementos de la noche (1958-1962)



JOSÉ EMILIO PACHECO






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