☰ menú
 
palabra virtual

El Siglo Ilustrado    
    Editora del fonograma:    
    Alhambra Longman    
por Adolfo Marsillach    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

A Filis


Amor, Filis mía,
que enojado vio
la dureza ingrata
de tu corazón.

Vibrando la flecha
con nuevo rigor,
herirte dispuso,
mas, ¡ay!, no acertó.

Al pecho asestaba,
y el vibrado arpón
tocó tu garganta,
y en mi pecho dio.

Tú libre quedaste;
yo, herido de amor;
¡Oh, qué dulce hierro,
si hiriera a los dos.

Tu garganta airosa,
donde de tu sol
ondean las hebras
que el oro envidió.

Lastimada a penas
del golpe veloz,
del robusto niño
percibió el ardor.

Percibióle sólo
padézcole yo
herido, abrasado
de impía pasión.

Tú de amor te turbas
yo sufro su error.
¡Oh! qué dulce hierro,
si hiriera a los dos.

En lánguidas quejas
expresó tu voz
la fuerza del rayo
que a ti se vibró.

¡Oh! Filis divina
si causa dolor
cuando apenas toca,
cuando no atinó.

Cómo estará el pecho
que del ciego dios
sufrió todo el golpe,
golpe vengador.

Yo por ti padezco,
por ti, daño atroz.
¡Oh! qué dulce hierro
si hiriera a los dos.

Tímidos deseos,
que, afable, animó
de tus ojos gratos
el vivo esplendor.

Que están a tu lado
diéronme razón
momento dichoso
si acertara amor.

De su arco invencible
yo el juguete soy,
pudiendo su tiro
doblar el traidor.

Retiró la mano,
sin ver dónde hirió;
¡oh!, qué dulce hierro,
si hiriera a los dos.

Ay, niña adorable,
no te enojes, no,
si en ruegos exhalo
mi amarga aflicción.

Que en esta venganza
que Amor me dictó
a mí fue la herida,
y a ti la intención.

Amor tu debieras
como amando estoy,
y ya me contento
con tu compasión.

Por mí de Cupido
burlas el rigor.
¡Oh! qué dulce hierro
si hiriera a los dos.



JUAN PABLO FORNER






regresar