☰ menú
 
palabra virtual

Poemas    
    Editora del fonograma:    
    Voz Viva de México. UNAM    
por Marco Antonio Montes de Oca    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Contrapunto de la fe (fragmento)


Vida, en tus manos encomiendo
las generaciones todavía plegadas a mi carne,
el futuro, ensombrecido por la tardanza del colibrí,
las llamaradas de nieve en el diamante
y la coraza de súplicas que protege a la ruina
contra el definitivo polvo.
En tus manos encomiendo al que es silencioso
a pesar de sus palabras;
a todos los que rasgan sus vestiduras hasta el hueso
y batallan y desesperan
entre la rebeldía luminosa de sueños improbables.
En tus manos encomiendo al niño marinero
que crece cuando le falta piel
para tatuarse el perfil de cuanto sueña.
Los ojos del niño
que se abren todos los días por primera vez,
a ti los encomiendo colibrí;
pues no le duele el revés del párpado a la carne viva,
ni el hombre al hombre,
ni la sal a las heridas del mar.
Duélense sí, los niños que vendados por un vientre
contemplan la luna cuando su madre bosteza.
Por lo menos un niño en la familia sufre
y no entiende nada de vigilias vacías,
cuando orillado por el sueño masca un rebozo,
o deshilacha un pezón de trapo
en el sofá que doran por igual
sus bucles y el siglo XVIII.
Mas yo voy a halarte de tus lágrimas,
niño de huesos y encajes;
y a ti, niño sin zapatos ni pan
voy a tomarte por el lóbulo de la oreja
—asa por donde otros toman tu pequeña malicia—
para extraerte de tu overol,
de ese caracol azul que habitas en las esquinas,
a un lado de la pupila del rico,
profundamente enroscado en tu hambre.
A todos los niños libraré de los espejismos que cortan:
os entregaré un país distinto a cada uno
y luces nacidas en el arco iris
que empapelan de mariposas tu carne al descubierto;
y juncos altísimos que ahorran caminatas a la lluvia
sembrados en llanuras de espuma apisonada;
donde podrás golpearte en un cuadril
y montar escobas de rubios belfos
que vayan a buscar cebada al horizonte.
Olvidaré fastuosos convoyes que pasan regando zafiros por el camino, funámbulas imágenes que atraviesan el aro incendiado de mis pupilas, pero tú a los niños nunca los olvides colibrí.



III de Contrapunto de la fe



MARCO ANTONIO MONTES DE OCA






regresar