☰ menú
 



Pero ya basta...

Pero ya basta

He aquí al dinamitero    
Este es el sobrestante
Este es el tractorista que despeñó su máquina
junto a un alud de rocas más grandes que el tractor

Partiremos ese cerro     cabrones!
Que caigan esos árboles    esas rocas     esa peña mayor
Que se abra el cerro!
Ahí     sobre la línea azul del horizonte
Derecho
       Donde marca el crepúsculo
Abrir     Abrir     Abrir
Apartar     Quebrar     Empujar
Arrastrar
         Arrasar
    Destruir


La dinamita resonaba en los bosques
con un temblor lejano y como enfermo
         Los árboles caían
Los tractores tronaban rudamente
triscando a tropezones entre rocas brutales

Era mil novecientos setenta:
   ayer

Detrás venían los ciegos automóviles resbalando en el lodo
Y después los camiones de carga
que nos dejaban todo un mundo de plástico
a cambio de maíz de verdad     de frijol de verdad
de miel de verdad     de café de verdad     de toros de verdad

Los camiones de carga que nos dieron a cambio de una selva
un escuálido bosque de postes y de antenas

Otros hombres vieron en nuestros valles la Tierra Prometida
y esos hombres trajeron la Necesidad

Y la Necesidad engendra redentores

Allá va Samuel Ruiz encabezando un silencioso ejército descalzo

Allá va el santo obispo meneando con su dedo su jícara de sangre...

A lo lejos     la curva del camino hace ver su contingente
como una negra interrogación reptando

Mientras tanto     a su sombra     el guerrero se prepara:
el caníbal codicia su tasajo con roja encía y afilados dientes

Estoy en lo más alto de la peña

Comparado con el valle
el mar tiene horizonte pequeño:
se junta pronto con el cielo
Carece de estos verdes que cambian con la distancia
De estos azules adelgazándose con la lejanía
De estos grises que saben a confín

Salto al vacío
   Floto
     Soy una hoja
Un gavilán
Una partícula del aire

Estoy en ti
Entro en tu respiración
Me duermo en tu memoria

Mi nombre es Pneuma
      Espíritu
Aliento
Viento    
Vida.

(Cerro de Santa Cruz, Chacashib, Ocosingo, diciembre de 1992)



De: Audiencia de los confines (fragmento)
Del libro OJO DE JAGUAR


EFRAÍN BARTOLOMÉ




regresar