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PEDRO PICCATTO

 

   Atraían verdades... (fragmento)   


Por Gustavo Wojciechowski    

primeros versos

Atraían verdades mis ojos si miraban. Cuánta humildad y orgullo desde mi intimidad subía a ellos con intención de cielo. En ellos, azul de soledad, se movían heridas que el hombre no conoce todavía. Heridas comparables a las que sufre Dios cuando crea el dolor de un inocente. Umbral de la belleza...

 

   Cuando esta red de sombras que no entiendo...   


Por Mercedes Ramírez    

primeros versos

Cuando esta red de sombras que no entiendo con dominio sutil, ciñe mi vida nunca me salva. Ni la palabra pura de mi madre ni los círculos finos de un poema. Cuando la siento, insinuadora y trágica, trepar mi vida como falsa hiedra,nada me salva. Ni los círculos finos de un poema...

 

   En una cama   


Por Washington Benavides    

primeros versos

En una cama, en otra, en otra, en otra, en una, en dos, en tres, en cien, en mil, la angustial seda sexual araña lo azul de su equilibrio, la noche del sexo...

 

   Era un viento infantil... Era un viento infantil... de Pedro Piccatto   


En la voz de Héctor Rosales    

primeros versos

Era un viento infantil, era una aurora en alas, era una prisa pura y sin deleite, era un dibujo hablando para el agua, era el agua tocada y no tocada, el agua sin comienzo, azul, velada, el agua entre rumores. Era un solo de naranja persiguiendo el mapa aéreo de las mariposas...

 

   Huye de mí todo el salvaje goce de sufrir... (fragmento)   


Por Gustavo Wojciechowski    

primeros versos

Huye de mí todo el salvaje goce de sufrir. En mi órbita de lirio ah! qué calma infinita. Una calma muy blanca que me separa de lo incierto del hombre y de su nébula. Estoy como cercado de vaporosas gasas. La tierra es una fuga que yo no he comprendido...

 

   La cobardía de Dios   


Por Washington Benavides    

primeros versos

Mi herida es un olvido de Dios místico olvido inmóvil hijo de tantas soledades trágicas padre de tanto sueños sin amparos olvido que de alegría suave atrayente sinagoga suave atrayente como círculo de amor nupcial...

 

   Madre, esta tarde no me importa...   


Por Mercedes Ramírez    

primeros versos

Madre, esta tarde no me importa esa mano que le roba colores a la rosa y en la lenta soledad de la piedra los va poniendopara que ésta sueñe. Hoy, no me importa esa mano. Vivo y retengo solo tu rara calidadrosada queja muda...

 

   Melodía de darnos... Melodía de darnos... de Pedro Piccatto   


En la voz de Héctor Rosales    

primeros versos

Melodía de darnos la sagrada melodía de darnos. Ese es el gran acierto de las almas. Es llevar para siempre en nuestra vida el esplendor abierto de una fruta...

 

   Melodía de darnos...   


Por Héctor Rosales    

primeros versos

Melodía de darnos... la sagrada melodía de darnos. Ese es el gran acierto de las almas. Es llevar para siempre en nuestra vida el esplendor abierto de una fruta...

 

   Mira hacia arriba el hombre...   


Por Susana Aliano Casales    

primeros versos

Mira hacia arriba el hombre cuando sueña y cuando sueña, vuela. El hombre es casi pájaro. Diríamos mejor: ¡se siente pájaro! Y múltiple de alas y de sueños, sube... ¡gigante dulce! El pájaro también si vuela es porque sueña. Y la pasión del pájaro y del hombre es soñar es volar...

 

   Muerta la mariposa...   


Por Mario García    

primeros versos

Muerta la mariposa. Crucificada sobre la cruz de un vuelo. Ahora tiene su cielo entre las hojas de un libro. De un libro que no habla de mariposas ni de muertes. II de Azul en sombra

 

   Nunca puedo saber...   


Por Juan María Fortunato    

primeros versos

Nunca puedo saber cómo con la sonrisa de dos amaneceres crea una rosa mi jardín...

 

   Para cuando el jacinto... Para cuando el jacinto... de Pedro Piccatto   


En la voz de Héctor Rosales    

primeros versos

Para cuando el jacinto encienda el aire y la sangre desdeñe su hora mala, el agua fácil de estas evidencias: El agua fácil de estas evidencias para cuando no creas. (EVIDENCIAS, I) De: Las...

 

   Para cuando el jacinto...   


Por Héctor Rosales    

primeros versos

Para cuando el jacinto encienda el aire y la sangre desdeñe su hora mala, el agua fácil de estas evidencias: El agua fácil de estas evidencias para cuando no creas...

 

   Poema para una amiga muerta   


Por Washington Benavides    

primeros versos

Tu muerte en flor, angustia recordada, hoy viene a mí, de qué secreto es escultura y ritmo, apéndice y semblante cuando era de aquí abajo un apagado lila coro de nomeolvides te rodeaba de qué pestaña joyas pupilas o matices era tu resplandor...

 

   Sin temor de morir...   


Por Juan María Fortunato    

primeros versos

Sin temor de morir, casi viviendo, el corazón bajo una rueda fría. ¡Y pulsándolo todo! ¡Y todo amándolo!...

 

   Sobre mi corazón...   


Por Mario García    

primeros versos

Sobre mi corazón yo no habría podido sufrir un silencio de rosa. Hubiera muerto helado un silencio de rosa sobre mi corazón. XXII de Ángel amargo...

 

   Todo lo infiel...   


Por Mercedes Ramírez    

primeros versos

Todo lo infiel se vuelve fiel apenas desciende hacia la manoel corazón...

 

   Tú, desdoblada cinta al aire...   


Por Washington Benavides    

primeros versos

Tú, desdoblada cinta al aire. Yo, la mitad de un ala apenas. De la amapola eres discípula. A mí me eligen los cardales. Un sol de agua te divierte. Yo al girasol le corro nubes. Le acortas vuelo a la calandria. Yo no le robo el aire a nadie. Te sobran siempre mariposas. Yo, a la lombriz le busco cielo...

 

   Un sitio blanco...   


Por Mario García    

primeros versos

Un sitio blanco y un latido mudo. Muerta la rosa mía. Donde ella muere, madre, no hay que cruzar pisando fuerte. Lo sabe el viento, el pájaro, esa sima sin grietas del sexo y la amapola, la luz, la mariposa... Y el mar! El mar! Lo sabe el mar que nunca vio una rosa...

 

   Una campana... Una campana... de Pedro Piccatto   


En la voz de Héctor Rosales    

primeros versos

Una campana y tres calandrias toman mi corazón, (éste sólo de aljaba) y lo reparten: mitad para la niña y el anillo algo para la estatua y la limosna, y lo demás al naranjal y al viento. (MALVA VI) De: Las...

 

   Una campana...   


Por Washington Benavides    

primeros versos

Una campana y tres calandrias toman mi corazón, (éste sólo de aljaba) y lo reparten: mitad para la niña y el anillo algo para la estatua y la limosna, y lo demás al naranjal y al viento...