☰ menú
 
palabra virtual

Eliseo Diego. Poemas    
    Editora del fonograma:    
    Palabra de esta América    
por Eliseo Diego    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Viendo una película del boliviano Sanjinés


Y cualquiera que escandalizare a
alguno de estos pequeños que creen
en mí, mejor le fuera que se le colgase
al cuello una piedra de molino de asno,
y que se le anegase en el profundo de la mar.

San Mateo, XVIII-6



Hoy he visto en imagen a mis hermanos del estaño
no como en un espejo, sino estrechados a su sangre
y al ingenioso corazón de Sanjinés doy gracias por mis lágrimas.
Porque hoy he visto con mis ojos algo como el color del hambre
cuyo justo sabor terrible da sólo el hijo a la boca del padre  
y es el color de nada que hay en el páramo de estaño
donde levantan ellos esas casitas suyas desoladas
que pintaron de azul y blanco y de paciencia y de quien sabe.
Conmuévanse las piedras viéndolos bailar sus bailes
que apenas rozan la alegría, que no se atreven a tocarla,
viniendo desde una música más bien de niños —pero tan amarga.
Con sus sombreros de alta copa como castillos o pirámides,
encasquetados hasta los ojos mismos de sus almas.
—y tan lucidos y tan pulcros que se les ve cómo los aman—
tercas insisten sus mujeres —dale que dale con el hambre.
No las entienden los gerentes —como tampoco entienden a sus madres—
que juegan a las chicherías de pobres y a que no saben nada,
grasos soñando lívidos sueños de estaño y más estaño.
En vez de pan les darán balas, harán añicos de sus almas,
cuando vengan con su bandera tremolándola en la nada,
la bandera de tres colores, sola riqueza de sus aires.
Los segarán como a la hierba que nunca crece en el estaño
para más burla con las balas de sus hijos y sus hermanos,
los  echarán como desechos, niños y viejos en la zanja,
mientras se mancha la bandera, vuelta un guiñapo, con su sangre.
¡Ay de los listos y ay de los blandos traficantes
que engañan a estos pequeños, que los muelen en el estaño,
más les valiera colgarse al cuello qué piedra más grande
para arrojarse adonde se les alivie siquiera el propio asco!
Porque ya crecen los pequeños, los inocentes tienen armas,
y brama como la marea la pura cólera de escándalo
y ahora las cuentas van a tener que sacárnoslas
y la que fue música triste se va a volver que gran parranda.



ELISEO DIEGO






regresar