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Voces femeninas de nuestra América    
    Editora del fonograma:    
    Palabra Viva    
por Gioconda Belli    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Soñar para despertar soñando


¿Quién es esa que corre en los cielos
con su flotante bufanda de estrellas,
con nuestra tierra y el sol rondando
como abejas su corazón en flor?
Sus pies van en los vientos
donde el espacio es hondo.
Sus ojos son velados, nebulosos,
vuela en la noche en busca
de un amante lejano
.
James Oppenheim


Ya que no me queda más que soñar
y el tiempo de esperar parece una playa
que nunca se termina,
levantaré las noches, los umbrales de la madrugada
y me lanzaré al sueño
como una flotante bailarina sin velos,
desnuda para que nada me estorbe,
para que el cielo me vea como soy
y puedan decidir las estrellas
qué planeta me asignarán de residencia,
en qué Revolución me sembrarán
—porque también debe haber en las Galaxias;
todo está en constante movimiento—.
Me harán fertilizar con todo el llanto
evaporado desde mis ojos
y también con mi sudor, mis heces,
todo lo que segrego porque vivo y funciono
y lo que mi cuerpo hace o destruye,
tiene razón de ser y es hermoso.
Allí, en ese vacío del espacio
—quieto, perturbador, amenazante como
este en el que ahora estoy—,
habré de encontrarlo, de verlo, de tocarlo.
Desde el asteroide B-612, lo veré conformarse como una
nebulosa;
piernas, manos, acento, labios,
ojos para verme como nadie me ha visto
—hasta el fondo, sin miedos, ni prejuicio—
Sentiré que me cerca, me acuna,
que recoge mis poemas y los lee y le gustan,
que traspasamos juntos lluvias de meteoritos
y calla o es misterio
o transparente, me deja contemplarlo,
ver cómo corre su sangre,
trabaja su cerebro,
me ama con el fuego prendido de los astros,
me toma de la mano
en paseos inmensos por las Siete Cabritas,
los anillos de Saturno, por las lunas de Júpiter,
y nos vamos saciando de la sed de Universo.
Después,
lo sé,
empezaré a soñar otra vez con nuestra Luna,
con el planeta Tierra,
con un lugar muy definido
en el ombligo de un largo continente,
y empezaré a contarle del sol entre los árboles,
del calor, de las selvas,
el canto de los pájaros
y las hermosas voces de las gentes.
Le haré cantos con truenos,
le hablaré de las manos callosas,
de la guerra, del Triunfo,
de lo que nos costó, lo que sufrimos,
lo que ahora gozamos, trabajamos, hacemos.
Sentiré la punzante nostalgia de la tierra mojada,
pensaré en las cosas que he dejado de hacer
por andar arrebujada en sueños, conociendo planetas.
Y nos vendremos juntos
aprovechando la conjunción de los astros.
Me dirá que tenía razón
que es bello este lugar,
mis volcanes tendidos sobre el paisaje como una mujer de
pechos desordenados,
los lagos, las banderas, las sonrisas
y me dirá:
Trabaja, mujer, trabaja,
trabajemos,
que el sueño está aquí mismo,
en este mismo sitio.

¿Para qué otros mundos
otras constelaciones?
Aquí mismo quedémonos despiertos
en medio de esta
recién nacida, amenazada,
estrella.



De: De la costilla de Eva



GIOCONDA BELLI






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