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JUAN RULFO

 

   Diles que no me maten Diles que no me maten de Juan Rulfo   


En la voz de Juan Rulfo    

primeros versos

Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad. No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti. Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno...

 

   En el hidrante las gotas caen... En el hidrante las gotas caen... de Juan Rulfo   


En la voz de Juan Rulfo    

primeros versos

En el hidrante las gotas caen una tras otra. Uno oye, salida de la piedra, el agua clara caer sobre el cántaro. Uno oye. Oye rumores; pies que raspan el suelo, que caminan, que van y vienen. Las gotas siguen cayendo sin cesar. El cántaro se desborda haciendo rodar el agua sobre un suelo mojado...

 

   Estoy acostada en la misma cama... Estoy acostada en la misma cama... de Juan Rulfo   


En la voz de Juan Rulfo    

primeros versos

Estoy acostada en la misma cama donde murió mi madre hace ya muchos años; sobre el mismo colchón; bajo la misma cobija de lana negra con la cual nos envolvíamos las dos para dormir. Entonces yo dormía su lado, en un lugarcito que ella me hacía debajo de sus brazos. Creo sentir todavía el golpe pausado de su respiración...

 

   Lubina Lubina de Juan Rulfo   


En la voz de Juan Rulfo    

primeros versos

De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso. Está plagado de esa piedra gris con la que hacen la cal, pero en Luvina no hacen cal con ella ni le sacan ningún provecho. Allí la llaman piedra cruda, y la loma que sube hacia Luvina la nombran Cuesta de la Piedra Cruda...

 

   No oyes ladrar a los perros No oyes ladrar a los perros de Juan Rulfo   


En la voz de Juan Rulfo    

primeros versos

Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo o si ves alguna luz en alguna parte. No se ve nada. Ya debemos estar cerca. Sí, pero no se oye nada. Mira bien. No se ve nada. Pobre de ti, Ignacio. La sombra larga y negra de los hombres siguió moviéndose de arriba abajo, trepándose a las piedras...

 

   Talpa Talpa de Juan Rulfo   


En la voz de Juan Rulfo    

primeros versos

Natalia se metió entre los brazos de su madre y lloró largamente allí con un llanto quedito. Era un llanto aguantado por muchos días, guardado hasta ahora que regresamos a Zenzontla y vio a su madre y comenzó a sentirse con ganas de consuelo. Sin embargo, antes, entre los trabajos de tantos días difíciles...