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MÚSICA SOLAR
Efraín desnuda su escritura de toda carga innecesaria y procura alcanzar el poema límpido, esencial. Ya el Efraín de ayer y el de anteayer sabía colocar palabras clave en lugares precisos; romper el ritmo con el estacato de enumeraciones breves, estallantes; usar los espacios en blanco para acendrar sentidos. El de hoy conserva tales virtudes. Y no ha olvidado que el trópico le puso en el verso la magia del color y el don de la mirada. Su poesía está llena de versos como cuadros, apretados de imágenes y conceptos. Va en busca de adelgazar la poesía hasta dejarla al borde mismo de ser mera insinuación. Pero la deja al borde, todavía en los terrenos del arte, allí donde es más difícil conservarla. El poeta dice: "De mi no quedará sino esta humana voz". Y entonces, ante el oscuro desasosiego de tanto de este bello libro, cabe preguntarse ¿pero no basta para el consuelo tener una humana voz como la de Efraín? Creemos que sí.
Si bien es cierto que en sus primeros libros predominaba una intensidad lírica muy marcada, en ellos ya era posible atisbar lo que hoy, en Música solar, se hace patente: la inquietud del poeta por dar a su trabajo un contenido fundamentalmente reflexivo, que a partir de lo sensible va llegando hasta los reductos más profundos de la naturaleza humana.
Bartolomé, desde su aparición en 1982, ha sido nombradísimo, y siempre, o casi, con adjetivos elogiosos. En 1984, con esta Música solar, ganó el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, concedido por la deliberación de un jurado excelente. Álvaro Mutis, Francisco Hernández y Mónica Mansour.
"De mí no quedará sino esta humana voz:/ luz palpable/ que el tiempo no erosiona". Y así será sin duda: el tiempo no destruirá la obra de Efraín Bartolomé porque es poesía genuina.
Música solar es el silencio estridente que no necesita armaduras extemporáneas para ubicarse dentro de la producción poética significativa de estos tiempos difíciles. Prefiere la sincronía de los elementos naturales para bruñir su verbo, su poética, con efecto parsimoniosamente contundente.
Portento de autocrítica y de síntesis,Música solar es uno de los mejores libros de producción reciente. Obra de uno de los poetas más fecundos, que nos sorprende cada día por su prematura madurez (si es posible decirlo así) y por un estilo perfectamente definido, propio. "Leer a Pellicer limpia los ojos" ha escrito Gabriel Zaid. Algo parecido podríamos decir de Efraín Bartolomé; la claridad con que a nuestra vista asoman sus imágenes, confiere a su poesía un signo inequívoco de transparencia, de luz. Sería tanto como decir: cada vez que lo leo, imagino.
Bartolomé: magnífica poesía. Muy acertados estuvieron los jurados del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes de 1984 -Álvaro Mutis, Francisco Hernández y Mónica Mansour- al escoger como ganador de esta presea a Efraín Bartolomé, por su libro Música solar, que acaba de editar Joaquín Mortiz.
Música solar (Premio de Poesía Aguascalientes, 1984) es la consumación de un poeta en un lapso demasiado breve: no más de cuatro años. Sin duda Música solar quedará como un hito de la exactitud y la belleza en la poesía mexicana de los últimos años. Nota. Algunos comentarios sobre los libros: |