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Saúl Ibargoyen


listado de poemas

 

Alzamientos

  Como raíces callejeras que levantan las piedras o brazos desde adentro que rompen una baldosa casi triste o ramajes del abajo oscurecido que con uña avanzando pueden agrietar las sustancias del cemento: de éste y no de otro modo rutinario que se afirma entre silencios...

Animales

  Colgadas de cualquier frágil almanaque las arañas se descalzan y empiezan a tejer las pálidas camisas que sudaré mañana. Y en el piso de una apartadísima caverna las cucarachas mezclan sombras con el estiércol de dientudos pájaros: ellas me preguntarán mañana por qué estamos aquí...

Aquellos animales

  Aquel perro se burla de nuestros dramáticos ladridos Aquel pájaro no puede traducir lo que silbamos Aquella lombriz desprecia la oscuridad de nuestra ánima Aquel delfín no tolera nuestros desafinados cánticos Aquel tigre no admite nuestras caricias brutales y solas Aquella abeja no comprende por qué decapitamos margaritas y rosas...

Belleza

  Eres como el amor: naces de la destrucción que tu ausencia ha provocado. Mencioné tu nombre muchas veces, y muchas veces hablé de ti largamente con los pájaros. Siempre anduve cerca de aquellos caminos por donde iba tu voz, sin encontrarte; y siempre dispuse de seguras señales...

Canción del escriba de pie (1-3)

  No yo no soy el escriba ni el pintor yo no soy el que manda en las palabras. Mi nombre no fue encerrado en tinta mortal mi nombre nunca fue borrado de la piedra. Ni el nombre de mi madre con su pubis de barro ni el nombre de mi padre con sus venas colgando debajo del sol. No soy el escriba que ensudoró sus nalgas: yo no puse en las fibras aplastadas las oraciones secretas ni los humosos cánticos ni las cifras erróneas del trigo...

Canción del escriba de pie (10-11)

  Eres perfecto en el interior de tu apartado corazón: en él estuvo desde el inicio la acostumbrada carne en él se reúnen todavía la piedra y la sombra en él continúa asentándose tu muerte de ayer. Mientras la misma barca conducida por cambiantes remeros como un camello del agua traspasa las venas del Nilo celeste y abre los arenales donde aúlla el hambriento escorpión y el lagarto recoge sus patas calcinadas...

Canción del escriba de pie (4-6)

  "Si miramos el desierto como un cuero de camello aplastado por la luz no podremos ver cada partícula que a cada instante abandona su grano de arena. Y el polvo así formándose con quemados elementos de planetas de veloces deyecciones y de tronchadas médulas llegará sin fatiga a tocar las garras de la más inmóvil dueña del miedo." No: yo jamás escribí ni pinté el discurso de ningún viajero...

Canción del escriba de pie (7-9)

  La mujer enviejada se mueve adentro de su túnica y sus paños pintados con el color de la luz que está detrás de la luz. Dos manos se desprenden de la imagen que los vapores del fulgente aire multiplican y deshacen. Y los dedos estiran sus uñas coagulosas hasta el impuro blancor de la gallina que alguien ofrece a aquella madre destetada con los ademanes del cansancio inaugural. Y las uñas son empujadas por la sangre mugrosa de otras carnes que ya conocieron el suplicio...

Carta a propósito del mundo

  Hijo mío: cada día es todo más difícil y oscuro. Quién sabe si mañana tocaremos el mar con estos dedos si podremos sentir el olor de la hierba que nace si veremos la sombra que las hojas dejan caer en el suelo. Debes por lo tanto cuidar de las enormes maravillas del mundo: los elementos secretos que forman tus horas los peces rojos que te siguen hasta el agua profunda del sueño las gotas de lluvia saltando en el polvo...

Casa con olores

  El opaco olor de la recámara cocinándose en polvos corporales: en calcetines desorbitados más allá del sótano caído debajo de las camas: en cobijas tronchadas a cuchillazo de insecto: en zapatillas deslenguándose: en faldas contaminadas por viejos almuerzos: en espejos olientes a carnes desgonzadas. Y la fría fetidez del cuarto de aseo su silla de mármoles enverdecidos sus palanganas minerales su pila lustral de plástico rajado sus orinales de burbujas malignas sus cepillos de podrida calvicie...

Cero

  Aquello sucedió rápidamente. Tan de pronto ocurrió que no hubo tiempo de cerrar los ojos de mirar de tener miedo. Quedaron manos detenidas en actos de amor de piedad de furia los gritos fueron rígidas flechas absorbidas por el viento el sol un diente helado comiéndonos los nervios la noche una distancia claramente presentida los amantes estatuas abrazadas a lo eterno...

Ciertas lágrimas

  Una muchacha arroja sus lágrimas a través de los nervios negros del teléfono. ¿Dónde ha nacido el origen de esas aguas desesperadas que manchan la acidez de la sal? Una muchacha simplemente expulsa respiraciones floraciones dulces mocos y oxígenos oxidados. Hay palabras sin alcohol en la oreja derecha de su nuevo corazón: esas palabras son casi las mismas que usa cualquier distancia de aire...

Composición: La primavera

  La silla blanca con sus huesos descansa en el jardín. Los pinares se encienden cerca de otras playas. Ningún árbol camina hasta las raíces de aquí. Una mujer y un hombre con cada pie traspasan el asfalto las piedras y tocan un terregal de costras coaguladas. La tenue violencia de aquel colibrí alimentándose de la breve flor que lo sostiene...

Cuando regrese a la casa que habitó tu hermosura...

  Cuando regrese a la casa que habitó tu hermosura, antes que yo mis castigados pies querrán llegar, y peinaré los cabellos no segados por el tiempo y quitaré de mis ropas las lluvias que el viento secó. Las mismas letras formarán el nombre de esta calle, y una llave distinta abrirá la misma oscura puerta, y débiles sombras gritarán en los rincones al sentirse asesinadas por un llanto de luz...

De las estatuas

  Mira si puedes mirar en estos ahoras de ceniza cómo caen piedra abajo los ojos sólo polvo de una estatua innominada. Esos ojos con la forma de un astro descubierto entre los relámpagos que lo obligan a morir. Esos ojos que caen como pozos volanderos debajo de las losas bermejas de cualquier jardín. Esos ojos desparpadeantes como abejas que vomitan en medio de los estambres y lenguas de alguna flor que deben fecundar...

Diálogo

  Mira si puedes mirar en estos ahoras de ceniza cómo caen piedra abajo los ojos sólo polvo de una estatua innominada. Esos ojos con la forma de un astro descubierto entre los relámpagos que lo obligan a morir. Esos ojos que caen como pozos volanderos debajo de las losas bermejas de cualquier jardín. Esos ojos desparpadeantes como abejas que vomitan en medio de los estambres y lenguas de alguna flor que deben fecundar.

El escriba otra vez

  Yo soy otra vez el escriba de pie con un corazón que empieza a herrumbrarse por decisión de los dioses inalcanzables. Escribo así y aquí para simplemente tozudamente respirar en la memoria de algunos otros pues en este pincel o cálamo o lápiz están las crónicas las tachaduras los gestos los silencios las soledades los trazos las dudas los cánticos de todos los escribas de pie que ya han sido de todos los que son de los que quizá resuelvan su intención de nacer...

Elegía 2005

  Ayer estuvimos entre las muelas rojas de la araña. Hoy besamos con ancianos labios un fulgor de ceniza que antes fue ¿cuándo aquí o dónde allá? un cuerpo carnal respirando desde el hueso. ¿Por qué aceptar las ácidas espumas que nos queman? ¿Por qué renunciar al tránsito sin fuego de tu imagen? ¿Por qué sin que nadie diera aviso apareces así en medio de un silencio de derrumbadas sábanas? Hoy estamos en la panza de la araña...

En el jardín

  Voces llaman voces. Un pueblo de nombres se levanta. Cada rosa consume sus pétalos terrestres. Un gato polvoriento retira espinas de su piel. El agua se disuelve entre baldosas rojas. Una araña prepara su cocina traslúcida. Hojas como cuchillos rotos son segadas por el sol. Un cielo sin sombras navega en cualquier parte...

Erótica

  Erótica mía: escribiré en tu espalda con un trazo de dientes una sola historia: no puedo mirarte sin sangre en los ojos no puedo amarte fuera del incendio. Besar es oficio que a veces nos pierde en bocas de bestias oscuras en grietas dolorosas que el sudor ilumina. Erótica mía: tendremos silencio en estas palabras...

Fundación o nacimiento

  En la caja de papel hemos puesto las palabras de cobre. La mesa tomada de la sustancia ciega del laurel o del cedro está simplemente debajo del ligero cofre que ahora balbucea como un pulmón de hombre cotidiano. Debajo de las patas sin uñas que contienen la dirección de los rumbos primordiales están los rectangulares pétalos de pino oscurecido...

Gran Cambalache: Poema fallido o rap falso o tango fracasado

  Gran Cambalache, corazón, mirá no mirés para atrás ni pal costado, el futuro ya no está el porvenir de todos lo han hipotecado, o por ahí quedó es un billete de muerta lotería. Y el tiempo nuestro se nos va, y ya se fue como un gorrión en la neblina. Mirá si es que podés, mirá de a poco cada vez, porque los ojos no quieren ser ya más testigo fiel de la crueldad que el mal humano humano inventa...

Hombre esperando

  El hombre se acuesta con sus mudas palabras trepándole por la boca. Hay miedo en esas palabras miedo en esa lengua miedo en la espalda enterrándose entre las vaciedades de la sábana miedo en el cuerpo que no encuentra ahora la suave sombra carnal que lo sustente miedo en los relojes que se gastan...

La banqueta

  Un duro pedazo de silencio cae sobre la banqueta indefensa: trozos fragmentos partículas mínimas galaxias lastiman la partida raíz de las jacarandas: hienden la piel de lejanos eucaliptos buscan en las breves tierras su primera ánima mineral. Las musas ya pasaron por aquí tal llevándose la anterior verbalería en la que estuvo el pedazo de silencio que sería nombrado en este después: y así el momento presente retrocede para que el momento futuro..

La calle en septiembre

  Hasta el fondo de tu calle de este oscuro septiembre llegan chillidos de gorriones tardíos puntos de polvo de inmedibles torres despedazadas y un silencio de incompleta primavera. ¿Qué pasos qué caminares de qué pies casi extranjeros se mueven debajo de tantas sustancias que las jornadas humanas entremezclan?...

La Madre Tierra es madre de sí misma...

  La Madre Tierra es madre de sí misma. Grita cada día de estos tiempos porque sus hijos humanos y animales sufren. La Madre Tierra grita porque crecen los desiertos. El agua es barro y las rosas tal vez dejen de existir. La Madre Tierra ya no grita en silencio pues hay bocas que se unen con su oscuro canto: todo viene de la luz y el fuego, La Madre Tierra busca en su vientre los huesos de los muertos...

La piedra

  Es inútil el peso de la piedra —¿de una piedra de todas las piedras? Porque la piedra quiere pesar tal vez: Y eso pues a pesar de su peso y contra las pesanteces que entre polvo suciedad metales óxidos fósiles bacterias secas la oprimen y la envuelven: así convirtiéndola en la piedra —¿una piedra todas las piedras?— que debe quedar agarrada a su propia dimensión en sí misma...

La voz más voz

  ¿Cada voz que llega a la punta de tus dedos: trae ronqueras de fiebre transporta rasguidos chillidos chasquidos abriéndose un rumbo casual entre gargantas de celo y agonía? ¿Es la voz de aquella niña con su sombrero de fibras azules con sus camisas de pálida transparencia con sus cabellos liberados para que los aires entreguen su frescor a este mundo? ¿Esa voz es la voz que la misma niña envía hacia la mujer que crecerá en sus cuerpos...

Ladridos

  ¿Quién es ese otro perro que ladra en un dialecto que nadie conoce? ¿Por qué debe echar en los aires chirriantes de cualquier ciudad grito a grito los coágulos de la última voz de la última tribu? ¿Para qué están de pronto detenidos los que escuchan? ¿Hacia dónde viajan o huyen los que dicen que pueden comprender? ¿Para qué hay hombres que levantan látigos y cuchillos y abren oscuras campanas?...

Lapsit Exilla

  Sobre estas piedras tomadas de cualquier calle habrán de abrirse los pasos extranjeros. En cada suela de estos esos aquellos pies se acumulan sedimentos de toses perdidas y babas de gorriones enfermos y lágrimas de caracoles condenados y las migajas de un rostro que no podremos contemplar bajo ninguna lluvia. Sobre cada pedazo de polvo asentándose en estas piedras daremos fundamento a las letras y signos y fechas y números que serán la resta y la suma de un silencio de dientes marchitos...

Libélulas

  El viento salta desde los más lejanos verdores de la ceiba: rompe las confusiones de la luz: destruye el perfecto temblor de un vuelo transparente. De espaldas en la alberca la libélula no puede gritar los colores de su muerte: sus quietos dientes aún se ocupan de un hígado de mariposa de una leve víscera de cínife de los muslos de un gusano macerados por el sol...

Lista

  Entre burbujas agotadas: entre plumas de caballos muy tristes: entre láminas calcinándose y cayendo sobre un techo universal de sangre pobre: entre palomas que se ahogan en una atmósfera encadenada: entre figuraciones de ceniza y ropas nuevas: entre el hipo de las fuentes que levantan sus podridas espumas: entre espadas carcomidas por una lluvia verde: entre el resplandor de las enormes galaxias que absorben nuestra luz de hoy...

Lluvia en Coayacán

  Detrás de los vidrios lastimados por sudores de insectos y la cagazón de suspiros y derrotas y el previsible olvido está la lluvia. La lluvia disuelve carreteras de polvos volanderos mete aquí sus uñas fabricadas por el frío escupe sus lenguas de dragón moribundo arrastra sus sandalias de papel en trituración balbucea por los caños burbujas babeantes expulsa orines y alimentos masacrados perturba el idioma de los teléfonos interrumpe colores luces nieblas siluetas mezcla y entreteje sus gotas sus goterones...

Los asesinos

  En estas calles ya no hay visitas de asesinos: solamente aquella sangre que sin apuro envejece. Dedos de gatos reverdecidos estallan contra las duras telas de una acacia o jacaranda. Y plumas estériles saltan de la estrechez de cada hueco. Una boca mira la falta de sombra de este cuerpo solo. Otra boca o la misma sin ser ya igual para más nunca muestra el envés de su nutriente saliva: porque allí hay quizá móviles palabras pulsiones de espuma océanos nacientes charcos donde el fantasma de un tiburón jamás encontrará sus dientes perdidos. Y una boca de la otra boca habrá de ser vulnerada por el olor de un extrañísimo objeto llamado taza blanca...

Los hombres gordos

  Como un látigo naufragando en el sudor de las bestias Así encuentran su corazón Los hombres gordos: Deforme engañado repleto de fichas y píldoras Insomnios y precios Con lágrimas que no saltan de la sangre Con el deseo enterrado en la grasa Con el latido separado del recuerdo. Así encuentran su corazón: Como una hilacha impura de pronto...

Morir en Medellín

  Todavía en Medellín / el cielo reconstruye / sus hojas de espuma / sus fibras de agua verde. / Al cielo agregan/ los ladrillos bermejos / las torres coloradas / las tejas de sustancia enrojecida/ el óxido de la sangre cotidiana / el púrpura enredándose / en las lluvias que se mezclan / con un aire de violento metal. / En ese cielo menos alto / que la noche / polvo de aviones triturados abrazándose / cenizas de ropas y uñas guitarreras...

Muertes

  Morirán tres pollos mañana tres hijos de una gallina tal vez inmortal. Sus alas de dedos disueltos estarán en tu plato y las salsas que ensabrosen sus muslos no serán los sémenes del emplumado amor. Sus pechugas partidas no darán raíz a un brevísimo corazón y sus tripas despreciadas entrarán en los ciclos de quién sabe qué vísceras...

Musas

  Las musas quizá no existan / pero sin ellas ningún poeta podría cantar...

Neblinas

  Viejas neblinas se mezclan con las frías polvaredas del invierno inicial. Cuál es o dónde está el origen de esas aguas que tenuemente introducen lenguas de invisible pavor: hilachas hebras hiladas nervaduras médulas salidas de la panza de la bestia universal. Habrá zapatos que deshagan esas nieblas salivazos de fiebre toses coagulantes infantas desfibradas...

Nocturno en el Distrito Federal

  Viejas neblinas se mezclan con las frías polvaredas del invierno inicial. Cuál es o dónde está el origen de esas aguas que tenuemente introducen lenguas de invisible pavor: hilachas hebras hiladas nervaduras médulas salidas de la panza de la bestia universal. Habrá zapatos que deshagan esas nieblas salivazos de fiebre toses coagulantes infantas desfibradas...

Ojos que ya no ven

  Es este el mar que tus ojos de ayer ya no contemplan Y aquella es la luz que tus ojos no verán Venir hacia ti con sus impalpables escamas De oros populares y de lúcida sangre. No es este el aire del Sur que transita tus pulmones Cerrados a veces como una voz que no quería cantar. Tampoco son las lluvias castigando con uña congelada La esplendente madera de esa casa tan rígida Que tu cuerpo inaugura. Ni son las espumas barrosas del río cercano a tu infancia...

Oscuridades

  No hay lugar en donde el aire ponga sus raíces: no hay sitio adonde el dolor de cualquier estómago establezca un poderío sin fin: no hay marcas en tierra alguna adonde no deje su temblor el viejo gritar de las galaxias: no hay región adonde toda sombra pueda esconder su oscuridad sin término...

Otras voces

  Cabalgaron tus voces por las calles que el barro con sus lluvias contamina: tropezaron ésas tus voces con pequeños astros cancerosos que huelen a muladar a cochinero a porquería: se alzaron algunas de tus voces como estatuas indecisas entre soltarse de su mármol o penetrarse más en su cerrado abismo...

Palabra aquí

  Aquí hay una palabra deshabitándose de sí: cinco vocales que fulguran quince consonantes entre la madera sagrada y el agua siete vocales invencibles trece consonantes entre el fuego y el frío. Aquí hay una esa tal palabra desigualándose de sí nutrida de astros sonora como una lágrima en un aire mudo aplastada como un grito en el humo de la guerra apretada como una mano entre monedas tristes...

Panorama de Teotihuacan

  Teotihuacan: en tus nubosos lugares sin sombra el pie vamos poniendo sobre cada figura de otros pies transfigurados. Borrosos de luz seca y quemante ruedan los rodillos que portaron pesados colores apretados átomos de sol ilevantable. Crujientes bajo metálicas luces lunares las palancas del sudor se desplazan entre hierbas disueltas y trébol que renace...

Para una muchacha en la lluvia

  Usted tú vos señora señoría señorita vuesa merced doncella sacerdotisa actriz astronauta viuda virgen profesionista amadora amante sirvienta sibila emperatriz mendiga moza del partido campesina cocinera poeta suripanta: cada día de cada noche he visto cómo las lluvias de esta desplomada ciudad ensucian también todo su llanto suyo de usted...

Patria perdida

  Ya no puedo volver ¿cuál es mi patria? Me han pedido que descanse el corazón que resucite la insistencia lograda tenazmente que reitere mi atención por el perfume de las pálidas estrellas imprevistas. En el principio de las huellas allá lejos permanecen un símbolo enfermo y una gastada bandera sosteniéndose...

Pax

  El día es nuestro Señor: han llegado el reposo de la espada la quietud de la flecha la inocencia del misil el frío de los fusiles el crujido de la ceniza el cansancio de todas las banderas. Señor es nuestro el día: en la sangre mezclada de mujeres y gallinas de infantas y muñecas de hombres y caballos...

Perro con palabras

  Estas palabras así tan otras empiezan con un perro. Nuevas y ya contaminadas palabras que traen entre hilos y fibras de silencio el pedazo envejecido de este solo perro. Porque todo animal toda pulsación de mugre o de energía todo pétalo todo océano toda mínima mancha de materia en su momento de arder o morir o estallar súbitamente también envejece. Y la edad de cada muerte es medida por las velocidades de la sombra al traspasar sustancias huecas y carnes sin dolor...

Perro con persona

  Hay olor a personas hambrientas adentro de este perro. Adentro de los estómagos de ese perro que vuela perdido se ladra y se babea una persona hambrienta. Y unas muelas con agudos apetitos y con ganas de morderse y golpearse y machacarse se mueven adentro de las oscuras encías de aquel perro. Y el perro casi el mismo como el perro aquelotro dibuja una corta meada sin espuma y con aromas a persona encerrándose entre cueros caninos y humanas pelambreras...

Piedras blancas o negras

  Están allí pueden ser vistas o imaginadas fuera de sus caminos o rumbos o carreteras o calles habituales o montañas o playas. Están allí con sus millones de décadas atrapadas en moléculas que giran en su propio vacío: hecho con la nada de incontables vacíos de innumerables universos fracasados...

Plaza de Mayo, diciembre 2001

  ¿Quién se pondrá la ropa rajada de los muertos? ¿Quién meterá sus carnales andaduras en lo adentro de tanto zapatal descaminado? ¿Quién fijará su sombra cotidiana: ese negro fulgor de fatiga y de insomnio en las baldosas encenizadas de Plaza de Mayo? ¿Quién preguntará por el dueño del sudor de aquella camisa desfondada?...

Refracción

  ¿Has visto esos cueros de cristal que abrazan el cuerpo de las calles que tactan la raigambre de las jacarandas que absorben jugos de perros que borran andares de babosas que no se quiebran azotados por la ceniza del sol? ¿Has visto la sombra de las corambres aferradas a un cielo que no puede alzarse sometido por el humo grasoso de carruajes extraviados...

Regreso en septiembre

  Aquello sucedió rápidamente. Tan de pronto ocurrió que no hubo tiempo de cerrar los ojos de mirar de tener miedo. Quedaron manos detenidas en actos de amor de piedad de furia los gritos fueron rígidas flechas absorbidas por el viento el sol un diente helado comiéndonos los nervios la noche una distancia claramente presentida los amantes estatuas abrazadas a lo eterno...

Regresos

  Regresan las musas de sus viajes profundos: en el rostro estallan mínimas arrugas y lunares. Las pieles de cada mano retienen el sabor de contactos súbitamente lejanos el calor del pan tejido con harinas extrañas el olor de otras manos que de golpe envejecieron. Regresan las musas como estandartes lastimados por la guerra porque una especie de destino las aleja de todos los lugares las aparta de una oscura quietud de un esperado reencuentro...

Respiración

  El hombre respira con su pecho de alambre: arterias de cobre como fuego joven venas de fierro adelgazadas por el oxígeno negro de la asfixia tubos obturados por mantecas de sangre espinas huecas con su mensaje de ácidos gases pelos de acero oscurecidos por las flemas filamentos rígidos como coágulos de esperma...

Respiraciones

  La piel de esta bestia posible acumula deshojadas láminas y un hálito herrumbrado se apega a sus raíces. Esta piel que cruje así entre ínfimas tormentas de sal viene quizá desde las primeras respiraciones de una larva enroscándose en sutiles gelatinas. Un animal de las aguas gira otra vez sobre el eje de su cuerpo incompleto...

Saliva

  De tu múltiple boca huyen las salivas negras como buscando los cruentos olores de cada orgasmo muerto. No crezca en la fatiga de tu cráneo ninguna memoria de muchachas cocinándose en un sudor luminoso que otros cuerpos encendieron. Sí cada objeto de piedra de jugos de gases de silencio de metal de vacío contiene un punto oscurísimo que habrá de devorarlo...

Sólo mirar

  Miramos sí otra vez todo lo mirado todo lo que incluye un sabor de sudores en rechazo: todo lo que lleva un temblor de sombras descompuestas: todo lo que arrastra voces no preparadas para nombrar la perfección de tu cabal ausencia. Miramos sí como quien camina entre ciudades de árboles muertos...

Sólo verano palabras solas

  En este mediodía del Sur Después de un astro con una luna escarlata El verano soltó sobre callejones y avenidas Y estadios y grupos sencillos de árboles Una súbita sequedad sin dar aviso. Algún viento extraviado empujó Desde un sitio cualquiera Esas moléculas plumas escamas pieles cáscaras Parecidas a una sutil suciedad Que nadie ve...

Tercer mundo

  En este mediodía del Sur Después de un astro con una luna escarlata El verano soltó sobre callejones y avenidas Y estadios y grupos sencillos de árboles Una súbita sequedad sin dar aviso. Algún viento extraviado empujó Desde un sitio cualquiera Esas moléculas plumas escamas pieles cáscaras Parecidas a una sutil suciedad Que nadie ve...

Tiempo de reír

  Hace tiempo sabíamos reír en una edad sin sombras apretados bajo el olor incandescente del cielo. No fue en el paraíso donde nuestros labios aprendieron a moverse ni hubo magos legendarios que sacaran de su corazón aquel sonido. Pero reíamos y el mundo cambiaba en un milímetro a la redonda totalmente...

Tomahuan (Nuestras manos)

  La mano que ahora contemplamos se pierde entre sus dedos tan enhuesados sí de propias suciedades y escamas desprendiéndose. Se pierde se espirala se ensimisma se busca al recorrer con dedos imparables una esfera de barro imperfecto: ah la carne cotidiana metida en sus movidos y frágiles pellejos pasando y repasando las sustancias sensuales de la tierra...

Tus calles

  En estas calles hay plumas deshojándose de gorriones antiguos y un cauce polvoroso de lluvias desterradas. Están ahí para el uso de tus pies con su firme tendón enternecido: para el apoyo a lo frágil de la hembredad de toda tu sombra: para el saltante sonido del eco que tu boca evocada desata: para el espacio de maderas verticales donde la avidez de tu silencio se levanta. En estas calles hay una danza tanguera entre los aires intocables...

Un no sueño

  Esto no es un sueño: las palabras saben que esto no es un sueño. Porque soñarse no es apalabrarse. Porque la tinta del sueño se prepara con punzantes sudores y desenterradas lágrimas. Porque un sueño es el comienzo de algo que en nosotros ha sido contemplado a través de un líquido vivo donde cada imagen futura tuviera su origen de sangre y de sal. Porque las palabras no caben en el sueño no es ése su sitio de hablar: no cantan no explican no tienen silencio ni gritos ni dolor. Esto no es ningún sueño...

Versos del vino

  El vino no se bebe el vino se vive. El vino es el cielo del infierno. El beso nace en la boca la boca nace en el vino. Vino de muchas jarras hay en este vino. El fuego del vino es oscuro como el amor. Sólo merece su vino aquel que en el vino muere. Ganarás el vino con el chocar de tu copa...

Versos, etc

  Cansado en re menor y sin sustancia: circunstanciado de mí entre palotes que un trágico niño escribe en su cuaderno: extremoso en frágiles cuidados y en cuitas de insolente singladura: caminado por adentro del zapato que ayer nomás perdió su ardiente suela: respirado por un aire de inmundicia por toda calle voy como si fuera el más solo guerrero de estos pútridos sueños...

Viajes

  En el viaje hacia el hambre en un fondo de sucias gelatinas habrán de aparecer tus dientes muertos. Allí quizás otra vez no crezcan las sílabas multitudinarias levantadas desde el barro por las fuerzas verdes del sol. Porque tus encías y el techo de tu boca envejecen con distinta velocidad que pelos y uñas usan para morir...